Debemos reflexionar sobre las advertencias que nos hace el mayor conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador. Hemos aprendido en carne propia las consecuencias de vivir las fantasías e ilusiones de ego, y de las decisiones negativas que tomamos. Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad acude a nuestro intelecto y discernimiento, emociones y sentimientos, pasiones e instintos, para hacer un compromiso permanente en la vida.
Este es el resultado de elegir, ya sea vivir constantamente la Esencia transcendental de lo que somos, o la fugaz fantasía de moda, glamor, sofisticación, sociedad de consumo, política correcta, cultura ligera, distracción, entretenimeinto, estatus social, y tendencias instigadas por las ilusiones materialistas de ego. En algún momento, tarde o temprano todos terminamos comprometiéndonos a la Redención Final que ahora muchos añoramos.
Nuestra Redención individual y colectiva comienza cuando eliminamos de todos los niveles de conciencia las fantasías e ilusiones mencionadas atrás. Esto significa erradicarlas de lo que creemos, valoramos, sentimos y hacemos correspondiente a ideas, ideologías y principios. Vivimos a partir de lo que creemos, y respondemos como individuos y como sociedad por lo que procuramos y respaladamos como estilo de vida.
Para muchos en este mundo, odio, racismo, abuso, explotación, humillación, crueldad, indiferencia, prejuicio, intolerancia y violencia forman parte de su estilo de vida. Un buen ejemplo es el fundamentalismo islámico. Muchos de sus seguidores creen, piensan, sienten y actúan motivados por ese tipo de tendencias destructivas. Ya han destruido sus vidas por lo que creen. ¿Habrán acaso considerado que la vida no tiene significado sin los modos y atributos de Amor, como principios contrarios a sus creencias? Convierten la vida en un campo desolado, en la negatividad de sus fantasías e ilusiones.
"Así dijo Dios el Eterno a las montañas y a las colinas, a los ríos y a los valles, a las campos desolados y a las ciudades abandonadas, que han sido convertidas en presa y ruina para el remanente de las naciones que las acechan." (Ezequiel 36:4)
Nuestro intelecto y discernimiento son responsables de los principios, creencias, ideas y valores que elegimos para vivir en este mundo. Estos son las montañas, las colinas, los ríos y los valles. Sobre estos construimos nuestros pensamientos, emociones y sentimientos que nos hacen ser y realizar. Si los desolamos con tendencias negativas, estaremos muertos.
"Pero vosotras, oh montañas de Israel, expandiréis vuestras ramas y daréis vuestros frutos a Mi pueblo Israel; porque están a punto de venir. Porque he aquí que Yo soy para vosotros, y Yo estaré para vosotros, y seréis plantados y cosechados." (36:8-9)
El Amor de Dios habla a nuestro Amor. Nuestro Padre habla al discernimiento y al sentido común de Sus hijos. Él sabe que nuestro Amor es la bendición que nuestros potenciales creativos necesitan para fructificar como cualidades redentoras. Su Amor nutre nuestro Amor para despuntar, florecer y dar frutos, convirtiéndonos en la cosecha abundante de una tierra fructífera. El Amor de Dios está con nosotros para que conduzcamos todos los niveles de la conciencia con los modos y atributos de Amor.
"Y Yo multiplicaré sobre vosotros hombre y bestia, y crecerán y se multiplicarán; y Yo os haré morar como solíais hacerlo antiguamente, y os haré aún mucho más que al inicio; y vosotros sabréis que Yo soy el Eterno." (36:11)
Si andamos en Sus caminos y los hacemos nuestros, Su Amor multiplica lo bueno de la vida. Esto significa una perspectiva más amplia y una mayor percepción del mundo material. Esta amplitud de visión ante la vida es la Conciencia Mesiánica, mediante la que recibimos mayores bendiciones. Esta mayor abundancia representa la doble porción para el Shabat, cuando recibimos más que los días anteriores como inicios. En esa abundancia sin medida sabremos que el Eterno es Dios.
"Porque Yo os sacaré de las naciones, y os reuniré de todos los países, y Yo os traeré a vuestra propia tierra. Y Yo regaré agua sobre vosotros, y seréis limpiados de toda vuestra suciedad, y de todos vuestros ídolos Yo os limpiaré." (36:24-25)
Con frecuencia mencionamos que la tierra es la manifestación geográfica de la vida. El espacio que nos rodea es la vasija que contiene nuestra vida, por lo tanto es parte de esta. De ahí que no podamos vivir sin una tierra, pero la que Dios llama nuestra es la prometida donde la vida es aún mucho mejor. Vida como Él la concibe para Israel. Vida como existencia ideal que Su Amor quiere para nosotros. Esto especialmente bueno es plenamente disfrutado solamente en los modos, medios, cualidades y atributos de Amor, para los que el Amor de Dios limpia nuestra conciencia de toda tendencia, rasgo, adicción o apego negativos.
"Un nuevo corazón Yo os daré, y un nuevo espíritu Yo pondré dentro de vosotros; y Yo quitaré el corazón de piedra de vuestra carne, y Yo os daré un corazón de carne. Y Yo pondré Mi Espíritu dentro de vosotros, y haré que andéis en Mis estatutos, y mantendréis Mis ordenanzas, y las cumpliréis." (36:26-27)
La Conciencia Mesiánica, como portadora de nuestra Redención final, posee una manera diferente de discernir, pensar, sentir y actuar. Para esta necesitamos un nuevo corazón como nueva manera de pensar, y un nuevo espíritu como nueva motivación dedicada exclusivamente al conocimiento del Creador. Esta nueva conciencia es entendida, sentida y vivida intensamente como corazón latente de carne, y no de piedra inerte. Esta nueva conciencia surge mediante el Espíritu de Dios, que es Su Amor. En este total conocimiento andamos en Sus caminos, estatutos y ordenanzas, libres de fantasías e ilusiones materiales.
"Y Yo os redimiré de todas vuestras suciedades; y Yo llamaré al [la cosecha del] trigo, y lo multiplicaré, y no habrá hambruna sobre vosotros. Y Yo multiplicaré el fruto del árbol, y la abundancia del campo, y no volveréis a recibir el reproche de hambruna entre las naciones." (36:29-30)
Al abrazar el Amor de Dios e integrarlo en todos los niveles de conciencia, el Creador multiplica lo bueno que estamos destinados a vivir en el mundo. Cuando llenamos la vida con la abundancia de lo bueno de los modos y atributos de Amor, no hay espacio para creencias o sentimientos de carencia. Estos nos hacen sentir vacíos y hambrientos a consecuencia de las fantasías e ilusiones de ego.
Mientras vivamos momento a momento en los modos y atributos de Amor, la tierra que es nuestra vida fructifica y lo bueno de esta llena nuestra creatividad, pensamientos y sentimientos, que antes eran las ciudades desoladas del pasado, ahora fortificadas por el Amor de Dios. Entonces reconoceremos al Creador y sabremos que es Él.
"Y ellos dirán: 'Esta tierra que estaba desolada se convirtió como el jardín del Edén; y las ciudades desechadas, desoladas y destruidas [ahora] están fortificadas y habitadas'. (...) y ellos sabrán que Yo soy el Eterno." (36:35, 38)