domingo, 11 de noviembre de 2012

Toldot: Sembrando en la Unidad de Amor

En comentarios anteriores sobre esta porción de la Torá nos referimos a la tarea de integrar todos los aspectos de la conciencia en una unidad armónica y funcional. Este es el mensaje subyacente y resonante de Toldot de principio a fin: “E Isaac rezó al Eterno junto a su esposa que era estéril, y el Eterno aceptó su plegaria, y Rebeca su esposa concibió.(Génesis 25:21).

Esta es otra dimensión de la unidad que indicamos inicialmente. Isaac y Rebeca rezaron juntos y unidos para relacionarse y comunicarse con el Creador, de quien todo proviene. También mencionamos en uno de nuestros videos (www.youtube.com/dioscomoamor) que la plegaria es el medio para conectarnos y unirnos a Dios. Con la plegaria permitimos que Él nutra todas las dimensiones de la conciencia, y las conduzca hacia Su servicio, el cual es manifestar Su Presencia como la bendición de Su Amor en el mundo material.

También dijimos que Isaac y Rebeca representan dos aspectos de la identidad de Israel. Isaac es nuestra expresión espiritual a partir de nuestro nexo con Dios, y Rebeca es la expresión material de este nexo. Ambos forman una unidad funcional que Dios escucha y acepta como como parte de nuestra conexión con Él. En este conocimiento unificado revelamos Luz ocultada en la oscuridad como lo hizo Isaac cavando dentro de las tinieblas del mundo material para encontrar las aguas vivas que nos nutren para manifestar la bondad de las bendiciones de Dios: “E Isaac otra vez cavó pozos de agua que ellos [él y su padre] había cavado en los días de su padre Abraham, y [que] los filisteos habían tapado después de la muerte de Abraham; y él les puso los mismos nombres que su padre les había puesto. Y los sirvientes de Isaac cavaron en el valle, y ahí encontraron un manantial de aguas vivas” (26:18-19).

En este proceso, la oscuridad de los deseos, ilusiones y fantasías de ego procuran alimentarse con la Fuente de toda vida: “Y los pastores de Gerar riñeron con los pastores de Isaac, diciendo 'El agua es nuestra'; por ello él llamó al pozo Ések, porque se ellos habían enfrentado con él. Y ellos cavaron otro pozo, y también riñeron por ello; por lo tanto lo llamó Sitná,” (26:20-21).

La Torá nos cuenta que ellos se “enfrentaron” y “riñeron” como confrontación de dos principios opuestos. Sin embargo estas dos disputas terminaron con la excavación de un tercer pozo por parte de Isaac: “Y él [Isaac] se alejó de ahí, y cavó otro pozo, y ellos no riñeron por este; por lo tanto lo llamó Rejovot, y él dijo 'Porque ahora el Eterno ha hecho espacio para nosotros, y fructificaremos en la tierra'.” (26:22).

Nuestros Sabios explican que los dos primeros pozos representan el primer y segundo Templos de Jerusalén, y que el tercer pozo representa la construcción del tercer y permanente Templo. Esta construcción ocurre “lejos de ahí” donde reinan las riñas, las disputas y los acosos. A menudo hemos citado a nuestos Sabios en este asunto, cuando se refiere a que el primer Templo fue destruido como consecuencia de la idolatría, el incesto y el homicidio; el segundo Templo destruido a causa del odio gratuito; y que el tercer Templo será construido sobre amor gratuito.

Igualamos esto con lo que dicen el rey David y nuestros Sabios respecto al mundo: “el mundo está construido sobre amorosa bondad.(Salmos 89:2) y que “El mundo se sostiene sobre tres cosas: La Torá, el servicio a Dios, y los actos de amorosa bondad.” (Pirké Avot 1:2), porque la Torá nos instruye a servir a Dios mediante la amorosa bondad.

Amor es el espacio que Dios hace para nosotros, y en sus modos y atributos nos hacemos fructíferos y nos multiplicamos. Amor es la tierra donde expandimos los aspectos positivos de nuestra conciencia. Esta es la dimensión eterna del tercer y último Templo de Jerusalén, el cual todos construimos cuando cumplimos el Mandamiento de la Torá de amarnos unos a otros.

