domingo, 14 de junio de 2015

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (CXIII) Isaías

Yo también, Yo fijo sus vejaciones y sus temores pongo sobre ellos. Porque Yo he llamado y nadie responde. Yo he hablado y ellos no han oído. Y ellos hacen iniquidad ante Mis ojos, y en lo que Yo no deseo ellos se han fijado.(66:4)

Aquí tenemos otro recordatorio de que aún nuestras peores pesadillas son parte de la creación de Dios. Él se atribuye las vejaciones y temores que sufrimos al atrapar nuestra conciencia en las fantasías e ilusiones de ego. Así vemos que nuestras propias creaciones regresan a nosotros como resultado natural de causa y efecto.

Dios nos llama en el bien intrínseco de nuestra existencia, para hacernos ver que aún si supiéramos plenamente que nuestra felicidad y plenitud son los modos y atributos de Amor, preferimos no elegirlos. En vez de ello vivimos en lo que es contrario a nuestra esencia y verdadera identidad, lo que es iniquidad ante Sus ojos. Nos hacemos cautivos en la fijación de fantasías e ilusiones.

Escuchad una palabra del Eterno, vosotros que tembláis ante Su palabra. Han dicho vuestros hermanos que os odian, que os expulsan por Mi Nombre: 'Honrado es el Eterno, y vemos en vuestra alegría', pero ellos son avergonzados.(66:5)

El Profeta se refiere en este versículo a aquellos que imitan y se deleitan en los caminos de las naciones, judíos y no judíos. Isaías advierte a quienes viven por y en los caminos, atributos y mandamientos del Creador, a los que tiemblan ante Su palabra, que sean conscientes de aquellos que los odian y quieren expulsarlos de su tierra.

En este sentido, lo que buscan las naciones como tendencias y rasgos negativos es alejarnos de lo que es contrario a ellos. Esto lo vemos reflejado en la alianza internacional que pretende limitar la presencia judía en la tierra de Israel, además de dividir Jerusalén e impedir la reconstrucción de su Templo.

El mensaje es para que el pueblo judío confíe o siga los caminos de nuestros enemigos, ya que en última instancia estos son los que serán avergonzados por su antisemitismo cuando llegue la Redención Final. Ellos llaman en nombre de Dios, pero nos odian. Lo mismo va para aquellos entre nuestros hermanos, los judíos que se odian a sí mismos, que sirven y alimentan el odio de los enemigos de Israel.

Una voz de estruendo de la ciudad, una voz del templo, la voz del Eterno retribuyendo a Sus enemigos. Antes de sus dolores ella ya ha dado a luz. Antes que un dolor venga a ella, ha dado a luz un varón [Israel]. ¿Quién ha oído algo así? ¿Quién ha visto algo como estos [los hijos de Israel]? ¿Acaso la tierra apareció en un día? ¿Una nación nacida de una vez? Porque ella ha tenido dolores, Sión también ha dado a luz sus ojos.(66:6-8)

Jerusalén es reafirmada como el tiempo y espacio del conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios. En el Templo que es donde nos compenetramos con nuestro Creador, Él nos habla y Su voz es Su voluntad.

Desde el Templo de Jerusalén como nuestro más elevado nivel de conciencia iniciamos la transformación requerida para entrar en la Redención Final y la era mesiánica. En el conocimiento de nuestra conexión con Dios removemos el lado oscuro de nuestra conciencia donde habitan nuestros enemigos.

En esta conexión Dios retribuye a nuestros enemigos, que son también Sus enemigos como tendencias y rasgos negativos que Él no quiere en nuestras vidas. Esta remoción es de hecho dolorosa como los dolores de parto. El Profeta se refiere tanto a Jerusalén como nuestro mayor conocimiento del Amor de Dios, como también a Israel como el portador de la nueva conciencia prometida por Él.

Entrar a la era mesiánica es un largo y doloroso proceso que culmina como el dichoso nacimiento de un varón. De ahí la alusión de que la tierra y todo lo que hay en ella no fueron creados en un día, y que la nación de Israel tampoco apareció de repente.

El nacimiento de la Redención Final ha de ocurrir como algo nunca antes visto ni concebido, porque esta será eterna. De ahí que su llegada requiera el tiempo necesario para que aprendamos y asimilemos el bien de los modos y atributos de Amor como guías y conductores de cada aspecto y faceta de la vida. Estos son los hijos de Sión/Jerusalén, porque del conocimiento de nuestra conexión permanente con Dios proviene todo bien. Así asimilamos que los hijos de Sión son todos los hijos de Israel.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.