domingo, 20 de febrero de 2011

Parshat Vayajel-Pekudei: El Santuario del Amor de Dios

Nuestro mayor conocimiento del Creador, representado por Moisés, es lo que nos da el poder para congregar (unir) la conciencia multidimensional representada por los hijos de Israel: “Y Moisés congregó (vayajel) a toda la comunidad de los hijos de Israel, y les dijo: 'Estas son las palabras que el Eterno ha encomendado, para que vosotros las hagáis. Seis días se hará labor, pero en el séptimo día será para vosotros un día sagrado, un Shabat de solemne descanso para el Eterno; quien haga alguna labor en él será muerto [condenado a muerte]'.” (Éxodo 35:1-2).

Lo multidimensional abarca no sólo cada aspecto, rasgo y nivel de nuestra conciencia sino también la realidad individual de cada judío, sea pobre, rico, sabio, ignorante, débil, fuerte, etc. Cuando lo multidimensional es integrado hacia el propósito común de crear en este mundo un lugar donde more la Presencia Divina, el primer Mandamiento es entender esta unidad dentro del contexto del Shabat.

Esta porción de la Torá enfatiza la diferencia entre el Shabat y los demás días, de la misma manera que las labores relacionadas con la construcción del Santuario (Tabernáculo) son aquellas que no realizamos durante el Día de Reposo. Nuestros Sabios explican esta distinción no como una separación entre lo material y lo espiritual, sino como una conexión entre ambas. Después de todo, nada está separado en la Unidad del Creador y Su Creación. En nuestra realidad material se hará labor, no sólo para ganarse la vida y sobrevivir sino para procurar la felicidad individual y colectiva con nuestro esfuerzo. En este punto tenemos que definir el tipo de labor” que nos encomienda el Creador para hacer y son precisamente Sus Mandamientos, Sus caminos y atributos.

Hemos indicado en este blog que nuestro trabajo en este mundo material es revelar el Amor de Dios, y lo hacemos cuando somos y manifestamos Sus caminos y atributos. Esa es nuestra labor y la realizamos en la verdad de Amor, eligiendo esta opción en cada momento de nuestra vida diaria. Por lo tanto trabajamos” en lo que tengamos que hacer siendo y manifestando lo que realmente somos, imagen y semejanza del Creador.

Esta identidad se define a través de Su Amor porque somos una emanación de este Amor. De ahí que lo debamos revelar y vivir en el mundo material. En este contexto las labores diarias para construir el Santuario son nuestros mismos esfuerzos para construir la Unidad permanente con el Creador en nuestra vida diaria. Entonces construir el Santuario para lograr esta conexión es también trabajar dentro de los modos y atributos de Amor para estar unidos al Amor del Creador en nuestra realidad material.

El Shabat no es un día más porque su Esencia trasciende tiempo y espacio: en el Shabat el Creador está más allá de Su Creación y de Su expresión creadora. Hemos dicho muchas veces que nuestros sabios sostienen que “el Creador, la Torá, el Shabat, e Israel son Uno”. Es así es como entendemos la vida en este mundo: en nuestra Unidad con el Creador. Sin este conocimiento vivimos en el aspecto material del mundo, y la consecuencia es una vida sin la Presencia del Creador, algo que puede igualarse a la muerte. Entonces no se trata de imponer la pena capital a quienes no guarden el Shabat, ya que muerte es la consecuencia de ello. ¿Tiene acaso sentido vivir en este mundo sin la Presencia de su Creador?

Vayajel está unida a la última porción del libro del Éxodo, Pekudei, la cual comienza así: “Estos son los acontecimientos (pekudei) del Tabernáculo, además del Tabernáculo del Testimonio [la Torá], como sucedieron según el mandamiento de Moisés, a través del servicio de los levitas; mediante la mano de Itamar, el hijo de Aarón, el sacerdote” (38:21).

La descripción del Santuario prosigue, y los detalles terminan con la corona para el Sumo Sacerdote: “Y ellos hicieron la bandeja de la corona sagrada de oro macizo, y grabaron en ella un escrito, como el relieve de un sello: 'Sagrado para el Eterno'. Y ataron a ella una cinta de azul para ajustarla sobre la mitra encima, como el Eterno encomendó a Moisés” (39:30-31) La corona de oro simboliza lo sagrada que es la conexión permanente con nuestro Creador. “Y ellos trajeron el Tabernáculo a Moisés (…) Y Moisés vio toda la labor y, he aquí, ellos lo habían hecho tal como el Eterno lo había encomendado, y así lo hicieron. Y Moisés los bendijo.” (39: 33, 43).

Otra vez Moisés es reiterado como el mayor alto conocimiento del Creador a cargo de conducir y elevar TODO aspecto, nivel, dimensión, rasgo, cualidad y expresiones potenciales de nuestra conciencia, con el propósito de estar constantemente unidos a los modos y atributos de Amor. Esta es la bendición de Moisés para los hijos de Israel. Y cuando estemos todos unidos individualmente y colectivamente en Amor como nuestra identidad común, el Amor de Dios se unirá a nosotros para ser Uno con Él: “Entonces la nube cubrió la tienda de reunión, y la Gloria del Eterno llenó el Tabernáculo.” (40:34) así la Presencia Divina siempre estará con nosotros: “Porque la nube del Eterno estaba sobre el Tabernáculo de día, y era fuego de noche, ante la vista de toda la casa de Israel, a través de todas sus jornadas” (40:38),

El libro del Éxodo comienza con nuestra esclavitud en el más denso materialismo, y mediante el Amor de Dios fuimos redimidos con Sus Milagros. En nuestro conocimiento del Amor de Dios, Él nos abraza siempre. En este conocimiento, representado por el Santuario, el Creador cumple Su promesa: “Y ellos Me harán un Santuario y Yo moraré entre [en] ellos” (25:8, 29:45-46, Levítico 26:11, Números 5:3, I Reyes 6:13)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.