domingo, 17 de febrero de 2013

Tetzavé: Realizando Nuestro Nexo con el Creador

Una de las definiciones del Tabernáculo o Santuario [Templo de Jerusalén], además de ser una ubicación geográfica específica en la tierra de Israel, es un tiempo y espacio en nuestra conciencia en los que estamos unidos permanentemente con el Creador.

El Profeta nos los recuerda.

“Así dijo Dios el Eterno: 'Porque Yo los envié lejos entre las naciones, y porque los dispersé a través de tierras, Yo también soy para ellos un pequeño Santuario en tierras adonde ellos [los hijos de Israel] han ido'.” (Ezequiel 11:16)

Hay un Templo en el más alto nivel de la conciencia, y también un Sumo Sacerdote que realiza esta conexión. Este lugar en la conciencia indica lo que procuramos.

“Porque Tú, oh Eterno, eres mi refugio, en lo más elevado Tu has establecido Tu morada” (Salmos 91:9)

El Rey David se refiere a Sión/Jerusalén en muchos de sus salmos para expandir nuestro conocimiento de lo que significa estar cerca de Dios. ¿Qué tipo de lugar en nuestra conciencia es aquel que Él más desea para que Él y nosotros estemos juntos? Hemos repetido con frecuencia que Amor es nuestro nexo común con Él, y estos versículos lo reafirman.

“Porque el Eterno ha escogido a Jerusalén, Él la ha deseado para Su morada: 'Esta es Mi morada para siempre. Aquí viviré, porque Yo la he deseado'.” (132:13-14)

Tetzavé destaca el Mandamiento como conexión con ese medio llamado Santuario, que también es el tiempo y espacio que compartimos con Sión/Jerusalén, al que se refiere David en sus salmos de alabanza. Es el nexo donde el Santuario y el Sumo Sacerdote son uno solo. Ambos inclusive comparten los materiales de los tejidos de sus mantos, que los hijos de Israel traen como ofrendas tomadas de su corazón para el Creador.

Recurramos a las alabanzas de David para alcanzar un mayor conocimiento de esta conexión.

“Glorifica al Eterno, oh Jerusalén, alaba a tu Dios, oh Sión. Porque Él ha reforzado los cerrojos de tus portales. Él ha bendecido a tus hijos dentro de ti. Él ha hecho paz dentro de tus muros. Él te sacia del mejor de los trigos (...)” (147:12-14)

Debemos ser conscientes de que emanamos del Amor de Dios. En este verdaderamente vivimos a plenitud lo bueno que es Él, y lo bueno que Él quiere para nosotros, siempre que elijamos estar cerca de Él. Su Amor es nuestro sustento como la bendición que Él es y de donde provienen todas las bendiciones

“Su provisión [la de Sión/Jerusalén] Yo bendigo con abundancia, a sus necesitados Yo los sacio con pan, y a sus sacerdotes Yo los visto con Redención; y sus piadosos cantarán con voz alta.” (132:15-16)

En el Amor de Dios es donde todos queremos vivir.

“¡Mi Dios es mi roca [sobre la que me recuesto y apoyo], en Él tomo refugio; mi escudo [protector], y el shofar de mi Redención; mi torre elevada, y mi refugio! ¡Mi Redentor que me salva de la violencia!” (2 Samuel 22:3)

Así nos lejamos del malestar derivado de las fantasías e ilusiones de ego, de las que tratamos de escapar.

“Acontecerá que quien llame en el Nombre del Eterno será redimido. Porque en el monte Sión y en Jerusalén habrán aquellos que escapan, como ha dicho el Eterno, y entre el remanente de aquellos que llaman al Eterno.” (Joel 2:32)

En este conocimiento nos damos cuenta que Amor es nuestro nexo permanente con el Amor de Dios.

“El Eterno tu Dios está en medio de ti, Uno poderoso que redimirá. Él se regocijará en ti [Sión/Jerusalén] con alegría. Él te confortará con Su Amor. Él se alegrará en ti con cánticos.” (Sofonías 3:17)

Una vez más reiteramos que el Sumo Sacerdote es el mayor nivel de conciencia, lejos de las cadenas que nos atan en el cautiverio de las fantasías e ilusiones de ego. El Sumo Sacerdote tiene el poder de convocar y unir los demás niveles y dimensiones, representados por los diferentes materiales de sus vestiduras.

