domingo, 18 de marzo de 2012

Preguntas & Respuestas

Me parece difícil aplicar algunos de los principios de la cabalá a la vida diaria, en particular las siete emociones. Aunque son entidades separadas, entiendo que están conectadas entre sí. No veo cómo se relacionan, considerando sus diferencias. Puedo concebir que actúen como unidad en su diversidad, pero no lo tengo muy claro.

Ciertamente nuestros Sabios místicos definen las siete emociones contenidas una dentro de la otra, lo que quiere decir que la amorosa bondad (jésed) abarca severidad, verdad, victoria, honor, fundamento y soberanía, de manera dinámica; lo cual hace comprensible su relación entre ellas. Lo puedes ver más bien como un proceso y no como una simple interacción. Funciona de la misma manera que los siete días de la Creación de Dios: un día era el fundamento del próximo. Visto de esa manera, la amorosa bondad sería la proyección humana de Luz, severidad como reflejo de separación con el fin de establecer ordenamiento y dirección, verdad como resultado de poderes o cualidades previamente separadas y capaces de generar vida, victoria como proyección de dirección Divina, honor como plenitud de vida, y soberanía como total conocimiento del dominio Divino sobre cada dimensión de la Creación. Igualmente las siete emociones o cualidades se relacionan entre sí en el mismo proceso. 

Es importante destacar que la amorosa bondad (que aquí preferimos llamar Amor), como proyección de la Luz primordial del Creador, es la emanación Divina que sustenta todo el proceso. Amor genera y sustenta sus manifestaciones como ordenamiento (severidad o poder para organizar y establecer), verdad (la interacción armónica de lo que ha sido dividido o separado con el fin de generar más armonía), honor como consecuencia de armonía, fundamento como pleno conocimiento de armonía capaz de regir (soberanía) sobre todos los aspectos y manifestaciones de la Creación. En este sentido armonía es el propósito de Amor. Entonces nos damos cuenta que Amor es la Esencia subyacente que da significado y trascendencia a la vida en el plano material, porque Amor abarca e integra todos los aspectos de la Creación, lo cual incluye nuestra conciencia y sus dimensiones. 

Dicho de otro modo, el significado ocultado de la interacción entre las siete emociones definidas por la cabalá es Amor, porque Amor las genera a todas y consecuentemente rige sobre ellas. Debemos ser conscientes de esto. Tienes que ser práctico y sensato respecto a conceptos simbólicos o abstractos, y no caer atrapado en su aparente complejidad. Esto quiere decir que tienes que afrontar la vida y tu entorno inmediato con Amor como la Esencia que une, relaciona e integra toda la Creación. Trátate a ti mismo y a todos los aspectos de tu conciencia con una actitud afectiva, y así entenderás lo correcto y lo incorrecto, lo verdadero y lo falso, lo útil y lo inútil, lo positivo y lo negativo. Haz que Amor sea tu referencia armonizadora.

Me concierne, y de hecho me preocupa, el creciente antisemitismo y hostilidad hacia Israel, y aun más las divisiones entre judíos ante tales circunstancias. ¿Hay algunas señales que nos lleven a ser más optimistas sobre nuestro futuro como Nación y pueblo perseguidos que somos?

El antisemitismo, la judeofobia y la hostilidad hacia los judíos e Israel no son nada nuevo, como probablemente tú lo sepas. Hace 70 años también ocurrieron y más de seis millones de nuestra gente fueron asesinados ante la indiferencia del resto del mundo. 50 años antes miles de nosotros también fuimos masacrados, robados, violados y desposeídos en pogroms. Décadas antes fuimos excluidos y segregados sistemáticamente por la mayoría de los países “civilizados”. Antes de eso y durante muchos siglos, fuimos expulsados, desposeídos, perseguidos, torturados y asesinados a causa de nuestra identidad y tradición. No hay ninguna razón para creer que este predicamento pueda terminar mientras no eduquemos al mundo acerca de quiénes realmente somos como pueblo y como Nación. 

No podemos darnos el lujo de asumir que los no judíos carecen de prejuicios y que nos aceptan tal como somos, lo cual hoy día no nos hace muy diferentes a los demás. Ellos tienen una idea acerca de quiénes somos, y es nuestra obligación corregir esa idea para hacerles saber nuestra versión de la identidad judía y no la de ellos. Cuando sepan nuestra verdad respetarán, valorarán y apreciarán lo que somos. Les tenemos que decir sobre cada una de las contribuciones que hemos hecho para que este mundo sea mejor para todos. Comenzamos con la Torá como nuestra identidad y terminamos con nuestras contribuciones a las leyes, la medicina, la ciencia, la filosofía, la política y las humanidades, además de nuestros aportes filantrópicos. Sobre todo deben saber que todas ellas son producto de nuestro Amor por la vida y la armonía entre todos los seres humanos, porque nuestra identidad se trata del Amor de Dios por Su Creación, tal como se nos instruye y ordena en Su Torá. 

Todos tenemos no sólo el deber sino la obligación de decirle al mundo quiénes verdaderamente somos, libres de sus estereotipos, envidia, odio e intolerancia. Nuestra identidad no es para mostrarles que seamos mejores porque la fuente de bondad es nuestra identidad, sino para invitarlos a ser como nosotros y abrazar la vida y sus bendiciones como la manera más apropiada de vivir. No te preocupes de cuánto otros nos odien, más bien interésate por lo que tú eres y educa a los demás mediante tu ejemplo siendo judío. La bondad está destinada a prevalecer porque de lo bueno es que se trata la Creación de Dios. Tarde o temprano toda la humanidad abrazará las bendiciones y no las maldiciones, tal como nos pasa a nosotros cuando tenemos plena conciencia de lo que significa ser judío. 

Las señales de nuestra Redención de los enemigos son nuestra bondad, nuestra solidaridad y contribuciones para hacer un mundo mejor. Entre más demos para su mejoramiento, más pronto los tendremos de nuestro lado. Sólo tenemos que mostrarles y decirles quiénes somos. Y respecto a nuestra desunión entre judíos, después de todo lo dicho aquí, más nos valga que empecemos a enseñarnos entre nosotros nuestra identidad como tradición, y retornar juntos unidos como el pueblo y la Nación que la Torá nos instruye que seamos. Mientras tanto tenemos que responder con fortaleza y valentía contra aquellos que quieren destruirnos, porque hay muchos que prefieren morir en su odio que disfrutar las bendiciones de la vida. También es nuestra obligación erradicarlos de nuestro entorno por Amor a nosotros y a nuestros descendientes, y por Amor al mundo que procuramos mejorar. 

Nuestra identidad lo es todo para nosotros, y tengámosla presente como nos lo recuerda una de las bendiciones de nuestros rezos diarios: “Impón paz, bondad y bendición, vida, gracia y amorosa bondad, y compasión sobre nosotros y todo Tu pueblo, Israel. Bendícenos, Padre nuestro, como uno con la Luz de Tu rostro, porque con la Luz de Tu rostro nos diste, nuestro Dios, la Torá de vida, y amorosa bondad y rectitud, bendición y compasión, y vida y paz. Sea bueno en Tus ojos bendecir a Tu pueblo Israel, en todo tiempo y en cada momento, con Tu paz. Bendito eres Tú, Eterno, que bendice a Israel con la paz” y esto es lo que somos.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.