La porción de esta semana nos enseña acerca de pureza ante nuestro Creador: "Habla a los hijos de Israel, diciendo, 'Si una mujer concibe (tazria), y da a luz in varón, estará impura siete días; como durante los días de separación (nidá) de su período (menstrual) estará impura" (Levítico 12:2) y comienza desde el momento en que nacemos.
Nuestros Sabios dicen que un recién nacido es dado a luz por su madre en estado de impureza debido a que ella sufre durante el parto, y con ello entendemos que la vida debe empezar con un mejor comienzo. La vida no es perfecta mientras tengamos que elegir entre correcto e incorrecto, falso y verdadero, positivo y negativo, entre la ambigüedad de ilusión y Verdad. Podemos expresarlo mejor diciendo que la vida es perfecta siempre y cuando elijamos la Verdad que representan los caminos y atributos de Amor, en vez de las fantasías e ilusiones materialistas de ego. En este contexto la pureza está relacionada con lo que el Creador quiere de nosotros para estar unidos a Él.
La Torá frecuentemente menciona que debemos ser sagrados porque el Eterno es sagrado, y de esto inferimos que somos sagrados porque somos parte de Su Creación. Entonces debemos acercarnos a Él, a Sus caminos y atributos, para llegar a conocer la Esencia de nuestra identidad la cual es Su Amor, la pureza de lo que nos hace sagrados ante Él. El primer versículo de esta porción es seguido por "Y en el octavo día la carne de su prepucio será circuncidada" (12:3) refiriéndose al recién nacido con el fin de sellar en la carne el Pacto entre Israel y el Creador, y para el pueblo judío este es comienzo de la vida en el mundo material.
El Pacto es el inicio de la vida al remover lo que no es necesario que cargue nuestra conciencia, el "prepucio" como lo añadido que es potencialmente negativo en lo inferior de nuestra naturaleza humana. La circuncisión se convierte en nuestra respuesta incondicional, y hasta inconsciente, al Pacto que Dios nos da para realizar la alianza que Él nos ofrece en Su Creación. La llamamos "hasta inconsciente" porque aceptamos el Pacto cuando aún no estamos completamente conscientes de nuestra existencia en el mundo.
Entonces es un Pacto más allá de toda comprensión, separada de la manifestación material de la Creación de Dios, representada por el octavo día de vida. Este Pacto es la realización de la unidad eterna de Israel y el Creador, unidad más allá de comprensión y al mismo tiempo un recordatorio en nuestra carne de nuestro compromiso para cumplir Sus caminos con lo sagrado que Él quiere que seamos conscientes: lo que verdaderamente somos.
Tenemos que entender sagrado como la percepción práctica del Amor de Dios en nuestras vidas, en las que los modos y atributos de Amor deben dirigir cada aspecto y dimensión de la conciencia. Es en esta realidad del día a día que tenemos que ser leales, puros con Sus caminos. Así somos advertidos otra vez para no caer en expresiones negativas que nos hacen separar de Él: "Cuando un hombre tenga en la piel de su carne una protuberancia, una mancha, o un punto brillante, y se vuelva en la piel de la carne la plaga de lepra, entonces él será traído ante Aarón el sacerdote (…)" (13:2).
Nuestros Sabios (Talmud, Arajín 15b y 16a) se refieren a lo que ha sido traducido como "lepra", como una señal de conducta negativa como la arrogancia, el asesinato, el perjurio, la difamación, la inmoralidad sexual, la avaricia y el robo, análogos a las siete naciones que Israel tuvo que conquistar para habitar en la Tierra Prometida. Estas, al igual que las demás expresiones negativas de la conciencia humana, nos separan de los atributos de Amor: "Todos los días donde la plaga esté en él lo harán impuro, [por lo tanto] él morará solo, sin [afuera de] el campamento él morará." (13:46) y para retornar a los atributos de Amor debemos transformar todas las expresiones negativas mediante su fuego, su poder transmutante, en bondad: "Y él quemará su vestimenta, o la capa, o la túnica, o algo de piel, donde la plaga esté; porque es una lepra maligna, será quemada en el fuego." (13:52).
Como mencionamos antes, nada es perfecto en el mundo material excepto la Esencia con la fue creado, que es el Amor de Dios. Es mediante Amor que podemos transformar y transmutar las imperfecciones que percibimos como negatividad en lo que llamamos dolor, sufrimiento, depresión, tristeza, indiferencia, y demás. Mientras permitamos que Amor conduzca todos los aspectos de nuestra vida, solo Amor será porque Amor es su causa y su efecto.
