domingo, 27 de febrero de 2011

El Santuario, Israel, Sión y Jerusalén

En las últimas porciones del libro del Éxodo el tema central es el Santuario (Tabernáculo), seguido por el Sumo Sacerdote y las ofrendas. Nos enfocamos en el Santuario como tiempo y espacio en nuestra conciencia donde y cuando estamos permanentemente unidos al Creador mediante el constante conocimiento de Su Amor, representado por el Sumo Sacerdote. Tenemos que enfatizar que el Santuario está siempre erigido en este conocimiento aunque esté físicamente destruido. Rezamos diariamente al Amor de Dios para reconstruir Jerusalén y su Templo, y esta plegaria también es parte de nuestra oración de acción de gracias después de comer en la que agradecemos Su amor por el continuo sustento de Sus criaturas. En este contexto Jerusalén es tan importante como su Templo porque la capital indivisible de Israel también representa un espacio y un tiempo donde todos los niveles de nuestra conciencia están unidos bajo la voluntad del Creador. Sin embargo es nuestra la decisión de retornar a Jerusalén y reunificarnos con Él.

Aquellos que reconocemos el Amor de Dios por toda Su Creación y seguimos Su palabra podemos entender la certeza de nuestra elección; y al tener presente Su palabra en nuestra mente y corazón, hacemos la elección. Por lo tanto las palabras del Amor de Dios son nuestro camino para retornar a Jerusalén, a Sión, y su Templo. Cerremos el libro del Éxodo y comencemos el del Levítico con la invitación de nuestro Creador a retornar a Su Amor, en las palabras que dictó a nuestro profeta Isaías:

"A estos Yo traeré a Mi Monte Sagrado, para darles alegría en Mi Casa de Oración (Templo de Jerusalén). Sus ofrendas de fuego (elevación) y sus sacrificios serán aceptados en Mi altar, porque Mi casa será llamada Casa de Oración para todas las naciones" (Isaías 56:7) "Todas las naciones" representan todos los rasgos de la conciencia potencialmente negativos que son eventualmente redimidos bajo la conducción de los atributos de Amor, una vez decidamos que sea así: "En los días postreros el Monte del Templo del Eterno será establecido como el principal entre las montañas; y se elevará por encima de las colinas, y todas las naciones concurrirán a él. Muchos pueblos vendrán y dirán, 'Venid, subamos al Monte del Eterno, la Casa de Jacob. Él nos enseñará Sus caminos para que podamos andar en Sus senderos'. La ley (la Torá) saldrá de Sión, la palabra del Eterno de Jerusalén" (2:2-3), "Naciones vendrán a tu Luz (de Jerusalén), y reyes al resplandor de tu aurora" (60:3) porque es en la conciencia de Jerusalén que estamos unidos en el Amor de Dios; y en esta unidad no hay conflicto, separación o división. Esto quiere decir que todos los rasgos y cualidades de la conciencia, inferiores o superiores, pueden coexistir en armonía bajo la conducción del Amor de Dios:

"Ellos ni dañarán, ni destruirán Mi Monte Sagrado, porque la Tierra estará llena del conocimiento del Eterno, como las aguas llenan el mar" (11:9), "'El lobo y el cordero pacerán juntos, y el león comerá paja como el buey, y polvo será el alimento de la serpiente. Ellos ni dañarán, ni destruirán en todo Mi Monte Sagrado', dice el Eterno" (65:25). En este conocimiento nos deleitamos en el Amor del Creador: "En este Monte el Eterno Todopoderoso preparará una fiesta de manjares para todos los pueblos, un banquete de vinos añejos, las mejores viandas, y los más finos vinos" (25:6).

En nuestra elección de ser y manifestar los caminos y atributos de Amor, sólo vivimos la Esencia del Creador: "Aquellos que quedaron en Sión, que permanecen en Jerusalén, serán llamados sagrados, todos aquellos que son contados entre los vivientes en Jerusalén" (4:3), "Serán llamados el Pueblo Sagrado, los Redimidos del Eterno; y seréis llamada La Buscada, la ciudad (Jerusalén) no desolada" (62:12), "Gritad y cantad de alegría, pueblo de Sión, porque grande es el Sagrado de Israel entre vosotros" (12:16).

"Oh pueblo de Sión que vive en Jerusalén, no lloraréis más. ¡Cuán compasivo Él será cuando claméis por auxilio! Cuando Él oiga, Él os responderá" (30:19) porque el Amor Divino siempre está presente en toda Su Creación; sólo tenemos que estar conscientes de esta verdad: "Y los rescatados del Eterno retornarán. Entrarán cantando a Sión, dicha eterna coronará sus cabezas. Felicidad y alegría los llenarán, y se irán la tristeza y el suspiro" (35:10, 51:11), "Tu sol no volverá a ocultarse otra vez, y tu luna no menguará más; el Eterno será tu Luz inagotable, y tus días se tristeza terminarán" (60:20), "El Eterno ciertamente confortará a Sión, y verá con compasión todas sus ruinas; Él hará sus desiertos como el Edén, su devastación como el Jardín del Eterno. Alegría y felicidad se encontrarán en ella, acción de gracias y el sonido de cantares" (51:3).

"Regocijaos con Jerusalén y alegraos por ella, todos vosotros que la amáis; regocijaos grandemente con ella, todos vosotros que habéis estado de luto por ella" (66:10), "Pero alegraos y regocijaos por siempre en lo que Yo crearé, porque Yo construiré Jerusalén para ser una delicia, y su pueblo una alegría" (65:18), "Yo Me regocijaré en Jerusalén, y Me deleitaré en Mi pueblo; el sonido del clamor y el llanto no se oirán más" (65:19) Es en este conocimiento que hacemos la elección: "Escuchadme, pueblo Mío; oídme Mi nación: La ley saldrá de Mí, Mi justicia será una Luz para las naciones" (51:4) y nunca olvidemos que Amor Divino es la Luz que nos guía a Su Unidad, siempre presente y disponible para nosotros: "Antes de que llamen, Yo responderé; cuando estén aun hablando, Yo oiré" (65:24).

No somos perfectos mientras tengamos el libre albedrío que el Creador nos dio en Su Amor incondicional, y Él espera que elijamos Su Amor en vez de las tinieblas de las ilusiones del mundo material: "Que abandone el malvado su camino, y el inicuo sus pensamientos; y que retorne al Eterno, y Él tendrá compasión de Él, y (de él) para nuestro Dios, porque Él perdonará en abundancia. Porque Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos Mis caminos, dice el Eterno. Porque como los Cielos son más altos que la Tierra, así Mis caminos son más elevados que vuestros caminos, y Mis pensamientos más elevados que vuestros pensamientos" (55:7-9) porque "En todos tus sufrimientos Él también sufrió, y el ángel de Su Presencia los redimió. En Su Amor y Su compasión Él los redimió, Él los levantó, y los cargó todos los días del mundo" (63:9).

El Amor de Dios nos creó y de Él estamos hechos, Él siempre está presente sustentándonos y esperando nuestro retorno a Amor, nuestra verdadera identidad. Pero la decisión es sólo nuestra, y cuando elijamos la Verdad viviremos plenamente las palabras del Rey David al declarar: "Dichosos son aquellos que residen en Tu Casa, ellos aun te alabarán eternamente" (Salmos 84:5).

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.