domingo, 7 de julio de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XII) Obadia

"La visión de Obadia. Así dijo el Eterno, Dios, concerniente a Edom (...)" (Obadia 1:1)

En su libro del Génesis, la Torá llama a Esaú "Edom" y narra cómo este se convirtió en el opresor de su hermano gemelo, Jacob. Reflexionemos en lo que Edom representa en nuestra conciencia. Los opuestos existen para que distingamos entre ellos y actuemos en consecuencia. Todo lo que tenemos en nuestro entorno nos invita a observar cada cosa, reconocer su propósito o función, y actuar con base en lo que necesitemos o queramos de ellas.

Los opuestos y antagonistas existen desde que Adán y Eva comieron la fruta prohibida, ofrecida por un oponente oculto llamado serpiente. El mal se convirtió, de una hipotética referencia que nos hiciera hacer prevalecer lo bueno en la vida y su entorno llamado Paraíso, en una tendencia evidente y tangible establecida en nuestra conciencia. Este giro de los acontecimientos volvió extremadamente difícil desterrar el mal de nuestras vidas. Solamente abrazando y entronizando la Conciencia Mesiánica en todos los aspectos y dimensiones de la vida, la maldad será completamente erradicada de la faz de la Tierra. Esta es la Redención Final en la que viviremos bajo la regencia de los modos y atributos de Amor.

El objetivo específico de la profecía judía es proclamar la prevalencia final del bien sobre el mal, y el dominio de Amor en todos los niveles de conciencia, como la manifestación material del Amor de Dios también regente en toda Su Creación. Así como Caín era el antagonista de Abel, Jam el verdugo de Noé, Nimrod el perseguidor de Abraham, Abimélej el codiciador de Isaac, Edom se convirtió en el enemigo mortal de Israel. Al igual que Caín y Abel, Esaú y Jacob son hermanos. Esto resulta un dilema, ya que ambos son hijos de los mismos progenitores que la Torá considera rectos. 

Pero la genética lo explica. Su madre, Rebeca, era la hija de Betuel y hermana de Labán, dos individuos que la Torá y nuestra tradición oral presentan como personificaciones de la maldad. De ahí que esto quiera decir que, en la conciencia genética de donde se deriva nuestra conciencia, encontramos rasgos negativos para transformarlos en lo bueno como principio rector del destino que el Creador preparó para nosotros. Este destino es plenamente realizado en la Era Mesiánica.

Tenemos que insistir en que el bien y el mal interactúan con el fin de hacer que el mal se someta al bien. Este es un decreto Divino aplicado a Esaú y Jacob cuando Rebeca consultó a Dios respecto a los dolores durante su embarazo: "Y el Eterno le dijo a ella: Dos naciones están en tu vientre, y dos pueblos serán separados de tus entrañas; y un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor." (Génesis 25:23).

En este sentido, "naciones" son principios por los cuales vivimos. En un significado más profundo, uno representa nuestra actitud materialista ante la vida: "Esaú era un cazador astuto, un hombre del campo" (25:27), y el otro nuestra conexión con el Creador: "y Jacob era un hombre tranquilo, morando en tiendas" (ibid.). La primera definición es clara, pero la segunda requiere precisión.

Nuestros Sabios explican que la palabra traducida aquí como "tranquilo" tiene varios significados complementarios como "perfecto", "inocente" e "íntegro". Estas cualidades en el contexto de vivir en lugares cubiertos simbolizan introspección relacionada con lo que existe a nivel interior. Estas no necesariamente implican vivir en lugares cerrados o evitar el ámbito del mundo material. El propósito, determinado por nuestro Creador, es hacer que "el mayor sirva al menor". Esta es la premisa para asimilar el mensaje del Profeta.

"Debido a la violencia hecha a tu hermano Jacob la vergüenza te cubrirá, y serás separado para siempre." (Obadia 1:10)

Edom representa, no sólo nuestra actitud materialista ante la vida sino además las tendencias negativas hacia esta. De ahí que esto afecte nuestra conexión y relación con Dios, y Su voluntad en torno a nuestro destino. Edom es nuestro máximo antagonista, por lo tanto tenemos que prevalecer sobre él. Hemos dicho que la única manera de someter la negatividad es llenando todos los niveles de conciencia con los modos y atributos de Amor. Esto también lo logramos uniendo nuestro Amor con el Amor de Dios, porque Su Amor es nuestro Redentor de los dominios de las fantasías e ilusiones materialistas de ego.