Nuestros Sabios dicen que un recién nacido es dado a luz por su madre en estado de impureza debido a que ella sufre durante el parto, y con ello entendemos que la vida debe empezar con un mejor comienzo. La vida no es perfecta mientras tengamos que elegir entre correcto e incorrecto, falso y verdadero, positivo y negativo, entre la ambigüedad de ilusión y Verdad. Podemos expresarlo mejor diciendo que la vida es perfecta siempre y cuando elijamos la Verdad que representan los caminos y atributos de Amor, en vez de las fantasías e ilusiones materialistas de ego. En este contexto la pureza está relacionada con lo que el Creador quiere de nosotros para estar unidos a Él.
La Torá frecuentemente menciona que debemos ser sagrados porque el Eterno es sagrado, y de esto inferimos que somos sagrados porque somos parte de Su Creación. Entonces debemos acercarnos a Él, a Sus caminos y atributos, para llegar a conocer la Esencia de nuestra identidad la cual es Su Amor, la pureza de lo que nos hace sagrados ante Él. El primer versículo de esta porción es seguido por "Y en el octavo día la carne de su prepucio será circuncidada" (12:3) refiriéndose al recién nacido con el fin de sellar en la carne el Pacto entre Israel y el Creador, y para el pueblo judío este es comienzo de la vida en el mundo material.
El Pacto es el inicio de la vida al remover lo que no es necesario que cargue nuestra conciencia, el "prepucio" como lo añadido que es potencialmente negativo en lo inferior de nuestra naturaleza humana. La circuncisión se convierte en nuestra respuesta incondicional, y hasta inconsciente, al Pacto que Dios nos da para realizar la alianza que Él nos ofrece en Su Creación. La llamamos "hasta inconsciente" porque aceptamos el Pacto cuando aún no estamos completamente conscientes de nuestra existencia en el mundo.
Entonces es un Pacto más allá de toda comprensión, separada de la manifestación material de la Creación de Dios, representada por el octavo día de vida. Este Pacto es la realización de la unidad eterna de Israel y el Creador, unidad más allá de comprensión y al mismo tiempo un recordatorio en nuestra carne de nuestro compromiso para cumplir Sus caminos con lo sagrado que Él quiere que seamos conscientes: lo que verdaderamente somos.
Tenemos que entender sagrado como la percepción práctica del Amor de Dios en nuestras vidas, en las que los modos y atributos de Amor deben dirigir cada aspecto y dimensión de la conciencia. Es en esta realidad del día a día que tenemos que ser leales, puros con Sus caminos. Así somos advertidos otra vez para no caer en expresiones negativas que nos hacen separar de Él: "Cuando un hombre tenga en la piel de su carne una protuberancia, una mancha, o un punto brillante, y se vuelva en la piel de la carne la plaga de lepra, entonces él será traído ante Aarón el sacerdote (…)" (13:2).
Nuestros Sabios (Talmud, Arajín 15b y 16a) se refieren a lo que ha sido traducido como "lepra", como una señal de conducta negativa como la arrogancia, el asesinato, el perjurio, la difamación, la inmoralidad sexual, la avaricia y el robo, análogos a las siete naciones que Israel tuvo que conquistar para habitar en la Tierra Prometida. Estas, al igual que las demás expresiones negativas de la conciencia humana, nos separan de los atributos de Amor: "Todos los días donde la plaga esté en él lo harán impuro, [por lo tanto] él morará solo, sin [afuera de] el campamento él morará." (13:46) y para retornar a los atributos de Amor debemos transformar todas las expresiones negativas mediante su fuego, su poder transmutante, en bondad: "Y él quemará su vestimenta, o la capa, o la túnica, o algo de piel, donde la plaga esté; porque es una lepra maligna, será quemada en el fuego." (13:52).
Como mencionamos antes, nada es perfecto en el mundo material excepto la Esencia con la fue creado, que es el Amor de Dios. Es mediante Amor que podemos transformar y transmutar las imperfecciones que percibimos como negatividad en lo que llamamos dolor, sufrimiento, depresión, tristeza, indiferencia, y demás. Mientras permitamos que Amor conduzca todos los aspectos de nuestra vida, solo Amor será porque Amor es su causa y su efecto.