Tarde o temprano nuestro discernimiento y sentido común nos conducirán a la verdad de los modos y atributos de Amor. Podría tomarnos miles de años e innumerables vidas, pero eventualmente lo lograremos porque Amor perdura y trasciende los deseos y fantasías materialistas de ego. En algún punto nos daremos cuenta que el sentimiento de carencia instigado por ego es la peor de todas las ilusiones derivadas de la mayor de ellas: la falsa creencia de que estamos separados del Amor de Dios. “E Isaac les dijo, '¿Por qué habéis venido a mí, ya que me odiáis, y me alejasteis de vosotros'? Y ellos le dijeron, 'Hemos visto que el Eterno estaba contigo; y dijimos: Que haya ahora una promesa entre nosotros, entre nosotros y tú, y formemos un pacto contigo'.” (26:27-28).

En este conocimiento reconciliamos todos los aspectos de la conciencia, y ponemos fin a las riñas y disputas cuando permitimos que Amor sea el guía y conductor natural de nuestra vidaUno de los legados de nuestro padre Isaac es que cavemos pozos para penetrar en lo más profundo de la conciencia y extraer las aguas que sustentan la vida, que son Amor como nuestra Esencia y verdadera identidadSí, hay solamente una Luz, y un sólo Amor que es el Amor de Dios, que debemos revelarlo donde y cuando esté ocultado en la oscuridad de aquello que niega Sus caminos y atributos.

Seamos conscientes de que tanto Jacob como Esaú fueron concebidos en el vientre de la misma madre que representa a Israel, el portador de la manifestación material del Amor de Dios. Recordamos que “Y redentores subirán al monte Sión para juzgar al monte de Esaú; y del Eterno será el reinado” (Abdías 1:21), “El Eterno será Rey sobre toda la Tierra. En ese día el Eterno será Uno, y Su Nombre Uno” (Zacarías 14:9), “Porque la Tierra estará llena del conocimiento de la gloria del Eterno, como las aguas llenan los océanos” (Habacuc 2:14) y la gloria de Dios es Su Amor.

Tenemos que rectificar y reorientar los aspectos inferiores y negativos de la conciencia, representados por Esaú, al igual que por las “naciones”, “pueblos”, “reyes”, “gobernantes”, “príncipes” y “nobles” que nos mantienen en las tinieblas de las fantasías e ilusiones de ego. Estas son creencias, ideas, hábitos, costumbres, adicciones y patrones de comportamiento que nos privan de la libertad para abrazar los modos, medios y atributos de Amor. Nuestra Redención individual y colectiva comienza cuando nuestro discernimiento y sentido común nos llevan a entronizar a Amor como el verdadero gobernante de todos los aspectos de la vida.

Amor es el fuego que transforma y transmuta lo negativo a positivo, falso a verdadero, incorrecto a correcto, malo a bueno, injusto a justo. A través de sus medios y arbitrios, Amor purifica y unifica la Luz revelada y no revelada con la que Dios nos creó.

La Torá nos cuenta que Dios estaba con nuestros Patriarcas, y los pueblos de aquel tiempo nos dan testimonio de ello. Bondad estaba con Abraham, Isaac y Jacob en la tierra que Dios les dio como herencia eterna, la tierra que Isaac sembró: “E Isaac sembró en esa tierra, y cosechó en ese año cien veces más, y el Eterno lo bendijo. Y el hombre [Isaac] cada vez creció más, hasta que se engrandeció muchísimo(Génesis 26:12-13).

Nuestra tierra es Amor como la manifestación material del Amor de Dios, donde Él confiere Sus bendiciones sobre nosotros cuando somos y manifestamos Sus caminos, y emulamos Sus atributos. Amor es lo que nos engrandece, y nos hace crecer constantemente para que sigamos expandiendo sus caminos en todo el mundo. Así descubrimos y revelamos que “toda la Tierra está llena de Su gloria.(Isaías 6:3).

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.