De
lo que se trata vivir en este mundo material es crear un espacio
donde la Presencia Divina more con nosotros, y ese espacio primero
tenemos que crearlo en nuestra conciencia. ¿Qué sentido tendría
vivir, haciéndolo sin Él que creó todo lo que existe? Hay
un gran vacío en nuestra conciencia cuando no sabemos quiénes
realmente somos, y llegamos a tener pleno conocimiento de nuestra
identidad cuando asimilamos que somos una emanación del Creador a
través de Su Amor.
Hemos dicho esto muchas veces para enfatizar que todo lo que existe proviene del Amor de Dios, por tanto Su Amor es nuestra Esencia e identidad. Desconocer esta Verdad universal y trascendente es lo que nosotros llamamos vivir en las fantasías e ilusiones de ego.
Hemos dicho esto muchas veces para enfatizar que todo lo que existe proviene del Amor de Dios, por tanto Su Amor es nuestra Esencia e identidad. Desconocer esta Verdad universal y trascendente es lo que nosotros llamamos vivir en las fantasías e ilusiones de ego.
En
la conciencia fragmentada que tenemos, en la que estamos “divididos”
en la dualidad de bien y mal, verdadero y falso, correcto e
incorrecto, positivo y negativo, etc., el Creador nos dotó con libre
albedrío para poder elegir lo más conveniente y hacerlo. Él nos
dio Su Torá para enseñarnos que lo “conveniente” significa lo
mejor para nosotros, siempre y cuando también sea bueno para los
demás y nuestro entorno inmediato.
Es con este principio fundamental que asimilamos la Presencia Divina en nuestra conciencia, y por lo tanto en nuestras vidas. Lo bueno, lo correcto, lo verdadero y lo positivo son lo esencial para vivir en la unidad que Amor es, porque Amor nos une a través de sus modos y atributos. Mientras vivamos en, con y por ellos jamás estaremos separados unos de otros ni de Dios, porque Amor es el nexo entre nosotros y con Él.
Vivir sin este conocimiento es la más clara indicación de que estamos separados de Amor, y consecuentemente viviendo la agenda individualista de ego.
Es con este principio fundamental que asimilamos la Presencia Divina en nuestra conciencia, y por lo tanto en nuestras vidas. Lo bueno, lo correcto, lo verdadero y lo positivo son lo esencial para vivir en la unidad que Amor es, porque Amor nos une a través de sus modos y atributos. Mientras vivamos en, con y por ellos jamás estaremos separados unos de otros ni de Dios, porque Amor es el nexo entre nosotros y con Él.
Vivir sin este conocimiento es la más clara indicación de que estamos separados de Amor, y consecuentemente viviendo la agenda individualista de ego.
Hemos
declarado muchas veces que ego define nuestro sentido de
individualidad, ya que nos percibimos como individuos. Esto no
quiere decir que debamos perseguir agendas individualistas
separándonos de los demás. Hemos dicho que la separación es la
peor de todas las ilusiones, ya que en realidad no podemos vivir
separados o aislados de otros.
Esto lo hemos aprendido desde que vinimos al mundo. No podemos vivir solos porque fuimos creados por Dios para estar unidos mediante Amor como nuestra Esencia e identidad, y a Él porque estamos aquí debido a Su Amor por toda Su Creación.
Esto lo hemos aprendido desde que vinimos al mundo. No podemos vivir solos porque fuimos creados por Dios para estar unidos mediante Amor como nuestra Esencia e identidad, y a Él porque estamos aquí debido a Su Amor por toda Su Creación.
En
nuestra conciencia “dividida” (la ponemos entre comillas porque
es así como estamos acondicionados para percibirnos a nosotros
mismos y a la realidad material) tenemos
todos los arquitipos de lo potencialmente negativo y positivos para
elegir entre ellos. Esto significa que
tenemos el potencial de llegar a ser como Moisés y Aarón, o como
Kóraj y sus compinches.
Ego es nuestro poderoso sentido de individualidad y como tal puede encaminarnos en los modos y atributos de Amor que nos unen unos a otros y con Dios, o en las illusiones y fantasías que nos separan unos de otros y de Dios. En este punto de la historia de nuestra conciencia debemos saber qué nos une y qué nos separa.
Esto lo hemos aprendido por experiencia propia a través de los siglos, y la Torá nos lo instruye recordándonos los modos y medios para hacerlo en los caminos que Dios quiere que andemos, y no en las fantasías e ilusiones de ego.
