domingo, 20 de marzo de 2011

Parshat Sheminí: Siendo Verdad ante el Amor de Dios

"Y fue en el octavo (sheminí) día que Moisés convocó a Aarón y sus hijos, y los ancianos de Israel" (Levítico 9:1), porque ese fue el día que la Presencia Divina eligió para manifestarse al pueblo después que los líderes de las Tribus trajeron sus ofrendas al Santuario: "Y ellos [los sacerdotes] llevaron lo que Moisés les mandó al frente de la Tienda de Reunión, y toda la comunidad se acercó y se paró ante el Eterno. Y Moisés dijo: 'Esta es la cosa que el Eterno os mandó hacer, y la Gloria del Eterno se manifestará a vosotros'." (9:5-6). El Mandamiento fue traer las ofrendas (elevar todos los aspectos y dimensiones de nuestra conciencia para acercarse al Creador) para unirse al Amor de Dios, Su Gloria: "(…) y la Gloria del Eterno se apareció a todo el pueblo. Y fuego surgió [de] ante el Eterno, y consumió la ofrenda de elevación y la gordura sobre el altar; y todo el pueblo vio, cantaron alabanzas, y se postraron." (9:23-24).

"Y los hijos de Aarón, Nadab y Abihú, tomaron cada uno su sartén, pusieron fuego en ellos y colocaron incienso sobre él; y trajeron ante el Eterno un fuego extraño que Él no les había mandado. Y fuego surgió [de] ante el Eterno y los consumió. Y ellos murieron ante el Eterno." (10:1-2). Algunos de nuestros Sabios dicen que Nadab and Abihú decidieron hacer sus ofrendas individualmente a su propia manera con una actitud egocéntrica que no era la correcta.


De este episodio aprendemos que cada rasgo y cualidad que ofrendamos al servicio del Creador debe estar guiada de acuerdo a Sus Mandamientos, y no según nuestra versión individual de cómo debería ser. De la misma manera que el Amor de Dios es incondicional en el sustento de Su Creación, debemos también estar dispuestos a elevar nuestra vida entera a Su Amor, sin condiciones ni motivos ocultos. Nuestro Amor por el Creador debe ser incondicional, como lo manifestaron nuestros Patriarcas. No hay nada "personal" o particular en la manera como elevamos nuestras vidas a Él, porque ante Él somos tan ordinarios como los demás.

Entonces tenemos que incluir todos los niveles (inferiores y superiores) de conciencia en nuestro deseo de estar cerca del Amor de Dios: "Entonces Moisés dijo a Aarón, 'Esto es lo que el Eterno habló: "Yo seré consagrado por aquellos cercanos a Mí, y ante todo el pueblo Yo seré glorificado." (10:3) y en este contexto "todo el pueblo" representa todos los aspectos, rasgos, cualidades, y dimensiones de nuestra vida dirigidos a manifestar (glorificar) el Amor de Dios.

Esta advertencia también excluye alterar nuestra conciencia con algo que no sea sobriedad y clara percepción cuando queremos estar junto a nuestro Creador: "No beberás libaciones que te embriaguen, ni tú ni tus hijos contigo cuando entréis a la Tienda de Reunión, para que no perezcáis. [Este es] Un decreto perpetuo para todas tus generaciones." (10:9) porque estando sobrios en nuestra percepción podremos "distinguir entre lo sagrado y lo profano, y entre lo inmundo y lo puro." (10:10). Entonces queda claro que cualquier medio artificial para alterar la conciencia con el propósito de acercarnos al Creador es tan inaceptable como las fantasías e ilusiones de ego que nos motiven a ello. Debemos vivir con la verdad para nosotros mismos y para los demás, y más aun si deseamos abrazar el Amor de Dios.

Hemos sido convocados a vivir de acuerdo a Sus caminos y atributos, y ello incluye lo que pensamos, sentimos, y hacemos; y también lo que comemos. Por ello el mensaje anterior está seguido por este otro: "Habla a los hijos de Israel, diciendo: Estas son las especies que podréis comer entre todos los animales sobre la tierra (…)" (11:2). Nuestros Sabios enseñan que el acto de comer también debe estar precedido de un propósito moral, y se refieren a animales predadores y especies que reptan, los cuales poseen rasgos que debemos evitar: "No os haréis abominables con ninguna criatura que se arrastra sobre la tierra, y no os haréis inmundos con ellas, que os hagáis inmundos a través de ellas. Porque Yo soy el Eterno vuestro Dios, y os consagraréis y seréis sagrados, porque Yo soy sagrado; y no os contaminaréis a través de ninguna criatura que se arrastra sobre el suelo" (11:43-44).

La parshá concluye recordándonos otra vez tener un claro discernimiento en nuestra actitud ante el mundo material: "para distinguir entre lo inmundo y lo puro, y entre el animal que puede ser comido y el animal que no puede ser comido." (11:47). De manera análoga discernimos al tener que elegir entre las ilusiones y fantasías de ego, y los modos y atributos de Amor; o entre un estilo de vida materialista y egocentrista, y una vida en la Verdad del Amor de Dios.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.