domingo, 12 de octubre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXVIII) Isaías

Oídme vosotros que conocéis rectitud, un pueblo en cuyo corazón está Mi Torá. No temáis oprobio de hombre, ni desmayéis por sus injurias.” (51:7)

Después del versículo introductorio anterior relacionado con rectitud, Dios nos convoca a retornar a Sus caminos y atributos como quienes lo siguen con su corazón. Estos aparecen en la Torá para que los asimilemos como nuestra identidad judía, con la cual no hay nada que temer ante las tinieblas de las tendencias negativas en la conciencia. Estas son el “oprobio de hombre” que busca nuestra derrota a manos de las fantasías e ilusiones de ego, que insultan el bien intrínseco de los modos y atributos de Amor.

Porque como a vestido se los comerá la polilla, y como a lana se los comerá el gusano. Pero Mi rectitud durará para siempre, y Mi Redención por todas las generaciones. [Isaías diceDespiértate, despiértate, vístete de fortaleza, oh brazo del Eterno; despiértate como otrora, en las generaciones pasadas. ¡No eres [acaso] Tú el que corta a Rahab en pedazosel que hiere al dragón!” (51:8-9)

Tendencias y rasgos negativos en la conciencia, derivados de las fantasías e ilusiones de ego, por definición son temporales y destinados a desaparecer. No son permanentes y no trascienden, a diferencia de los modos y atributos de Amor que son nuestra causa, razón y propósito para vivir. Estos últimos son las expresiones de la rectitud que trasciende al igual que la Redención que Dios nos da para vivir en ella eternamente. De ahí que tengamos que confiar en lo que trasciende en la vida que Dios quiere que tengamos en el mundo material.

Esta confianza es la fortaleza a la que debemos despertar, ya que es la fuerza motriz que abre cada nivel y dimensión de la conciencia hacia la Redención de Dios. Rectitud es el brazo fuerte con el que Amor dirige y guía el ego (“hiere al dragón”) junto con las tendencias y rasgos negativos (“corta a Rahab en pedazos”).

¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos? Los rescatados del Eterno [los hijos de Israel] retornanEntran en Sión con gritos de júbilo, con alegría eterna sobre sus cabezas. Gozo y alegría alcanzan, y huyen la tristeza y el gemido.” (51:10-11)

Dios es el Creador de todo, y Él controla y dirige todo lo que existe, incluyendo Su poder para transformar en aras de la libertad y la redención. El versículo alude al Éxodo de Egipto (“camino del mar para que pasaran los redimidos”), como referencia de que Él también nos redimirá de las tinieblas de nuestra conciencia. Desde la oscuridad retornaremos a Dios con un corazón alegre que se regocijará eternamente.

Yo, [solo] Yo soy su consolador. ¿Quién eres tú que temes al hombre? Él muere. Y al hijo del hombre, ¡[como] hierba es hecho! ¡Y olvidas al Eterno, tu Hacedor, que extiende los cielos y cimienta la tierra! Y temes sin cesar todo el día por la furia del opresor, mientras está preparado para destruir. ¿Y dónde está la furia del opresor?” (51:12-13)

Dios cuestiona el apego y la dependencia de nuestras adicciones, obsesiones y creencias negativasemociones, sentimientos y acciones como obras (creaciones) del hombreEstas son nuestras propias invenciones provenientes de fantasías e ilusiones de egoTememos alejarnos de ellas porque creemos que son más fuertes que nuestra voluntad para abandonarlas. Así es como entendemos nuestro temor de ellas, aún si fuesen tan efímeras como la yerba, y temporales como la vida material. Mientras dependamos de ellas, son los opresores preparados para destruirnos.

Dios llama nuestra atención para darnos cuenta que todo lo que procede de nuestras propias fantasías e ilusiones no tiene ira, furia o poder para destruirnos, a menos que se lo demos. En conclusión, nos convertimos en los opresores de nuestra verdadera identidad al permitir que nuestros rasgos y tendencias negativas controlen nuestro discernimiento, pensamientos, mente, emociones, sentimientos, pasiones e instintos.

El cautivo se apresura para ser libre, para no morir en la fosa, y no le falta su pan. Porque Yo soy el Eterno tu Dios, apaciguando el mar cuando sus olas rugenEl Eterno de las multitudes es Su Nombre.” (51:14-15)

Dios nos recuerda otra vez que Su Redención siempre ha estado cercana y a nuestro alcance. También nos hace conscientes de que Su promesa será cumplida, a pesar de nuestra negligencia a retornar a Sus caminos y atributos como causa y efecto de nuestra completa libertad. El Amor de Dios jamás carece de nada y el bien nunca muere, aún en los abismos de las tinieblas.

Provenimos del Amor de Dios, que es nuestra paz, entereza, integridad, totalidad y plenitud. Este también alivia los altibajos de nuestras batallas contra las tendencias negativas, “apaciguando el mar cuando sus olas rugen”. El Amor de Dios crea las inmensurables multitudes de Su Creación, que lo proclaman como nuestro Hacedor y Rey, en aras de Su Nombre.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.