"He
aquí que con rectitud reina un rey, y príncipes gobiernan con
justicia." (Isaías
32:1)
Hay
una cualidad en la conciencia destinada a regir en todos los aspectos
y dimensiones de la vida. Esta cualidad es nuestra Esencia e
identidad provenientes del Amor de Dios que nos creó.
En términos prácticos, se trata de lo bueno como nuestro nexo común
con Dios. Lo bueno es el rey y también
la rectitud con la que reina. Esta es la cualidad que caracteriza la
Conciencia Mesiánica para reinar eternamente. El versículo se
refiere a un rey y a príncipes, pero los rasgos que tienen en común
son la rectitud y la justicia amadas por el Creador: "El ama la
rectitud y la justicia. La tierra está llena
de la amorosa bondad del Eterno."
(Salmos 33:5). En este contexto, los príncipes y
sus juicios representan las expresiones positivas de lo bueno como lo
correcto que debemos hacer.
"Cada
uno será como refugio contra el viento, y un amparo contra la
tormenta; como corrientes de agua en tierra seca, como la sombra de
una gran peña en tierra árida."
(32:2)
Lo
bueno como
cualidad inherente a los modos y atributos de Amor es la expresión
de rectitud y justicia, que son nuestro amparo de las turbulencias en
las fantasías e ilusiones de ego. Hacer lo bueno en aras de lo bueno
es la verdad y armadura que nos protegen de la tormenta de tendencias
negativas en la conciencia. Son las corrientes de agua en lo árido y
seco de una actitud materialista ante la vida.
"No
se cegarán entonces los ojos de los que ven, y los oídos de los que
oyen oirán. Y
el corazón de los necios entenderá para saber, y la lengua de los
tartamudos hablará con fluidez y claridad."
(32:3-4)
Mientras
permitamos que rectitud y justicia sean las expresiones de los modos
y atributos de Amor, nuestros ojos verán y nuestros oídos oirán.
Esto quiere decir que siendo y haciendo lo bueno sabemos y entendemos
que lo bueno es el entero propósito de la Creación de Dios, porque
Dios es bueno. Lo
bueno nos hace
sabios, y lo que decimos y hacemos es tan claro como nuestros
pensamientos.
"Ya
no se llamará noble al necio, ni se le dirá generoso al
mezquino. Porque el mezquino habla mezquindades, y su
corazón fabrica iniquidad, para hacer impiedad y para hablar
escarnio contra el Eterno, dejando vacía el alma hambrienta, y
quitando la bebida al sediento."
(32:5-6)
En
lo bueno no hay necios ni
mezquinos, porque lo bueno llena nuestro conocimiento y nos hace
ricos en su abundancia. Mientras sigamos controlados por la carencia
que caracteriza a las fantasías e ilusiones de ego, sus iniquidades
destruyen lo bueno que procuramos en los modos y atributos de Amor.
Esta destrucción es el resultado de hacer lo opuesto a los caminos
del Creador.
De
ahí que las tendencias negativas en la conciencia son la impiedad y
el escarnio contra lo bueno que Dios quiere que vivamos y hagamos
prevalecer en
todos los aspectos y dimensiones de la vida. Los modos y atributos de
Amor son el alimento y la bebida que sacian el hambre y la sed de
nuestras almas.
"Y
el avaro sus
instrumentos son malvados; él maquina malos pensamientos para
corromper al humilde con palabras mentirosas, aún
cuando el pobre habla con juicio. Pero
el noble concibe planes nobles, y en las cosas nobles se afirma."
(32:7-8)
El
Profeta comunica las palabras del Creador para hacer una clara
distinción entre el bien y el mal, y sus efectos en nuestra
conciencia. La avaricia concibe la vida en carencia, la cual instiga
la envidia, codicia, ambición, soberbia y sentimientos negativos que
corrompen el deseo de nuestra alma de vivir en lo bueno de donde
provino.
Nuestras
almas son los humildes cautivos en la esclavitud de adicciones,
obsesiones y apegos materialistas, además de tendencias negativas
como las mentiras que corrompen nuestra conciencia. Lo
bueno procura lo bueno, y se afirma en lo bueno como expresión
de Amor como manifestación material del Amor de Dios.