Nuestra conciencia enfrenta devastación con las fantasías e ilusiones de ego. Al dejarlas controlar nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos nos condenamos a vivir en sus antojos, caprichos y pretensiones. Es como vivir bajo la dictadura de adicciones, apegos y obsesiones producto de una falsa creencia o sentimiento de carencia.
Esto nos lleva a reflexionar acerca de lo que es relevante, más allá de nuestras necesidades inmediatas, como primer paso para liberarnos de la esclavitud moderna en la sociedad de consumo. La idea es hacer una clara diferencia entre lo que es y lo que no es relevante en la vida. Así nos damos cuenta que desde que nacimos todo lo que necesitamos es Amor, y Amor es lo necesario y lo relevante.
Esto nos lleva a reflexionar acerca de lo que es relevante, más allá de nuestras necesidades inmediatas, como primer paso para liberarnos de la esclavitud moderna en la sociedad de consumo. La idea es hacer una clara diferencia entre lo que es y lo que no es relevante en la vida. Así nos damos cuenta que desde que nacimos todo lo que necesitamos es Amor, y Amor es lo necesario y lo relevante.
Podemos deducir empíricamente que no podemos vivir ni sobrevivir sin Amor. De ahí que los modos y atributos de Amor deben ser el propósito de la vida en toda su extensión. También, basados en la experiencia, aprendemos a apartar todo lo opuesto a las expresiones de Amor. Pero no lo hacemos. El llamado "establecimiento", que también conocemos como "el sistema", "estilo de vida", "modus vivendi" o manera de vivir, es lo que generalmente determina los valores y principios de los que vivimos y por los que vivimos. Vivimos de acuerdo a lo que son, tienen y hacen los demás en nuestro entorno. Cuando nos hartamos de ello, lo que hacemos es buscar otros valores "mejores" o "superiores" y mudarnos adonde estén. Tarde o temprano (desafortunadamente nunca para muchos) nos preguntamos cuál es el fin de nuestra conciencia individual y colectiva.
Las preguntas inevitables surgen. Qué somos, de dónde venimos, y cuál es el significado y propósito de la vida. La Torá nos da todas las respuestas. Entonces aprendemos y recuperamos lo que nunca creímos haber tenido. Amor se vuelve la respuesta para todas las preguntas. Al reflexionar sobre los caminos y atributos del Creador concluimos que estos también son nuestros, porque provenimos de Él. El Profeta se refiere a la devastación en nuestra conciencia tras permitir que nuestros enemigos invadan nuestra Esencia e identidad. Devastación es todo lo que no forma parte de lo que verdaderamente somos.
"Y siete mujeres tomarán a un hombre [como esposo] en ese día, diciendo: 'Comeremos nuestro propio pan, y vestiremos nuestras propias ropas; sólo déjanos ser llamadas por tu nombre, [y] tú quitarás nuestro oprobio'." (Isaías 4:1)
Aunque nuestros Sabios enseñan que en aquellos tiempos de devastación miles de viudas querían desposarse con el remanente de los hombres, tras las guerras contra sus invasores, entendámoslo de otra manera. El hecho de que este versículo predece a otro lleno de significados redentores, nos invita a verlo con otra perspectiva. Nos hacemos conscientes de nuestras necesidades básicas y nos olvidamos de los deseos y pretensiones de ego cuando caemos en la indigencia.
Cuando la conciencia es saqueada por las exigencias y demandas de las adicciones, apegos, fantasías e ilusiones materialistas, nos vemos forzados a retornar a lo que es verdaderamente real. Las siete mujeres también representan las siete naciones cananeas como tendencias negativas en la conciencia (envidia, codicia, lujuria, ira, indiferencia, indolencia y crueldad), que en vez de consumir Amor como la fuerza vital que nutre y sustenta la vida para saciar sus deseos, comienzan a proveer por sí mismas bajo la conducción de un esposo.
Este hombre representa la conciencia humana bajo la conducción del poder unificador de Amor. Las tendencias negativas en la conciencia son transformadas en cualidades cooperantes y productivas cuando nos damos cuenta que la bondad de Amor es la directriz natural de todas las facetas y dimensiones de la vida. Amor integra y armoniza todos los aspectos e inclinaciones en la conciencia, en aras de los modos y atributos de Amor.
En este sentido entendemos que Amor es su propia causa y efecto. También podemos comprender "sólo déjanos ser llamadas por tu nombre, [y] tú apartarás nuestro oprobio" como un clamor de nuestras tendencias negativas para que sean transformadas por el Creador. Él las puso en nuestra conciencia para que podamos ejercer el libre albedrío. Le pedimos a Él que nos deje ser llamados por Su Nombre, para que pueda apartar nuestro oprobio y desgracia. En Su compasión somos redimidos del resultado de nuestras decisiones equivocadas y sus consecuencias negativas.