Este máximo nivel de conciencia está destinado a integrar y armonizar cualidades y rasgos opuestos que forman parte de lo que somos. El propósito no es reprimir o acallar los niveles inferiores de la conciencia, sino de conducirlos en los caminos y atributos del Creador, de los cuales provienen los modos y atributos de Amor. Al lograr esta formidable tarea también realizamos nuestra conexión con el Creador.

De la misma manera el Amor de Dios integra y une la diversidad de Su Creación. Él no espera menos de nosotros. Con nuestras opciones y decisiones determinamos nuestras vidas y el mundo donde vivimos. De ahí que dependa de nosotros corregir lo que hemos alterado. Ver en este blog nuestro comentario sobre Tetzaveh: “Viviendo Nuestra Unidad con el Amor de Dios” del 26 de febrero de 2012.

Nuestra capacidad de armonizar cada parte que define nuestra conciencia es también el medio para encontrarnos con el Creador. Él es nuestro Dios que nos encomienda no tener dioses de otros ante Su Presencia. Esto quiere decir que tenemos que venir a Él en Sus caminos y atributos, y en nada diferente.

“Porque en Mi Monte Sagrado, la montaña elevada de Israel, declara el Eterno que reina, ahí en la [esa] tierra toda la casa de Israel Me servirá, y Yo los aceptaré. Ahí Yo requeriré vuestras ofrendas y vuestras primicias, junto con todos vuestros sacrificios sagrados.” (Ezequiel 20:40)

Nuestras primicias son lo mejor que podemos hacer de cada parte de nosotros, bajas o altas, con el fin de consagrarlas a Su voluntad.

El salmista también se refiere a esta tarea.

“Alabad al Eterno desde la tierra, monstruos marinos, y todos [los que viven en] los abismos. Fuego y granizo, nieve y vapor, viento tempestuoso, que cumplen Su palabra. Montañas y todas las colinas, árboles frutales y todos los cedros. Bestias y todo ganando, reptiles y pájaros alados. Reyes de la tierra y todas las naciones, príncipes y todos los jueces de la tierra. Adolescentes y doncellas, ancianos y niños. Que alaben ellos el Nombre del Eterno, porque Su Nombre solo es exaltado. Su Gloria está sobre la Tierra y el Cielo” (Salmos 148:7-13)

Ya hemos dicho que Su gloria es Su Amor.

La ausencia física del Templo urgió a nuestros Sabios a instituir los tres rezos diarios en lugar de las ofrendas cotidianas. Orando es como nos compenetramos con Dios por casi dos mil años.

Nuestros Sabios sabían que la Presencia Divina está con nosotros como un pequeño Santuario (ver al inicio la cita de Ezequiel 11:6) dentro de cada uno de nosotros, y los rezos se convierten en los sacrificios que traemos a Él. En ellos estamos unidos en nuestro Amor a Él.

“(...) porque Él es bueno, porque Él es grato, merece alabanza. El Eterno es el reconstructor de Jerusalén. Él recogerá a los dispersos de Israel. Sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas.” (Salmos 147:1-3)

Tetzavé termina con la consagración del incienso, que nuestros Sabios destacan como la culminación de nuestra compenetración con el Creador.

“Y Aarón hará incienso (...) incienso continuo ante el Eterno por [todas] vuestras generaciones.” (Éxodo 30:7-8)

Diariamente suplicamos al Creador que restaure Su Presencia en Sión, una y otra vez.

“Tú eres nuestro Dios, Tú eres nuestro Amo, Tú eres nuestro Redentor. Tú nos salvarás. Tú Te levantarás y Te compadecerás de Sión, pues es hora de ser compasivo con ella. Ha llegado el momento señalado.” (Salmos 102:14)

Y nuestros Sabios inmediatamente agregan en los rezos.

“Tú eres el Eterno nuestro Dios y Dios de nuestros padres, ante quien nuestros antepasados quemaban la ofrenda de incienso”.

Porque en nuestra unión con el Creador estamos redimidos.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.