domingo, 3 de mayo de 2015

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (CVII) Isaías

¿No rasgaste los cielos? Bajaste, con Tu Presencia se han movido montañas. (Como fuego que quema el rastrojo, fuego que hace hervir agua) Para hacer conocer Tu Nombre a Tus adversarios, con Tu Presencia se estremecen las naciones.” (Isaías 64:1-2)

El Profeta nuevamente proclama el dominio de Dios sobre Su Creación, evocando los tiempos del Éxodo de Egipto. Estos versículos son el preámbulo para que asimilemos que la Redención de Dios es inminente, tan evidente como Su poder.

Aquí reflexionamos sobre las metáforas que indican que Dios no sólo crea sino que también sustenta lo que crea. Así como el fuego tiene el poder para transformar rastrojos en cenizas y agua en vapor, la voluntad de Dios cumple Su promesa de transformar las tendencias y rasgos negativos en la conciencia (Sus 
adversarios” y las naciones) en cualidades positivas que regirán todos los aspectos y dimensiones de la vida en la era mesiánica.

En Tus obras cosas pavorosas no esperamos. Tú bajaste, con Tu Presencia se han movido montañas. Desde la antigüedad hombres no ha oído, no han prestado oído. Ojo no ha visto que el Eterno te redime [Israel]. Él hace obras para los que esperan por Él.” (64:3-4)

El Profeta declara algo que la mayoría de los creyentes teme del Creador, y es la destrucción. No es un temor infundado teniendo en cuenta lo que narra la Torá sobre el Diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra, y las plagas en Egipto, entre otras. Lo que no consideran son las razones éticas y morales detrás de esos episodios.

También argüirían que en condiciones similares o peores en la historia de la humanidad, la “mano de Dios” ha estado aparentemente ausente. Nos hemos referido a esto en otros comentarios en este 
blog, diciendo que la Creación de Dios es, ha sido y será buena; y que que las decisiones y acciones negativas tienes consecuencias. De ahí que, antes de señalar a Dios o culparlo por los acontecimientos acaecidos en el mundo, primero debemos examinar lo que hemos hecho de este.

Una vez asimilemos en el más profundo nivel que “la maldad causa la muerte del malvado
(Salmos 34:21), comprenderemos lo que la Torá da a entender como destrucción divina. Concentrémonos en lo que Isaías quiere indicar al decir no esperamos “cosas pavorosas” en las “obras” de Dios.

El Profeta menciona el poder de Dios para poner en movimiento Su Creación a través de Su Amor, algo que la humanidad ha preferido no reconocer desde la antigüedad. Esto incluye la redención de Israel acontecida en Egipto.

Isaías evoca el Amor de Dios como el origen y sustento de Su Creación, como premisa para “esperar por Él
. Previamente el Profeta señala el poder de Dios para redimir a Israel en el final de los tiempos.

 [Israel] te has encontrado con el Alegrador y Hacedor de rectitud. En Tus caminos ellos te recuerdan a Ti. Aunque Tú te has enojado cuando pecamos, para ellos es continuarlo, y nosotros somos redimidos.” (64:5)

El Profeta recuerda el encuentro con el Creador tras el Éxodo de Egipto, que Él nos encomienda recordar diariamente y nunca olvidarlo. Luego Isaías habla en primera persona plural como el pueblo de Israel, mientras menciona que “para ellos es continuarlo”, en posible referencia a las naciones o a aquellos de Israel que insisten en transgredir.


Podemos inferir en este versículo que pecar o transgredir implica un proceso de aprendizaje que completamos cuando buscamos nuestra redención de ello. En este sentido la redención del pecado es nuestra redención de la maldad y sus tendencias y rasgos negativos en la conciencia.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.