domingo, 1 de enero de 2017

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (XX)

“¿Qué es tu Amado sobre [otros] amados, oh hermosa entre las mujeres? ¿Qué es tu Amado entre [otros], que tú nos encomiendas?” (El Cantar de los Cantares 5:9)

Nuestros buenos rasgos, cualidades, pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos, junto a nuestras palabras y acciones positivas (todas estas “las hijas de Jerusalén”, porque provienen de nuestra conexión permanente con Dios) cuestionan a Israel la veracidad y fidelidad de su añoranza del amor de Dios y Su prometida redención final.

Estas preguntan a Israel quién es su Dios, su Amado, por encima de otros dioses menores como ídolos reverenciados por las creencias y sentimientos de carencia del ego derivados de fantasías e ilusiones materialistas.

Las hijas de Jerusalén parecen preguntar,

“¿Por qué apelas a nosotros si tú misma has deseado escoger ir tras tus falsos dios de vanidad, futilidad, arrogancia, 'glamor', 'prestigio', 'clase', y 'sofisticación', en el mundo de fantasía de la sociedad de consumo, cultura 'light', tendencias de moda, falsas creencias e ideologías?”

“¿Acaso eres consciente de que el bien de amor como manifestación material del amor de Dios no cohabita con fantasías e ilusiones de ego?”

Nuestro ser consciente debe verse obligado a responder a nuestra esencia y verdadera identidad, que se fundamentan en la verdad del bien. Hablando de la verdad, vivir por esta y hacerla fuente y fundamento de juicio son las expresiones del bien en el mundo material.

Así nos hacemos conscientes de que procuramos el bien como la verdad por la que aplicamos nuestro juicio. De ahí que el bien sea la máxima verdad de la vida, para vivir por ella y para ella en el mundo, y saber que la razón de la justicia es hacer prevalecer la verdad como imagen del bien.

Todas las expresiones del bien provienen del Creador. Al ser y hacer el bien nos bendecimos como extensiones y expresiones de la bondad de Dios. Nuestros sabios llaman a esto ser socios Suyos en Su creación (Talmud, Shabbat 10a).

Así nos hacemos canales, pero también vasijas del bien. No sólo hacemos bien en aras del bien, sino igualmente para proclamar la enseñanza de sus principios y hacerlos regir todos los aspectos de la vida.

Este es el significado original en hebreo de rectitud, generalmente traducida como caridad; porque hacer el bien es lo correcto. No se trata solamente de dar o proveer alimento y bienes materiales para los necesitados, sino también del principio ético detrás de la acción. Somos buenos porque es manera correcta de ser y vivir.

“La avenida de la rectitud conduce la vida, y en su sendero no existe la muerte.” (Proverbios 12:28)

En este contexto ético, la muerte representa lo opuesto a los rasgos y cuaIidades del bien. La muerte como tendencias y rasgos destructivos en la conciencia que debemos transformar y reorientar hacia los modos y atributos de amor.

De esta manera eliminamos la maldad de la faz de la tierra, y comenzamos a vivir el bien del amor de Dios completamente revelado en la era mesiánica.

Debemos saber que el bien es la fuente y objeto de nuestra plenitud. Al hacernos conscientes de que el bien satisface todos los aspectos, niveles y dimensiones de la vida nos hacemos completos, lo cual es cualidad primordial de la paz.

En esta plenitud no hay espacio para carencia, deficiencia, malestar, enfermedad, fracaso, error, falsedad o pecado, porque no hay nada por lo que transgredir. Esta plenitud caracteriza la era mesiánica como el comienzo de la redención total prometida por Dios en la profecía judía.

Así mismo asimilamos la quietud de la paz como la perfección de vivir por, con y en aras del bien. Esta quietud es el resultado final de estar completos al concluir el proceso de transformación desde una conciencia de carencia hacia una de plenitud.

Entonces cuando oímos que el sendero de la rectitud se camina con vigilancia eterna, entendemos que si miramos a la derecha o a la izquierda debemos sólo ver el mismo bien que dejamos atrás al caminar, y que adelante nos esperan nuevas y mayores expresiones del bien que Dios reserva para nosotros.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.