Únicamente Dios como el Creador de todo posee el poder de hacer prevalecer Su voluntad. Al eliminar las tendencias negativas en nuestra conciencia, Su Amor nos conduce a la entrada de la Era Mesiánica.

"Porque el día del Eterno está cerca sobre todas las naciones. Así como has hecho, será hecho a ti. Tu proceder se volverá sobre tu propia cabeza." (1:15)

Respecto al amanecer de la Conciencia Mesiánica, y la Redención Final referida como "el final de los días" y "el día del Eterno", tengamos en cuenta que nuestras tendencias negativas -- "las naciones" -- nos conducen a nuestra propia destrucción. Es otra manera de ver aquello de que "el pecado es el castigo mismo".

"Pero en el monte Sión estarán aquellos que escapan, y este será sagrado; y la casa de Jacob tendrá sus posesiones." (1:17)

Nuestros Profetas nos recuerdan en sus mensajes que Sión/Jerusalén es el lugar más sagrado porque es el mayor conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador. Sión es el Templo, la Casa donde Dios habita en nosotros. Aquellos que viven en las tiendas de Jacob y en las moradas de Israel encuentran en nuestro nexo con Dios nuestra Redención de la violencia de Edom.

"Y la casa de Jacob será fuego, y la casa de José llama, y la casa de Esau rastrojos; y ellos los prenderán y los consumirán, y no quedará remanente de la casa de Esau, porque el Eterno ha hablado." (1:18)

En Su mensaje a través del Profeta, el Creador reafirma Su voluntad. Dios habla acerca del día que añoramos y por el que clamamos. El día en que la intensidad de nuestro Amor se convierta en el fuego transformador de nuestra conciencia. Jacob y José son citados como portadores de este fuego redentor. Ambos personifican los modos, medios, cualidades y atributos de Amor, los cuales mantienen nuestra conexión con el Amor de Dios. Estos son nuestra Esencia e identidad, que trascienden la vanidad, la inutilidad y futilidad de las fantasías e ilusiones negativas de ego, personificadas en Esaú. El fuego de Amor consume los rastrojos que son lo negativo en creencias, ideas, pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos, que albergamos en la conciencia.

"Y el cautiverio de este remanente de los hijos de Israel que están entre los cananeos, hasta en Zarfatá, y el cautiverio de [los de] Jerusalem que está[n] en Sefarad poseerán las ciudades del sur." (1:20)

La Conciencia Mesiánica abarca un proceso de transformación en todas las dimensiones de nuestra vida interior y exterior. Las cualidades, rasgos y potenciales representados por la Tribus de Israel son reunidos para cumplir la voluntad de Dios en la Era Mesiánica. Esta es la reunificación de los exiliados de su dispersión entre las naciones. Lo bueno de la vida recuperado y redimido de las tendencias negativas de la conciencia.

Esto también significa el retorno físico de las Tribus dispersadas y asimiladas por otros pueblos en todo el mundo. Muchos son descendientes de judíos forzados a convertirse al cristianismo ("el cautiverio de Jerusalén que está en Sefarad") que retornarán como conversos al judaísmo. Igualmente muchísimos asimilados en diferentes razas y naciones regresarán también como conversos. Es interesante señalar que nuestra tradición oral da cuenta que el Profeta Obadia era un judío converso.

La bondad en la fuerza de sus raíces hebreas los traerá de vuelta a la bondad de sus ancestros comunes, Abraham, Isaac y Jacob. Esta es la bondad de los modos y atributos de Amor como la manifestación material del Amor de Dios, y Su voluntad para hacerlos prevalecer en todos los aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia humana. Estos son los salvadores y redentores que transforman la maldad y la negatividad en lo bueno, anunciando la Conciencia Mesiánica en el día del Eterno.

"Y redentores subirán al monte Sión para juzgar al monte de Esaú, y el reinado será del Eterno." (1:21)

Amén.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.