domingo, 3 de febrero de 2013

Mishpatim: Aprendiendo a Vivir en el Amor de Dios

Las fantasías e ilusiones de ego corresponden a la idolatría, como los modos y atributos de Amor corresponden a la libertad real. En este sentido la idolatría es lo opuesto a la libertad. Mientras nos postremos a lo que restringe nuestra libertad estaremos atrapados en ello. Lo podemos llamar una actitud negativa ante la vida, adicciones, malos hábitos o bajas pasiones, derivados de una falsa creencia o sentimiento de carencia. Estos son los “falsos dioses” de las “naciones” que estamos encomendados a rechazar, subyugar, conquistar y destruir: “No te postrarás ante sus dioses, y no los adorarás, y no harás como ellos, sino que los destruirás y derrumbarás sus altares” (Éxodo 23:24) esto como parte de una anterior advertencia sobre esto: “Concerniente a todo lo que Yo te he dicho, estarás atento, y los nombres de los dioses de otros tú no mencionarás; no se oirá de tu boca” (23:13)

Esta porción de la Torá contiene varias leyes como Mandamientos precedidos por advertencias contra la idolatría (al final de la porción inmediatamente anterior), y seguidas por advertencias similares como indicamos arriba. Hemos dicho que uno de los mensajes fundamentales de la Torá es la condena de la idolatría como el mayor obstáculo para vivir una conciencia superior dirigida a conectarnos permanentemente con nuestro Creador. Esto lo vemos de principio a fin en la Torá. Desde la transgresión en el Jardín del Edén, considerada como una “caída” en los deseos, fantasías e ilusiones de ego (representados por la seducción de la serpiente a Eva). La idolatría de ego en torno a su actitud centrada en sí mismo como lo vivió la generación del Diluvio. Más engrandecimiento de la concepción egocéntrica de ser su propio dios en la generación de la Torre de Babel. Más idolatría en los tiempos de Abraham, más egolatría con el faraón en Egipto, el Becerro de Oro, y demás variaciones idolátricas en nuestros tiempos.

Debemos aprender de nuestra destreza en materia de control egocéntrico, tanto en nuestras vidas individuales como en la cultura, modas, ideologías, creencias, patrones de comportamiento, obsesiones, hábitos y adicciones. Tenemos que conocer a fondo los falsos dioses que veneramos, y los ídolos a los que servimos. En este proceso podemos diferenciar entre las fantasías e ilusiones producto de nuestra propia invención a partir de un sentimiento de carencia. Hemos señalado muchas veces que el “pecado” en el Jardín del Edén fue el resultado de una falsa creencia derivada del deseo de ego de convertirse en su propio dios. Una vez sepamos el origen real de nuestras fantasías e ilusiones, reconoceremos que Amor, como manifestación material del Amor de Dios, es nuestra Esencia e identidad. Cuando asimilemos que sin Amor estamos muertos en los espejismos de las ilusiones de ego, podremos retornar a lo que es verdaderamente real.

Es por ello que la Torá nos instruye que hay leyes que nos hacen entender los Diez Mandamientos entregados en la pasada porción. Tenemos que reiterar que los modos y atributos de Amor contienen sus fundamentos éticos. Amor no es tal sin sus principios y valores. Hay una manera de amar y esta se aplica universalmente a quienes afirman amar. Así es como rechazamos y condenamos a quienes pretenden no ser juzgados, alegando que obedecían órdenes cuando asesinaban gente inocente. Son los mismos que, apoyándose en ideologías nefastas, odian, instigan y perpetran masacres, con el cinismo de ampararse en su amor por la patria, por sus cónyuges y por sus hijos. Así entendemos que sus malvadas ideologías, creencias destructivas y sentimientos negativos son los dioses e ídolos que veneran, y en los que terminan convertidos. Ver nuestros comentarios sobre la parshat Mishpatim: “Las Leyes del Amor de Dios” del 23 de enero de 2011, y “Las Leyes de la Torá como Amor de Dios” del 12 de febrero de 2012 en este blog.

El Rey David nos abre los ojos para despertar de las invenciones de ego: “Ellos [ídolos] tienen manos, mas no pueden tocar. Tienen piés, más no pueden caminar, ni tampoco hablar por su garganta. Aquellos que hacen ídolos terminan convirtiéndose en estos” (Salmos 115:7-8), y nuestros Profetas lo reafirman: “¿Qué valor tiene un ídolo, si un hombre lo ha tallado? ¿O una imagen que enseña mentiras? Porque el que los hace confía en su propia invención (...)” (Habacuc 2:18), “Aquellos que hacen ídolos son nada, y las cosas que atesoran no valen nada. Aquellos que hablasen por estos están ciegos; son ignorantes, [sirven] a su propia vergüenza” (Isaías 44:9) La lección de la idolatría es para hacernos retornar a la verdadera realidad que es Dios: “Mas al Eterno vuestro Dios serviréis, y Él bendecirá tu pan y agua, y Yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti” (Éxodo 23:25) porque Él es la bendición de donde provienen todas las bendiciones: “No habrá mujer que aborte ni [ninguna] estéril en tu tierra; y Yo colmaré el número de tus días” (23:26) Otra vez el Amor de Dios nos recuerda que Él no cohabita con nada diferente a Sus caminos y atributos: “No harás alianza con ellos ni con sus dioses. En tu tierra no habitarán, no sea que te hagan pecar contra Mí sirviendo a sus dioses, porque será un tropiezo para ti” (23:33)

Las leyes en esta porción nos enseñan que la vida es un proceso de aprendizaje, de la esclavitud a la libertad. En nuestros comentarios anteriores sobre esta porción decimos que nuestros Sabios explican estas leyes, no para justificar ni promover la esclavitud sino para entenderla como el servicio que la gente debe realizar luego de haber perdido el privilegio de conducir sus propias vidas. Ellos además explican que la esclavitud debe entenderse como el servicio necesario para recuperar la libertad. En este contexto, los amos de alguien que es vendido son los maestros, reglas y normas que debemos asimilar para no caer en una situación negativa que nos haga perder nuestra libertad. En este sentido, libertad es el privilegio de conducir nuestras vidas en los modos y atributos de Amor y no en las tendencias negativas de los deseos, fantasías e ilusiones de ego. Así entendemos que Amor es nuestra libertad mientras vivamos en las leyes y ordenanzas de sus modos y atributos. Contrario a la idolatría como esclavitud bajo los dominios de ego.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.