Hemos
dicho muchas veces que la Torá define nuestra identidad judía, la
cual se trata de lo que somos y hacemos,
que a su vez determinan nuestra relación con el Creador. Esta
relación está forjada a partir de nuestra conexión con
Él, la cual depende de Sus Mandamientos, decretos y estatutos
contemplados en la Torá.
Hemos mencionado que la raíz semántica hebrea del término “mandamiento” quiere decir conexión, y está determinada por Sus reglas y no las nuestras. Tenemos que entender y asimilar los caminos, modos, medios y atributos con los que Dios se relaciona con Su Creación, incluidos nosotros, de acuerdo a cómo la Torá nos lo instruye. Estos son los cimientos para comprender Sus Mandamientos a pesar de nuestras limitaciones para conocerlo a Él, ya que el Creador no tiene definición. Es por ello que nuestros Sabios enseñan que sólo podemos conocerlo a través de Sus modos y atributos, y aún así nunca lo llegaremos a conocer.
Hemos mencionado que la raíz semántica hebrea del término “mandamiento” quiere decir conexión, y está determinada por Sus reglas y no las nuestras. Tenemos que entender y asimilar los caminos, modos, medios y atributos con los que Dios se relaciona con Su Creación, incluidos nosotros, de acuerdo a cómo la Torá nos lo instruye. Estos son los cimientos para comprender Sus Mandamientos a pesar de nuestras limitaciones para conocerlo a Él, ya que el Creador no tiene definición. Es por ello que nuestros Sabios enseñan que sólo podemos conocerlo a través de Sus modos y atributos, y aún así nunca lo llegaremos a conocer.
Debemos
insistir en que nuestra identidad judía es la suma de todos los 613
Mandamientos en la Torá, porque no sólo definen lo que somos sino
también nuestra conexión con el Creador. La esencia subyacente en
esta conexión es Amor como nuestro nexo común con Él. El Amor de
Dios está presente en sus (trece) atributos como nos lo enseña la
Torá (Éxodo 34:6-7).
Como
mencionamos en nuestro libro “Amor de Dios”, el reiterado atributo del
Creador por Su Creación es compasión como
la manifestación material de Su Amor. Estos
atributos determinan nuestra relación con Él y para abordar y
cumplir Sus Mandamientos, ya que son las maneras de asimilar Su Amor
también como nuestra Esencia e identidad. El
salmista nos lo recuerda.
“El Eterno es graciable y compasivo, lento para el enojo y abundante en amorosa bondad. El Eterno es bueno con todos, Él tiene compasión por todo lo que Él ha creado.” (Salmos 145:8-9)
De ahí que Su Amor sea nuestra referencia en todos nuestros niveles de conciencia. Es así como debemos abordar la vida, y todo lo que somos y hacemos.
“El Eterno es graciable y compasivo, lento para el enojo y abundante en amorosa bondad. El Eterno es bueno con todos, Él tiene compasión por todo lo que Él ha creado.” (Salmos 145:8-9)
De ahí que Su Amor sea nuestra referencia en todos nuestros niveles de conciencia. Es así como debemos abordar la vida, y todo lo que somos y hacemos.
Recientemente
comentamos acerca de las bendiciones sacerdotales señaladas en la
Torá y, en el contexto de nuestra relación con el Creador, tenemos
que asimilarlas no sólo como algo que recibimos de Él sino como un
Mandamiento para cumplirlo como para de nuestra conexión con Él.
El Creador nos bendice y protege, siempre y cuando también bendigamos con Su Amor todo lo que hagamos, y en esta acción de hecho estamos protegidos porque Amor es nuestra protección. Él resplandece Su rostro (Su Amor) en nosotros mientras nosotros también resplandezcamos (manifestemos) Amor con nuestros hechos, ya que Su gracia está en nosotros cuando actuamos con Amor.
Él eleva Su rostro (Amor) en nosotros y pone paz en nosotros mientras dejemos que Amor eleve nuestra conciencia, y en este proceso la paz está con nosotros y con aquellos a quienes tratamos con amorosa bondad. Dicho de otro modo, las bendiciones del Creador no las recibimos para disfrutarlas como un regalo que nos haga sentir realizados y satisfechos a nivel personal.
Sus bendiciones de hecho tienen un propósito, el cual es que las manifestemos en lo que somos y hacemos. En nuestra relación con el Creador es así como funcionan Sus Mandamientos, ya que mientras los realizamos estamos conectados con Él, y este es un proceso concreto y práctico.
El Creador nos bendice y protege, siempre y cuando también bendigamos con Su Amor todo lo que hagamos, y en esta acción de hecho estamos protegidos porque Amor es nuestra protección. Él resplandece Su rostro (Su Amor) en nosotros mientras nosotros también resplandezcamos (manifestemos) Amor con nuestros hechos, ya que Su gracia está en nosotros cuando actuamos con Amor.
Él eleva Su rostro (Amor) en nosotros y pone paz en nosotros mientras dejemos que Amor eleve nuestra conciencia, y en este proceso la paz está con nosotros y con aquellos a quienes tratamos con amorosa bondad. Dicho de otro modo, las bendiciones del Creador no las recibimos para disfrutarlas como un regalo que nos haga sentir realizados y satisfechos a nivel personal.
