domingo, 18 de mayo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LVII) Isaías

“Levantaos, mujeres indolentes, y oíd mi voz; hijas confiadas, prestad oído a mi palabra. Dentro de un año y algunos días os conturbaréis, hijas confiadas, porque se habrá acabado la vendimia, y la recogida [cosecha] no vendrá.” (Isaías 32:9-10)

Nuestros Sabios se refieren a las mujeres en esta metáfora como las ciudades de Judea y Samaria a punto de ser conquistadas y destruidas por los enemigos de Israel. Sus habitantes desoyeron las advertencias del Profeta acerca de su inminente desgracia.

También podemos entender estas advertencias refiriéndose a los aspectos de la conciencia que prefieren ser conquistados y subyugados por tendencias negativas representadas por los enemigos de Israel. Preferimos oír las exigencias derivadas de la envidia, lujuria, codicia, orgullo, indiferencia, indolencia y crueldad, que procurar lo bueno que el Creador quiere para nosotros.

“Temblad, mujeres indolentes; conturbaos, hijas confiadas; desvestíos, desnudaos, y ceñid cilicio en la cintura. Golpeaos el pecho por los campos agradables, por la vid fructífera. Por el suelo de mi pueblo donde crecerán espinos y cardos. Sí, por todas las casas alegres en la ciudad de alegría.” (32:11-13)

Mientras continuemos bajo el dominio de las fantasías e ilusiones de ego, vivimos atrapados en turbación, sin cosechar nada bueno ni alentador. En nuestro negativo predicamento no hay esperanza de ser rescatado y recogido de vuelta a los caminos y atributos de Dios, que son nuestra verdadera libertad y redención. La vida como la tierra se convierte en un campo de espinos y cardos, donde la alegría y la felicidad están lejos de nuestro entorno.

“Porque el palacio ha sido abandonado, hecha un desierto la populosa ciudad. Las torres y fortalezas se tornarán cuevas para siempre. Un deleite para asnos monteses, un pasto para rebaños. Hasta que se derrame sobre nosotros el Espíritu desde lo alto, el desierto se convierta en campo fértil y el campo fértil sea contado como bosque.” (32:14-15)

Antes de enviarnos a nuestros Profetas, Dios nos advierte en la Torá (Deuteronomio) acerca de las consecuencias de nuestra separación de Sus caminos y atributos, ya que depende de nosotros. Elegir los ídolos que hacemos de nuestras fantasías, ilusiones, obsesiones, apegos, adicciones, y tendencias negativas en la conciencia es la premisa para abandonar nuestra conexión permanente con Dios. Esta -- como hemos dicho muchas veces -- está representada por el Templo de Jerusalén.

Aquí se menciona como el “palacio abandonado”, “ciudad desierta”, “fortaleza” y “torre”, donde “asnos monteses y rebaños” se deleitan. Estos representan  imprudencia y falta de dirección. Hasta que retornemos a nuestra Esencia y verdadera identidad que el Amor de Dios creó: “el Espíritu desde lo alto”.

Debemos entender esta reconexión con Dios como nuestro reconocimiento individual y colectivo de quienes realmente somos. Retornar a nuestra verdadera identidad es el inicio de nuestra Redención Final en “el final de los tiempos”. Hemos indicado frecuentemente que este, al igual que “el día del Eterno” representan el momento en que elegimos regresar a nuestro Creador y unirnos a Él para realizar la misión que nos tiene destinada, tal como nos lo encomienda en la Torá.

En esta realización nos damos cuenta que ser, tener y hacer lo bueno son las semillas, el campo, la lluvia, y también la cosecha. Los modos y atributos de Amor son lo bueno que convierte campos desolados y yermos (los rasgos y tendencias negativas en la conciencia) en campos de abundantes frutos, como bosques frondosos.

“Entonces habrá justicia en lo desierto, y en el campo fértil reinará la rectitud. La obra de la justicia será paz, y el servicio de la justicia [será] tranquilidad y seguridad para siempre. Y Mi pueblo habitará en morada de paz, y en habitaciones seguras, y en lugares tranquilos de reposo. Y el granizo, cuando descendiere será en los montes; y la ciudad será del todo abatida.” (32:16-19)

Dios nos recuerda una vez más que la justicia y la rectitud son las premisas de nuestra fructificación en cada aspecto y dimensión de la conciencia que reflejamos en cada faceta de la vida. Ambas son los cimientos de la amorosa bondad y compasión como cualidades esenciales de los modos y atributos de Amor, como manifestación material del Amor de Dios. Otra vez aprendemos que haciendo lo que es bueno conlleva a hacer prevalecer la paz, porque la rectitud trae para nosotros tranquilidad y seguridad en lo que es bueno.

“Dichosos sois vosotros que sembráis al lado de las aguas, enviando adelante los pies de buey y asno.” (32:20)

Al ser y manifestar los modos y atributos de Amor, vivimos alejados de la turbación de las fantasías e ilusiones de ego, y dirigimos nuestros pensamientos, emociones y sentimientos (“las aguas”) en las cuales nuestras pasiones e instintos (“el buey y el asno”) se deleitan en plena libertad, cooperando para labrar el campo de la vida y sembrar en esta lo bueno, para cosechar lo bueno.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.