Ego es nuestro poderoso sentido de individualidad y como tal puede encaminarnos en los modos y atributos de Amor que nos unen unos a otros y con Dios, o en las illusiones y fantasías que nos separan unos de otros y de Dios. En este punto de la historia de nuestra conciencia debemos saber qué nos une y qué nos separa.
Esto lo hemos aprendido por experiencia propia a través de los siglos, y la Torá nos lo instruye recordándonos los modos y medios para hacerlo en los caminos que Dios quiere que andemos, y no en las fantasías e ilusiones de ego.
Insistimos
nuevamente y reiteramos que nuestra “separación” de los caminos
del Creador, Su
Amor como Él quiere que lo entendamos mediante Sus atributos
indicados en la Torá, es la más ilusoria de todas las ilusiones que
podamos tener. De hecho es el mayor dilema
como confusión que podamos tener, e igualmente requiere de la mayor
certeza y claridad de todas.
Ponemos fin a nuestra separación del Creador cuando nos hacemos plenamente conscientes de Amor como nuestra conexión unificadora y compenetradora con Él y Su Creación. Koraj es el individualista separatista que debemos remover de nuestra conciencia y llenar su espacio con el conocimiento unificador colectivista representado por Moisés y Aarón.
Tenemos que ser vigilantes y sensatos en todos nuestros discernimientos, pensamientos, ideas, sentimientos, emociones, pasiones e instintos para dirigirlos en los caminos y atributos de Amor, manteniendo la conciencia unida en lo potencialmente bueno de su propósito (ver nuestros comentarios sobre la Parshat Kóraj: “Vencer las Ilusiones de Ego” del 9 de junio, 2010 y “Diferenciando entre Verdad e Ilusión” del 19 de junio, 2011).
Ponemos fin a nuestra separación del Creador cuando nos hacemos plenamente conscientes de Amor como nuestra conexión unificadora y compenetradora con Él y Su Creación. Koraj es el individualista separatista que debemos remover de nuestra conciencia y llenar su espacio con el conocimiento unificador colectivista representado por Moisés y Aarón.
Tenemos que ser vigilantes y sensatos en todos nuestros discernimientos, pensamientos, ideas, sentimientos, emociones, pasiones e instintos para dirigirlos en los caminos y atributos de Amor, manteniendo la conciencia unida en lo potencialmente bueno de su propósito (ver nuestros comentarios sobre la Parshat Kóraj: “Vencer las Ilusiones de Ego” del 9 de junio, 2010 y “Diferenciando entre Verdad e Ilusión” del 19 de junio, 2011).
Dios
nos dio el precioso regalo que es la vida para ser plenamente vivida
como individuos que dependen unos de otros y de su ciudado, y este
cuidado es Amor. Así como Él nos cuida proveyendo nuestro sustento
diario y nutriéndonos con Su Amor, también Él quiere que nos
cuidemos unos a otros, proveyendo entre nosotros.
Repitámoslo otra vez. Esto lo sabemos por experiencia, por evidencia empírica, y la Torá nos lo instruye para recordárnoslo. Vivimos en tiempos que nos obligan a erradicar para siempre la mentalidad separatista y reemplazarla por la conciencia de unidad que Amor nos invita a vivir, devido a lo bueno que hay en ella.
Esperar que otros cambien su mentalidad separatista primero que nosotros para luego cambiar la nuestra es parte de la actitud que caracterizó a Kóraj. La actitud de Moisés y de Aarón es primero iniciar en nosotros el proceso de transformación individual, ya que de hecho se trata de nuestra Redención individual y personal de las fantasías e ilusiones de ego.
Una vez empecemos a hacerlo vendrá la Redención colectiva. ¡Que se manifieste completamente y pronto en nuestros días!
Repitámoslo otra vez. Esto lo sabemos por experiencia, por evidencia empírica, y la Torá nos lo instruye para recordárnoslo. Vivimos en tiempos que nos obligan a erradicar para siempre la mentalidad separatista y reemplazarla por la conciencia de unidad que Amor nos invita a vivir, devido a lo bueno que hay en ella.
Esperar que otros cambien su mentalidad separatista primero que nosotros para luego cambiar la nuestra es parte de la actitud que caracterizó a Kóraj. La actitud de Moisés y de Aarón es primero iniciar en nosotros el proceso de transformación individual, ya que de hecho se trata de nuestra Redención individual y personal de las fantasías e ilusiones de ego.
Una vez empecemos a hacerlo vendrá la Redención colectiva. ¡Que se manifieste completamente y pronto en nuestros días!