domingo, 19 de febrero de 2017

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (XXVII)

“Tus dos pechos [son] como dos cervatillos, gemelos de una gacela. Tu cuello [es] como una torre de marfil. Tus ojos [son como las] albercas en Jeshbón, allende el portal de las hijas de una multitud. Tu nariz [es] como una torre del Lebanón frente al Damasco. Tu cabeza sobre ti [es] como [el monte] Carmelo, y el cabello de tu cabeza [es] como púrpura. El rey [está] atado a sus rizos. ¡Cuán hermosa eres, y cuán agradable, oh amor en delicias! Tu estatura [es] como una palma de dátiles, y tus pechos como racimos de uvas.” (7:4-8)

Nuevamente la descripción del Creador de los rasgos y cualidades de Israel evoca la estructura o cuerpo del Tabernáculo y del Templo de Jerusalén. Como hemos mencionado antes, estas alegorías sugieren una fusión entre Israel y el Templo como uno solo en compenetración espiritual con el amor de Dios.

“Yo dije, ‘Subiré en la palma de dátiles para sostenerme en sus ramas, y dejar que tus pechos sean como racimos de uvas, y el aliento de tu nariz como [la fragancia de] manzanas. Y tu paladar [sea] como el mejor de los vinos, yendo a Mi amada en rectitud. Haciendo que los labios de los que duermen hablen’.” (7:9-10)

Dios reafirma a Israel Su promesa de redención final y de la era mesiánica. En el tiempo que Él considere apropiado, tal como lo han anunciado los profetas hebreos, el Creador revelará Su presencia en Sión como Jerusalén y su Templo. Este último referido aquí como una palma de dátiles, donde Él será visto elevado.

“Y la gloria del Eterno será revelada, y toda carne la verá junta; porque la boca del Eterno ha hablado. (…) juntos cantarán, porque habrán visto ojo a ojo el retorno del Eterno a Sión.” (Isaías 40:5, 52:8)

Ahí el amor de Dios se compenetrará con el amor de Israel con los más elevados rasgos y cualidades como sus ramas, racimos de uvas, el bien de sus obras y acciones como la fragancia de su aliento, y el deleite del regocijo que causan en todos los corazones, similar al mejor de los vinos.

Todo el bien de estas cualidades, características, obras y acciones emanan como corrientes que provienen únicamente de la rectitud de amor. En la rectitud del amor de Israel, los dormidos (las naciones) hablarán los modos y atributos del amor de Dios.

Como ya hemos visto, estos versículos aluden a una nueva conciencia humana que será guiada solamente por el bien de los modos y atributos de amor, destinados a prevalecer en el mundo material, y dirigidos por Israel como ella heredera de la redención final de Dios para toda la humanidad.

“Y Yo os daré un nuevo corazón y un nuevo espíritu dentro de vosotros, y quitaré el corazón de piedra de vuestro cuerpo y os daré un corazón de carne.” (Ezequiel 36:27)

Aquí la carne representa vida y el corazón como el bien que la impulsa. La existencia tiene significado debido al bien, porque el bien da sentido a la existencia.

La nueva conciencia prometida por Dios, guiada solamente por el bien, completará Su nexo eterno con Israel, porque es la manifestación material y espiritual del amor de Dios, como Su espíritu, gloria, majestad, poderío, victoria, esplendor, soberanía y grandeza.

“(…) Dice el Eterno, ‘Mi espíritu que está sobre ti, y Mis palabras que he puesto en tu boca no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos’, afirma el Eterno, ‘de aquí a la eternidad’.” (Isaías 59:21)

Todos estamos en este mundo para vivir experiencias, aprender, disfrutar y manifestar el bien como nuestra esencia e identidad. Ya hemos dicho que el bien es la esencia del alma como extensión del amor de Dios, y nosotros como almas estamos aquí para encontrarnos a nosotros mismos en todos los aspectos, facetas y dimensiones de la vida y el mundo material.

De este modo revelamos las bendiciones del Creador en todo lo que está en nosotros y nuestro entorno, ya que todo lo que percibimos a través de los sentidos también tiene el propósito de ser y tener bien, un grano de arena, una hoja de hierba, una hormiga o un elefante.

Hemos señalado que el propósito del alma es encontrarse en todas las expresiones de la creación material de Dios, viendo el bien oculto en lo que percibimos como opuesto a éste. Así asimilamos los mensajes de nuestros profetas en torno a la era mesiánica.

 “‘El lobo y el cordero pastarán juntos, y el león comerá paja como el buey; y polvo será el alimento de la serpiente. Ellos no harán mal ni afligirán en toda Mi montaña sagrada’, dice el Eterno.” (Isaías 65:25, 11:6)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.