domingo, 7 de diciembre de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXXXVI) Isaías

Ah, cada sediento, venid vosotros a las aguas. Y quien no tenga dinero, venid vosotros, adquirid y comed, sí comed, adquirid sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué sopesar con dinero por lo que no es pan? ¿Y tu labor por lo que no es para saciar? Escúchame diligentemente a Mí, y come bien, y tu alma se sacia en grosura.(Isaías 55:1-2)

Dios nos recuerda otra vez que no solamente es nuestro Creador sino también nuestro sustento por el que no tenemos que pagar. Estos versículos igualmente nos hacen conscientes de que nuestro propósito en la vida es conocer la fuente de Su sustento (“las aguas”) conociéndolo a Él. Tal como lo hemos indicado frecuentemente, en nuestra tradición hebrea el vino representa alegría y la leche sustento vital.

Nuestra conexión y relación con Dios es gratis, porque todo proviene de Dios y Él está a nuestro alcance siempre y en todo lugar. De ahí que cuestione nuestros intereses y motivos en el mundo material, señalando nuestras necesidades reales a diferencia de las fantasías e ilusiones de ego.

¿Deberíamos pagar por las que no son nuestras necesidades básicas? ¿Y qué son esas cosas que no son básicas y que no sacian? Dios repite que Su guía es nuestra completa saciedad y satisfacción, porque Su consejo es el bien. Así nos damos cuenta que nuestra plenitud material (“la grosura”) debe ser consonante con el deleite de nuestra alma.

Inclina tu oído y ven a Mí. Oye y tu alma ha de vivir, y Yo hago para ti un Pacto eterno, la amorosa bondad de los actos de David que son firmes. He aquí que lo he dado por testigo para los pueblos, un líder y regidor para los pueblos.(55:3-4)

Estos son dos de los versículos emblemáticos que anuncian la Redención Final y la Era Mesiánica. Nuestra transición de los espejismos de fantasías e ilusiones de ego hacia los modos y atributos de Amor comienza con oír (entender) y apegar nuestros corazones al Creador. Aquí nuestra verdadera vida comienza a trascender a través del Pacto eterno de vivir en el Amor de Dios, que se hace manifiesto como el firme y constante bien proveniente de la amorosa bondad.

Este determinado y comprometido Amor es la causa, el medio, el propósito y la finalidad de la conciencia mesiánica representada por el rey David como la regencia de Amor en todos los aspectos y dimensiones de la vida.

Ah, llamas a una nación que no conoces. Y una nación que no te conoce corre a ti, por el amor del Eterno tu Dios y por el Sagrado de Israel, porque Él te ha glorificado. Busca al Eterno mientras sea encontrado, llámalo mientras está cerca.(55:5-6)

La conciencia mesiánica es el prometido nuevo conocimiento permanente que nos embarca hacia el viaje sin fin de conocer al Creador. Esta nación que no conocemos y que tampoco nos conoce guiará nuestra conciencia por el Amor (“en nombre”) de Dios y de Su Amor por Israel, la nación elegida que Él ha glorificado.

Israel es mencionado otra vez como símbolo de los potenciales creativos positivos destinados a dirigir y conducir todos los niveles y dimensiones de la conciencia. Así nos damos cuenta que perseguir el bien es el camino para buscar a Dios , la manera de llamarlo, el medio y la cercanía para encontrarlo.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.