lunes, 17 de octubre de 2016

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (IX)

Los florecimientos han aparecido en la tierra, el tiempo de cantar ha llegado, y la voz de la tórtola se oye en nuestra tierra.” (2:12)

El Creador nos dice que cuando elegimos el bien, nuestra cosecha también es el bien. Este es un principio fundamental para la redención final y la era mesiánica, ya que exclusivamente las tendencias y rasgos positivos serán la motivación y dirección de nuestros pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos.

El bien se fundamenta no solamente con el sentido común y el conocimiento empírico (experiencia), sino primordialmente en principios, valores, modos, atributos, normas y lineamientos. Con base en estos se supone que debemos abordar la realidad en cada momento. Los elementos de estos fundamentos deben ser adquiridos desde temprana edad, ya que son el corazón del bien que queremos tener con abundancia en la vida desde sus inicios.

Estos los aprendemos de la Torá y de los modos y atributos del Creador como nuestra conexión con Él. Así nos hacemos conscientes de que el bien precede a la sabiduría, como mencionamos antes al señalar que el verdadero amor no existe sin sabiduría, y que la verdadera sabiduría no existe sin amor. Esta es “la voz de la tórtola” que ha sido oída, y se sigue oyendo en nuestra tierra.

Este versículo nos recuerda las palabras del rey David en torno al mismo tema. “La tierra habrá rendido su fruto; y Dios, nuestro Dios, nos bendecirá. ¡Dios nos bendecirá, y todos desde los más remotos rincones de la tierra lo reverenciarán!” (Salmos 67:6-7)

Los florecimientos han aparecido en la tierra” también indican otra anunciación profética.

Redentores habrán subido al monte de Sión para juzgar al monte de Esaú, y del Eterno ha sido el reinado.” (Ovadia1:21)

Esto en referencia a las tendencias y rasgos positivos renovados y apoderados que conducirán todos los niveles y expresiones de la conciencia, para corregir, rectificar y reorientar las tendencias y rasgos negativos representados por el “monte de Esaú”.

Así comprendemos que Sión (Jerusalén y su Templo) es el lugar del conocimiento permanente de nuestra conexión con el amor de Dios. En Sión moran los más elevados rasgos y cualidades que compartimos con los modos y atributos del Creador.

El mensaje profético de Ovadia nos hace conscientes de que nuestra redención depende de permitir que los “redentores” como modos y atributos de amor dirijan y guíen eternamente todas las facetas y expresiones de la vida humana. El efecto de esto es el júbilo, la alegría y el cantar de la más sublime felicidad que jamás hemos vivido: “¡El tiempo de cantar ha llegado!”.

La alegoría de “la voz de la tórtola” representa la expresión de la nueva conciencia que tendremos cuando la maldad haya sido erradicada de la faz de la tierra. Así entendemos las palabras de Maimónides.


En esa era [mesiánica] no habrá hambruna ni guerra, envidia ni competencia, porque el bien fluirá en abundancia, y todas las delicias estarán disponibles libremente como el polvo. La ocupación de todo el mundo será exclusivamente el conocimiento de Dios. Por lo tanto los judíos serán grandes sabios y conocedores de temas ocultos, asimilando el conocimiento de Dios según la máxima capacidad del potencial humano, tal como lo se declara en Isaías (11:9): 'La tierra estará llena con el conocimiento del Eterno, como las aguas llenan los océanos'.” (Leyes acerca de los reyes y las guerras, 12:5)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.