miércoles, 14 de junio de 2017

Eclesiastés: La ilusión de la vanidad y la realidad del amor (II)

“¿Qué es lo que ha sido? Es lo que es. ¿Y qué es eso que ha sido hecho? Es lo que ha sido hecho, y no hay nada nuevo bajo el sol. ¡Hay algo de lo que alguien diga, ‘Mira, esto es nuevo’! ¡Ya ha estado en otras épocas antes que nosotros! No hay memoria de las antiguas ni memoria de las recientes entre aquellas que vendrán después. 
(Eclesiastés 1:9-11)

Estos versículos nos advierten acerca de nuestra actitud y conducta repetitiva ente la vida, como si la conciencia humana estuviese condenada a ser igual a pesar de los progresos registrados a través de los tiempos. Las palabras de Salomón podrían referirse a un rasgo o tendencia general que nos hace discernir, entender, asimilar y sentir del mismo modo sin importar las circunstancias o los tiempos que hemos vivido en la historia.

Las declaraciones reiterativas de Salomón en este libro apuntan a los patrones repetitivos característicos de los rasgos y tendencias de las fantasías e ilusiones de ego. Esto revela la tendencia obsesiva y adictiva de la naturaleza temporal de las fantasías e ilusiones típicas de una actitud egocentrista ante la vida.

Todo lo que nuestros corazones y ojos desean sigue igual desde que Adán y Eva transgredieron el mandamiento del Creador de no comer del Árbol del Conocimiento del Bien y Mal, el cual era “deseable a los ojos”.

Este patrón que ha permanecido igual puede ser reemplazado por un “cambio de paradigma” basado en la adopción de principios y valores enfocados más en perseguir el bien individual y colectivo en aras del propio bien, que en satisfacer los deseos egoístas bajo la dictadura de la sociedad de consumo.

“Yo, Kohelet, he sido rey de Israel en Jerusalén. Y he dado mi corazón para buscar e escudriñar con sabiduría lo concerniente a todo lo que ha sido hecho bajo los cielos. Es una mala tarea que el Eterno ha dado a los hijos del hombre para responder por esta. (1:11-13)

Estos versículos reafirman el contexto en el que comentábamos, porque es un patrón  negativo afrontar la creación de Dios en general y este mundo en particular a partir de la vanidad y futilidad de las fantasías e ilusiones de ego.

La sabiduría es inútil mientras la apliquemos a estas últimas. Hemos indicado en nuestro comentario a El Cantar de los Cantares en este blog que “no hay verdadera sabiduría sin amor, y no hay verdadero amor sin sabiduría”. Estos versículos lo confirman, y la carga más pesada es desperdiciar el potencial del intelecto y sabiduría viviendo una vida sin significado.

Aprendemos aquí que sobre nosotros pesan las consecuencias de las decisiones que nosotros tomamos, y no Dios. Él nos encomienda elegir las bendiciones de la vida y rechazar las maldiciones que llevan a la muerte. En este sentido las fantasías e ilusiones de ego, con sus rasgos y tendencias negativas son cargas de las que el Creador nos hace responsables.

De ahí que debamos asimilar el mensaje de Salomón en estos versículos, no entendiendo la condición humana como algo inmutable y sin significado sino para hacernos conscientes de que lo opuesto a la naturaleza temporal de las vanidades y futilidades del egocentrismo son los modos y atributos de amor.

“He visto todo lo hecho bajo el sol, y he aquí que todo es vanidad y una vejación del espíritu [alma]. Algo torcido no puede enderezarse [lit. repararse], y lo que está ausente [lit. lo carente] no puede tomarse en cuenta.” (1:14-15)

Aquí entendemos que lo roto no puede retornar a su estado original por tratarse de algo fraccionado que perdió su entereza. Esto también se refiere a los deseos materialistas de ego derivados de creencias y sentimientos de carencia, ya que esta última es lo puesto a lo entero o completo.

En los modos y atributos de amor nunca hay carencia porque el amor abarca e integra todo lo valioso, y por lo tanto nombrado y contado por el Creador como parte del bien que Él quiere hacer prevalecer en Su creación.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.