domingo, 24 de junio de 2012

Jukat: Viviendo los Mandamientos del Creador

Hemos dicho muchas veces que la Torá define nuestra identidad judía, la cual se trata de lo que somos y hacemos, que a su vez determinan nuestra relación con el Creador. Esta relación está forjada a partir de nuestra conexión con Él, la cual depende de Sus Mandamientos, decretos y estatutos contemplados en la Torá.

Hemos mencionado que la raíz semántica hebrea del término “mandamiento” quiere decir conexión, y está determinada por Sus reglas y no las nuestras. Tenemos que entender y asimilar los caminos, modos, medios y atributos con los que Dios se relaciona con Su Creación, incluidos nosotros, de acuerdo a cómo la Torá nos lo instruye. Estos son los cimientos para comprender Sus Mandamientos a pesar de nuestras limitaciones para conocerlo a Él, ya que el Creador no tiene definición. Es por ello que nuestros Sabios enseñan que sólo podemos conocerlo a través de Sus modos y atributos, y aún así nunca lo llegaremos a conocer.

Debemos insistir en que nuestra identidad judía es la suma de todos los 613 Mandamientos en la Torá, porque no sólo definen lo que somos sino también nuestra conexión con el Creador. La esencia subyacente en esta conexión es Amor como nuestro nexo común con Él. El Amor de Dios está presente en sus (trece) atributos como nos lo enseña la Torá (Éxodo 34:6-7).

Como mencionamos en nuestro libro “Amor de Dios”, el reiterado atributo del Creador por Su Creación es compasión como la manifestación material de Su AmorEstos atributos determinan nuestra relación con Él y para abordar y cumplir Sus Mandamientos, ya que son las maneras de asimilar Su Amor también como nuestra Esencia e identidadEl salmista nos lo recuerda.

“El Eterno es graciable y compasivo, lento para el enojo y abundante en amorosa bondadEl Eterno es bueno con todos, Él tiene compasión por todo lo que Él ha creado.” (Salmos 145:8-9)

De ahí que Su Amor sea nuestra referencia en todos nuestros niveles de conciencia. Es así como debemos abordar la vida, y todo lo que somos y hacemos.

Recientemente comentamos acerca de las bendiciones sacerdotales señaladas en la Torá y, en el contexto de nuestra relación con el Creador, tenemos que asimilarlas no sólo como algo que recibimos de Él sino como un Mandamiento para cumplirlo como para de nuestra conexión con Él.

El Creador nos bendice y protege, siempre y cuando también bendigamos con Su Amor todo lo que hagamos, y en esta acción de hecho estamos protegidos porque Amor es nuestra protección. Él resplandece Su rostro (Su Amor) en nosotros mientras nosotros también resplandezcamos (manifestemosAmor con nuestros hechos, ya que Su gracia está en nosotros cuando actuamos con Amor.

Él eleva Su rostro (Amor) en nosotros y pone paz en nosotros mientras dejemos que Amor eleve nuestra conciencia, y en este proceso la paz está con nosotros y con aquellos a quienes tratamos con amorosa bondadDicho de otro modo, las bendiciones del Creador no las recibimos para disfrutarlas como un regalo que nos haga sentir realizados y satisfechos a nivel personal.

Sus bendiciones de hecho tienen un propósito, el cual es que las manifestemos en lo que somos y hacemos. En nuestra relación con el Creador es así como funcionan Sus Mandamientos, ya que mientras los realizamos estamos conectados con Él, y este es un proceso concreto y práctico.

No podemos darnos el lujo de vivir en la fantasía e ilusión de ego de sentirnos bendecidos por Dios creyendo que somos merecedores de Sus bendiciones. Se las pedimos precisamente para manifestarlas en todas las dimensiones de la vida y en nuestra relación con los demás y nuestro entorno.

Ser bendecido no es una dotación personal o individual. Significa lo mismo que sugiere el proverbio de que “a quien mucho se le da, de él mucho se espera”. Una de las mayores diferencias entre el judaísmo y otras creencias es que los judíos estamos instados a manifestar la voluntad del Creador en el mundo material y no para nosotros mismos.

Los Mandamientos de Dios no están dirigidos a beneficiarnos a nivel individual sino a nivel colectivo. Nuestra Redención individual debe ser parte de la Redención colectiva. Recordamos el episodio de los espías en Shelaj como la actitud personal negligente ante la voluntad de Dios, ya que prefirieron permanecer bajo el amparo de la nube divina en el desierto en vez de salir y conquistar las naciones cananeas para asentarse en la Tierra Prometida.

En nuestros tiempos actuales tenemos que entenderlo como el proceso dinámico de salir al mundo y subyugar los aspectos negativos de nuestra conciencia, que nos impiden asentarnos en los modos y atributos de AmorEl salmista nos ayuda a comprenderlo.

“Todos los caminos del Eterno son amorosa bondad y Verdad para quienes guardan Su Pacto y [Sus] testimonios.” (Ibid. 25:10enseñándonos que Sus Mandamientos de hecho son amorosa bondad y Verdad inherentes a Su Amor, y a la manera como Él nos ama.

En este sentido debemos asimilar que Amor es nuestra protección.

Que Tu amorosa bondad y Verdad me protejan continuamente.” (40:12)

La Torá del Eterno es perfecta, restaura el alma; el testimonio del Eterno es fidedigno, hace sabio al necio. Los Mandamientos del Eterno son rectos, alegran el corazón. El Mandamiento del Eterno es claro, ilumina los ojos” (19:8-9)

En los caminos y atributos de Amor todo es recto, dichoso e iluminante.

En nuestros rezos diarios bendecimos a Dios y le agradecemos por Sus Mandamientos.

“(...) porque con la Luz de Tu rostro [en Su Amor]oh Eterno nuestro Dios, Tú nos diste la Torá de vida y amorosa bondad, bondad, rectitud, bendición y compasión, vida y paz”.

Los atributos de todos los Mandamientos que Él nos dio son parte de la identidad que Él quiere que tengamos por ser Sus elegidos. Estos atributos son los decretos, testimonios y estatutos que definen nuestra conexión con Él, porque también son Sus atributos y nuestro nexo común con Él.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.