martes, 13 de diciembre de 2016

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (XVII)

“Heno, nardo, nardo y azafrán, caña y canela, con todos los árboles de sándalo, mirra y sábila, con todas las especias esenciales. Un manantial de huerto, una fuente de aguas vivas, y arroyos del Lebanón. ¡Despierta, oh [viento del] norte, y ven oh [viento del] sur! Haz que mi huerto respire, sus especias emanen. ¡Que mi Amado venga a Su huerto, y coma su fruto precioso!” (Cantar de los Cantares 4:14-16)

La conciencia mesiánica estará unida permanentemente al amor de Dios, tal como ocurre en la cámara interior del Tabernáculo, donde las especias, perfumes y fragancias esenciales son quemadas como el incienso que simboliza el nexo eterno de Israel con Dios. Estas emanan de los huertos y jardines de la prometida nueva conciencia de vida eterna en las aguas vivas de este nexo, simbolizado otra vez como el Lebanón.

Todos los aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia fluirán en dirección de los modos y atributos de amor, como los vientos de soplan del norte y del sur. Ambos representan la dualidad de mal y bien, que en la redención final se desplazarán en todas las direcciones en busca del conocimiento de Dios y Su amor.

Este es el huerto donde la redención de Israel espera el amor de Dios para entrar juntos a las delicias de la nueva conciencia que caracterizará a la era mesiánica.

“He venido a Mi huerto, Mi hermana esposa. He recogido Mi mirra y Mi especia. He comido Mi panal con Mi miel. He bebido Mi vino con Mi leche. ¡Comed, amigos; bebed en abundancia, amados!” (5:1)

Este versículo está conectado con el anterior en el capítulo pasado, ya que están relacionados en contenido y en contexto. Dios responde a la invitación de acudir a su huerto escondido, y la acoge como Su esposa y socia para el mundo material.

En esta mutua compenetración entre los dos amores, las delicias de la Torá son como miel, vino y leche, compartidos con amigos. Estos últimos son las naciones también redimidas de sus inherentes tendencias y rasgos negativos, ahora viviendo por los senderos de la conciencia mesiánica que el Creador hereda a Israel. Así se cumple Su promesa para entrar a una nueva era para la humanidad en el mundo.

“Yo [estaba] dormida, pero mi corazón [estaba] despierto. ¡El sonido de mi Amado tocando [a mi portal]! 'Ábreme a Mí, Mi amada; Mi paloma, Mi perfecta. Porque Mi cabeza está [con] rocío, Mis cabellos [con] las gotas de la noche'. Yo ya me he quitado mi túnica, ¿me la he de poner? He lavado mis pies, ¿me los habré de ensuciar? Mi Amado metió Su mano en el portal, y mis entrañas se agitan por Él. Me levanté para abrir a mi Amado, y mis manos derramaban mirra, mis dedos fluían con mirra en la cerradura. Abrí a mi Amado, pero mi Amado se volvió y se fue. Mi alma se fue cuando hablaba. Lo busqué pero no lo encontré. Lo llamé, pero Él no me respondió.” (5:2-6)

Israel como el ser consciente está dormida en el predicamento negativo de las fantasías e ilusiones de ego. Dios llama a la esencia, identidad y verdad de Israel, que conforman Su amada, Su paloma, Su perfecta, y que son el nexo de Sus modos y atributos. Dios busca a Israel para traerla de vuelta a Sus senderos, y hace Su llamado en la oscuridad (“la noche”) del exilio.

De manera figurativa el Creador baja a las tinieblas “bajo el rocío y la lluvia de la noche”.

“Y en su aflicción [de Su pueblo Israel] Él [también] estaba afligido, y el ángel de Su presencia los redimió. En Su amor y Su compasión Él los redimió, y Él los concibió, y los cargó todos los días del mundo.” (Isaías 63:9)

Y en la Torá el Creador lo anticipa.

“Y el Eterno vendrá a tu cautiverio, con compasión de ti. Y vendrá y te recogerá de entre todos los pueblos de donde el Eterno tu Dios te ha dispersado.” (Deuteronomio 30:3)

Israel duerme en el exilio de las fantasías e ilusiones materialistas, luego de quitarse la túnica de su verdadera identidad. En su sueño paralizante tiene dificultad para regresar a ella misma. Su desnudez refleja su alienación y asimilación entre las naciones.

Inclusive regresar a Dios es un esfuerzo pesado y molesto, porque vive la futilidad y desolación de la pérdida de su ser real, similar a lavarse los pies como un cambio en la dirección y propósito de su vida.

Sin embargo el corazón de Israel como su amor por Dios sigue despierto a pesar de vivir en la vanidad y el vacío de los deseos materialistas de ego. Ella oye (entiende) y siente (debido a su conocimiento) el amor de Dios cerca de ella, tocando a su puerta. El corazón despierto la hace levantar de su sueño y camina para abrazar Su afecto que trata de venir a ella.

Ella sabe que el llamado del Creador mediante Su amor existe siempre y en todo lugar, sin importar qué tan oscura pueda ser la fantasía, ilusión o espejismo. Este conocimiento es sentido por cada fibra del cuerpo de Israel, el cual abarca todo el pueblo judío y su nación. 

Israel responde con sus ofrendas al Templo ya destruido por su elección de vivir en el lado oscuro de la conciencia humana. Las ofrendas con su incienso de espacias, fragancias y perfumes, que simbolizan su nexo permanente con Dios, hacen que Él abandone su puerta.

Estas ofrendas están contaminadas por su negligencia a abandonar las fantasías e ilusiones negativas que ella sabe no son compatibles con los caminos y atributos del Creador. Estas son opuestas a la esencia que ella comparte con el amor de Dios.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.