lunes, 10 de abril de 2017

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (XXXIV)

“Muchas aguas no pueden sofocar el amor, y ríos no lo pueden ahogar. Si un hombre diera toda la riqueza de su casa a cambio de amor, él sería la burla hasta el escarnio.” (Cantar de los Cantares 8:7)

Este sagrado amor ardiente no puede ser destruido por nada, no importa qué tan grande o abrumador pueda llegar a ser. Tampoco puede ser condicionado, adquirido o negociado por posesiones materiales, porque el bien que procede de amor no cohabita con nada diferente a sus modos y atributos.

“¿Podría un trono de maldad asociarse a Ti, alguien que convierte la iniquidad en ley?” (Salmos 94:20)

“También el Eterno da bien, y [así] nuestra tierra rinde su fruto.” (Ibíd. 85:12)

Entonces asimilamos que el bien proveniente del amor de Dios es su propia cosecha, y debemos ser conscientes de que nuestra redención total es el bien como origen y finalidad de Su creación. Entre más vivamos en los modos y atributos de amor, más estaremos viviendo la redención final de Dios.

“Nuestra hermana es pequeña y no tiene pechos. ¿Qué podemos hacer por nuestra hermana el día que se hable de ella? Si fuese ella una muralla, le construiremos un palacio de plata. Y si fuese ella una puerta, la rodearemos con un cerco de cedro.” (Cantar de los Cantares 8:8-9)


Estos versículos y los restantes de este poema se refieren a la nueva conciencia que nos aguarda con el advenimiento de la era mesiánica. Esta nueva conciencia será como una hermana menor para Dios e Israel, la cual se develará a nosotros cuando se complete nuestra redención final. Esta se manifestará, ya sea como un nuevo paradigma (“muralla” como ciudad amurallada) o como un nuevo principio regidor (“puerta” de entrada) para la era mesiánica. El cerco de cedro es otra alusión al Tabernáculo o Templo de Jerusalén.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.