domingo, 3 de abril de 2011

Parshat Metzorá: Abrazando la Pureza de Amor Divino

"Esta será la ley del metzorá en el día de su purificación: Él será traído al Sacerdote" (Levítico 14:2). Nuestros Sabios explican que el metzorá es una persona afligida por tzaraat, término usualmente traducido como lepra pero lo describen como una afección cutánea que aparece como resultado de habladurías y difamación. Ellos concluyen que tzaraat es una señal divina para hacer consciente al difamador de la gravedad de hablar negativamente, motivado por arrogancia y altivez que nos separan de la unidad que Israel debe mantener. Aunque en nuestros tiempos no somos afligidos con problemas de la piel por hablar mal de otros, debemos ser conscientes de que nos separamos de los demás cuando la agenda de ego prevalece en la manera como nos relacionamos con ellos.

El Sumo Sacerdote, que representa el mayor conocimiento de nuestra conexión con Dios, es quien hace retornar al difamador de su viaje de ego hacia el poder unificador de los modos y atributos de Amor. Porque Amor es nuestra Esencia común que nos mantiene unidos cuando nos cuidamos unos a otros, cuando nos protegemos mutuamente, y cuando nos conducimos juntos en la misión de revelar la Presencia Divina en el mundo material y en toda la Creación.


Debemos ir más allá de la superficialidad de los aspectos inferiores de la conciencia y hacerlos que sirvan al propósito mayor que Amor, nuestra verdadera conciencia e identidad, quiere de nosotros a pesar de las limitaciones, obstáculos y desafíos que enfrentamos en la realidad material. Estamos limitados a existir dentro de las fronteras que imponen las leyes de la naturaleza, los desafíos que representan los desastres naturales y los obstáculos en que se pueden convertir cuando nuestra supervivencia y bienestar están en peligro.

En este predicamento las cosas empeoran cuando no actuamos como los cuidadores que somos unos de otros, y es egoísmo lo que destruye el bienestar individual y colectivo que Amor nos insta a lograr. Enfrentamos desastres naturales no como individuos sino como la unidad colectiva que debemos ser. También debemos estar unidos para hacer frente a problemas sociales y económicos causados por tiranía y despotismo como expresiones destructivas de las dimensiones inferiores de la conciencia humana.


Represión, discriminación, prejuicio, corrupción, opresión y sus sinónimos se derivan de la arrogancia y altivez como la ilusión de ego de sentirse superior para convertirse en un diosillo que quiere controlar no sólo la vida y destino de los demás sino también las leyes de la naturaleza.

La parshá continúa con la limpieza y expiación (entendida como transformación) del difamador. Más adelante yuxtapone la emisón seminal masculina con la menstruación femenina, ambas como estados de impureza que necesitan ser limpiados ritualmente. El denominador común de ambas es la muerte de las semillas que potencialmente conciben la vida humana. En este sentido la vida es exaltada como la más elevada expresión de la Creación, de ahí que deba ser valorada y respetada hasta el punto que al perder nuestro potencial de germinar vida (con la emisión seminal y la menstruación) nos hacemos impuros.


Hay una lección implícita que aprender de las leyes sobre estas situaciones fisiológicas, y no es solamente acerca de ser vida sino también de ser portadores de vida. Aprendemos de esto que podemos permanecer limpios y puros ante nuestro Creador cuando elegimos las bendiciones de la vida en vez de las maldiciones de la muerte, tal como Él nos lo encomienda.

Vida es el principio esencial y la vasija de los modos y atributos de Amor, mientras que muerte es la expresión de los rasgos negativos derivados de las ilusiones y fantasías materialistas de ego. Nos hacemos impuros e inmundos cuando albergamos pensamientos, ideologías o creencias que engendran resultados negativos que conducen a la muerte como negación de los modos y atributos de Amor.


Israel es elegido como el defensor de Amor como la manifestación material del Amor de Dios, y la porción termina recordándonos esto como parte de nuestro Pacto con el Creador: "Separaréis a los hijos de Israel de su contaminación [de los difamadores], y ellos no morirán como resultado de su contaminación si aquellos contaminan Mi Tabernáculo que está entre ellos." (15:31) y como hemos dicho antes el Tabernáculo representa el conocimiento permanente de la Presencia Divina en nuestras vidas mientras nos mantengamos separados de las expresiones impuras derivadas de la muerte, representada por todo aquello que no puede coexistir con los modos y atributos de Amor.

En esta porción la Torá nos recuerda otra vez que la arrogancia es la madre de todas las ilusiones negativas que el ego nos hace creer y adorar como los ídolos que pretenden negar el Amor del Creador como la única Esencia y sustento de toda la Creación, incluidos nosotros.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.