Sus bendiciones de hecho tienen un propósito, el cual es que las manifestemos en lo que somos y hacemos. En nuestra relación con el Creador es así como funcionan Sus Mandamientos, ya que mientras los realizamos estamos conectados con Él, y este es un proceso concreto y práctico.
No
podemos darnos el lujo de vivir en la fantasía e ilusión de ego de
sentirnos bendecidos por Dios creyendo que somos merecedores de Sus
bendiciones. Se las pedimos precisamente para manifestarlas en todas
las dimensiones de la vida y en nuestra relación con los demás y
nuestro entorno.
Ser bendecido no es una dotación personal o individual. Significa lo mismo que sugiere el proverbio de que “a quien mucho se le da, de él mucho se espera”. Una de las mayores diferencias entre el judaísmo y otras creencias es que los judíos estamos instados a manifestar la voluntad del Creador en el mundo material y no para nosotros mismos.
Los Mandamientos de Dios no están dirigidos a beneficiarnos a nivel individual sino a nivel colectivo. Nuestra Redención individual debe ser parte de la Redención colectiva. Recordamos el episodio de los espías en Shelaj como la actitud personal negligente ante la voluntad de Dios, ya que prefirieron permanecer bajo el amparo de la nube divina en el desierto en vez de salir y conquistar las naciones cananeas para asentarse en la Tierra Prometida.
En nuestros tiempos actuales tenemos que entenderlo como el proceso dinámico de salir al mundo y subyugar los aspectos negativos de nuestra conciencia, que nos impiden asentarnos en los modos y atributos de Amor. El salmista nos ayuda a comprenderlo.
“Todos los caminos del Eterno son amorosa bondad y Verdad para quienes guardan Su Pacto y [Sus] testimonios.” (Ibid. 25:10) enseñándonos que Sus Mandamientos de hecho son amorosa bondad y Verdad inherentes a Su Amor, y a la manera como Él nos ama.
En este sentido debemos asimilar que Amor es nuestra protección.
“Que Tu amorosa bondad y Verdad me protejan continuamente.” (40:12)
“La Torá del Eterno es perfecta, restaura el alma; el testimonio del Eterno es fidedigno, hace sabio al necio. Los Mandamientos del Eterno son rectos, alegran el corazón. El Mandamiento del Eterno es claro, ilumina los ojos” (19:8-9)
En los caminos y atributos de Amor todo es recto, dichoso e iluminante.
Ser bendecido no es una dotación personal o individual. Significa lo mismo que sugiere el proverbio de que “a quien mucho se le da, de él mucho se espera”. Una de las mayores diferencias entre el judaísmo y otras creencias es que los judíos estamos instados a manifestar la voluntad del Creador en el mundo material y no para nosotros mismos.
Los Mandamientos de Dios no están dirigidos a beneficiarnos a nivel individual sino a nivel colectivo. Nuestra Redención individual debe ser parte de la Redención colectiva. Recordamos el episodio de los espías en Shelaj como la actitud personal negligente ante la voluntad de Dios, ya que prefirieron permanecer bajo el amparo de la nube divina en el desierto en vez de salir y conquistar las naciones cananeas para asentarse en la Tierra Prometida.
En nuestros tiempos actuales tenemos que entenderlo como el proceso dinámico de salir al mundo y subyugar los aspectos negativos de nuestra conciencia, que nos impiden asentarnos en los modos y atributos de Amor. El salmista nos ayuda a comprenderlo.
“Todos los caminos del Eterno son amorosa bondad y Verdad para quienes guardan Su Pacto y [Sus] testimonios.” (Ibid. 25:10) enseñándonos que Sus Mandamientos de hecho son amorosa bondad y Verdad inherentes a Su Amor, y a la manera como Él nos ama.
En este sentido debemos asimilar que Amor es nuestra protección.
“Que Tu amorosa bondad y Verdad me protejan continuamente.” (40:12)
“La Torá del Eterno es perfecta, restaura el alma; el testimonio del Eterno es fidedigno, hace sabio al necio. Los Mandamientos del Eterno son rectos, alegran el corazón. El Mandamiento del Eterno es claro, ilumina los ojos” (19:8-9)
En los caminos y atributos de Amor todo es recto, dichoso e iluminante.
En
nuestros rezos diarios bendecimos a Dios y le agradecemos por Sus
Mandamientos.
“(...) porque con la Luz de Tu rostro [en Su Amor], oh Eterno nuestro Dios, Tú nos diste la Torá de vida y amorosa bondad, bondad, rectitud, bendición y compasión, vida y paz”.
Los atributos de todos los Mandamientos que Él nos dio son parte de la identidad que Él quiere que tengamos por ser Sus elegidos. Estos atributos son los decretos, testimonios y estatutos que definen nuestra conexión con Él, porque también son Sus atributos y nuestro nexo común con Él.
“(...) porque con la Luz de Tu rostro [en Su Amor], oh Eterno nuestro Dios, Tú nos diste la Torá de vida y amorosa bondad, bondad, rectitud, bendición y compasión, vida y paz”.
Los atributos de todos los Mandamientos que Él nos dio son parte de la identidad que Él quiere que tengamos por ser Sus elegidos. Estos atributos son los decretos, testimonios y estatutos que definen nuestra conexión con Él, porque también son Sus atributos y nuestro nexo común con Él.