domingo, 5 de octubre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXVII) Isaías

Oídme, vosotros que procuráis justicia, los que buscáis al Eterno. Mirad atentamente la roca de donde fuisteis cortados, y hueco de la fosa de donde fuisteis extraídos. Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; cuando él era uno solo y lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.(Isaías 51:1-2)


Hemos señalado frecuentemente que el bien como expresión fundamental de Amor es nuestro nexo común con el Creador. Ciertamente es el principio de lo que entendemos como Su imagen y semejanza: “Dad gracias al Eterno porque es bueno, Su amorosa bondad es eterna.” (Salmos 106:1, 25:8, 34:8, 86:5, 100:5, 118:1, 118:29, 135:3, 145:9, 147:1; Esdrás 3:11; 2 Crónicas 5:13, 7:3; Nahum 1:7; Lamentaciones 3:25).


El rey David y los Profetas quieren recordarnos este principio fundamental que la Torá indica repetidamente: El Creador es bueno, y nos quiere hacer conscientes de que nosotros también somos esencialmente buenos porque provenimos de la bondad de Su Amor. De ahí que nos diga a través de Isaías que aquellos que buscamos Su rectitud como amorosa bondad primero debemos debemos conocer la simiente de la que fuimos concebidos. La roca y la fosa de las que venimos, como alegorías de la sólida amorosa bondad de Abraham y la amplia generosidad del vientre de Sara. Dios describe la amorosa bondad de Abraham como única (“uno solo”), y la razón para bendecirlo y multiplicarlo. Así nos damos cuenta que la abundante amorosa bondad y verdad del Creador (Éxodo 34:6) son la fuente de Sus bendiciones. En estos atributos se fundamentan la bondad de Dios que Él quiere hagamos prevalecer en nosotros como individuos y como nación, para también propagarla a toda la humanidad.


Ciertamente el Eterno consolará a Sión, consolará todos sus lugares desolados. Convertirá su desierto en Edén, y su desolación en huerto del Eterno. Gozo y alegría se encontrarán en ella, acciones de gracias y voces de alabanza.(Isaías 51:3)


Este versículos sigue inmediatamente para enseñarnos que la base de nuestra conexión (el lugar llamado Sión) con el Creador es lo bueno proveniente de los modos y atributos de Amor. El Amor de Dios restaura y conforta nuestro nexo con Él. Dios transforma la desolación y el yermo de las tendencias y rasgos negativos de las fantasías e ilusiones de ego en las delicias del bien. Estas son el Edén, los huertos, la alegría y el gozo de vivir en los caminos y atributos del Creador.


Préstame atención, pueblo Mío, y óyeme nación Mía. Porque de Mí sale la Torá, y Mi justicia como luz para pueblos a quienes doy descanso. Cerca está Mi rectitud. Mi redención ha salido, y Mis brazos hacen justicia a los pueblos. Las islas esperan en Mí; sí, en Mi brazo ellos aguardan con esperanza.(51:4-5)


La Torá abarca los caminos y atributos de Dios, que de hecho definen nuestra identidad judía, y nos hacen Su pueblo y Su nación. La Torá es la instrucción que debemos atender y asimilar como el sendero recto que nos hace ser justos. En esta justicia encontramos nuestra libertad e iluminación que nos hacen vivir en completa paz, como el descanso que Dios quiere que vivamos.

Así nos hacemos conscientes de que la Redención que nos da Dios, y el juicio de Sus brazos provienen de la rectitud de Su Amor. Aquellos que viven en rectitud aguardan Su Redención, porque vivir en Sus caminos y atributos es lo que mantiene nuestra esperanza en que Él nos liberará de las tendencias y rasgos negativos en la conciencia.


Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad atentamente la tierra abajo. Porque los cielos como humo han de desvanecerse, y la tierra como un vestido se gastará. Y sus habitantes como insectos mueren. Pero Mi redención es para siempre, y Mi rectitud no menguará.(50:6)



Dios nos invita a reflexionar (alzando nuestros ojos) sobre los aspectos espirituales (los cielos) y materiales (la tierra) de Su Creación, y asimilar que ambos no trascienden en su propia existencia. Él nos dice que lo que en realidad trasciende es el conocimiento de vivir en Su Redención, como el comienzo de la etapa final e interminable de Su Creación, el eterno Shabat que es la culminación de Su postrero plan.

Esta etapa final es establecida por la rectitud del bien que Él quiere hacer prevalecer en Su Creación. Así comprendemos que la rectitud y el bien son partes del mismo principio integrador que Amor es como la manifestación material del Amor de Dios.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.