Como acabamos de decir, el hombre mencionado en el versículo representa la conciencia humana bajo el poder unificador de Amor. Esta es la Conciencia Mesiánica, la premisa de la Redención Final. No somos completamente redimidos si seguimos albergando en nuestra conciencia creencias, pensamientos, sentimientos, emociones, pasiones e instintos opuestos a los modos, cualidades, medios y atributos de Amor. Hemos señalado antes que la manera de concebir la Redención es radical. Así entendemos el Mandamiento de eliminar la memoria de Amalek debajo de los cielos. Amor no cohabita con nada diferente a sus modos y atributos.
Es un imperativo ético y moral remover todo rastro de maldad en todas sus expresiones con el fin de tener la vida que el Creador nos encomienda vivir. La Torá es la instrucción para hacer prevalecer lo bueno por todos los medios. Nuestra identidad judía está proclamada en la Torá. Actuamos en consecuencia para hacer prevalecer el bien. Nuestra Redención individual y colectiva se manifiesta cuando abrazamos lo bueno que hay en nosotros, y lo bueno que debemos tener como destino eterno. Bondad es el imperativo ético y moral como manifestación material del Amor de Dios. Al Él redimir nuestra conciencia nos damos cuenta de la grandeza y belleza de Su Amor.
"En ese día el retoño del Eterno será bello y glorioso, y el fruto de la tierra excelente y hermoso para los librados de Israel." (4:2)
Nos hemos referido a "el día del Eterno" y "en el final de los tiempos" como el momento en que Su Presencia es plenamente revelada, como lo han anunciado nuestros Profetas. Entendemos esta profecía como el tiempo en que retornamos a la identidad que el Creador nos dio en Su Torá. Esto significa cuando Él nos ayude a remover todo lo innecesario que obstruye nuestra conciencia. Este es el renacer de nuestra Esencia y verdadera identidad, el retoño bello y glorioso que fructifica en la tierra, como el restaurado verdadero sentido de la vida como la hizo Dios.
Quienes permanezcamos leales a Sus caminos y atributos, y a Amor como el medio para vivirlos, seremos los que cosecharemos los frutos de nuestra Redención individual y colectiva. Hemos dicho que la tierra de Israel, la Tierra Prometida, es lo bueno de la vida y la vida en su bondad. Esta es la tierra donde somos conscientes de nuestra conexión permanente con el Creador, donde nuestro Amor encuentra Su Amor.
"Y acontecerá que, aquel que se quedó en Sión, y aquel que permaneció en Jerusalén será llamado sagrado, todo aquel que está inscrito para vida en Jerusalén;" (4:3)
Aquellos que mantengan su Amor permanentemente unido al Amor de Dios son los sagrados, porque esta conexión es el significado de Sión y Jerusalén. Ambas representan nuestro nexo con el Creador. Este nexo es lo que le da sentido a la vida y nos inscribe en su libro. Reconstruimos Jerusalén y su Templo como el eterno tiempo y espacio que nos mantiene unidos al Creador, y nos hace sagrados como la vida que nos ha dado.
"cuando el Eterno lave la inmundicia de las hijas de Sión, y purgue la sangre de Jerusalén de entre ellas, por el espíritu de juicio, y por el espíritu de destrucción." (4:4)
El Profeta nos recuerda otra vez que al unir nuestro Amor al Amor de Dios, siendo y manifestando Sus caminos, Mandamientos y atributos, Él lava las tendencias negativas en nuestra conciencia. Su Amor limpia de toda impureza la fuerza motriz de nuestra vida que añora compenetrarse con Él, eliminando los rasgos destructivos y degradantes de las decisiones negativas que tomamos a partir de nuestros sentimientos o creencias de carencia de ego.
"Y el Eterno creará sobre la entera habitación del monte Sión, y sobre sus asambleas, una columna de nube por el día, y una columna de fuego por la noche; sobre toda gloria habrá cobertura." (4:5)
Después de este proceso de limpieza, el Creador nos promete renovar completamente nuestra conciencia y conexión con Él. Esto incluye todos sus aspectos y dimensiones en el intelecto, discernimiento, mente, pensamiento, emociones, sentimientos, pasiones e instintos ("las asambleas"). Todos estos serán protegidos y guiados por Su voluntad , tal como lo hizo con nuestros ancestros en el desierto luego de su Éxodo de Egipto. Esa nube y ese fuego como manto de Su gloria, señales de Su Amor.
El Profeta anuncia una nueva habitación para Sión como otra dimensión de nuestra conexión con Dios. No la podemos asimilar con nuestra actual conciencia dividida, en la que bondad y maldad, verdadero y falso, correcto e incorrecto, positivo y negativo, coexisten en constante enfrentamiento y conflicto. Esta nueva realidad pertenece a la Conciencia Mesiánica en la que el Amor de Dios y nuestro Amor se compenetran para realizar el Plan del Creador para el mundo material. Una conciencia sin barreras que se oponen a los modos y atributos de Amor.
"Y habrá un pabellón para dar sombra en el día [y proteger] del calor, y para refugio como cobertura [en contra] de tormenta y de lluvia." (4:6)