domingo, 12 de mayo de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (IV) Oseas

El mensaje de Oseas destaca la deserción de la Tribu de Efraim del plan del Creador para Israel. Recordemos que Efraim representa la línea del primogénito que heredó de su padre José. En este sentido Efraim personifica la extensión de la intención que encarna Israel en nuestro Pacto con Dios. Efraim simboliza rebeldía en la conciencia, la cual rechaza la unidad del Creador con Israel y prefiere abrazar la idolatría. Su rebelión antagoniza con la lealtad de la Tribu de Judá, coronada con la realeza, que decide permanecer en Jerusalén.

Efraim se entregó a ídolos, déjalo” (Oseas 4:17)

En un sentido más profundo, la fuerza de nuestra intención de cumplir el destino de Israel – la primogenitura heredada por Efraim – tiene el poder para dominar y controlar los demás aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia, representados por las Tribus de Israel, excepto el sacerdocio (Leví) y el reinado (Judá) que permanecieron en Jerusalén.

El reinado es la culminación de la voluntad de Dios. Es por ello que Judá contiene la Conciencia Mesiánica que es la realización de la Redención Final del Creador en el mundo material. La Conciencia Mesiánica prevalece sobre todo. Judá y Leví permanecieron leales al destino de Israel y se mantuvieron en Jerusalén, mientras que Efraim se rebeló y arrastró consigo las Tribus restantes hacia la idolatría.

Yo, hasta Yo, conozco a Efraim, e Israel no se esconde de Mí; por ahora, oh Efraim, tú te has prostituido, Israel está manchado” (5:3)

Si uno de los aspectos de nuestra conciencia se adultera por las fantasías de ego y los modos negativos, el resto también se contamina. De ahí que no haya separación porque la conciencia es una a pesar de la diversidad de sus rasgos, niveles y dimensiones. Esto implica que, aun si Judá y Leví permanecieron en Jerusalén, también acabaron corrompidos por la idolatría y la iniquidad.

Pero la soberbia de Israel se verá en su cara; e Israel y Efraim tropezarán en su iniquidad, Judá también tropezará con ellos” (5:5)

Nuestra Esencia y verdadera identidad se corrompen cuando sucumben a la codicia y el egocentrismo bajo un falso sentimiento o creencia de carencia, que termina saciado a expensas de nuestra vida y la de los demás. Así entendemos lo que el Rey David quiere decir cuando escribió que los hacedores de ídolos se convertirán en sus ídolos, la obra de sus manos. Oseas ilustra con elocuencia el destino de Efraim y Judá cuando eligen abandonar el Pacto de Dios con Israel. De ahí que dependa de nosotros retornar a Él, porque cura las heridas que deja nuestra actitud negativa ante la vida.

Yo iré y volveré a Mi lugar, hasta que ellos reconozcan su culpa y busquen Mi rostro. En su tribulación Me buscarán con pasión: 'Venid y regresemos al Eterno; porque Él ha quitado y Él nos curará, Él ha golpeado y Él nos vendará. Nos dará vida después de dos días, en el tercer día nos levantará para que vivamos en Su Presencia” (5:15, 6:1-2)

Nuestra separación del Creador no es prolongada. Podría tomar tan sólo unos días siempre y cuando queramos retornar a Él. Dos días representan los dos primeros templos de Jerusalén. En el tercero y definitivo vivimos en  Él. Al añorar el Amor de Dios, Él también añora nuestro Amor como el nexo común con Él.

Porque Yo deseo la amorosa bondad y no los sacrificios, y el conocimiento del Eterno en vez de ofrendas” (6:6)

Entre más conozcamos a nuestro Creador, más lo amamos y nos apegamos a Él. La fundación de la Conciencia Mesiánica es el conocimiento de Dios, y también su propósito como lo escribió Isaías. El Pacto de Dios con nosotros es eterno, y siempre debemos estar conscientes de ello. Ahí radica nuestra verdadera Redención como la prometió Dios mucho antes de nuestra separación de Su Amor. 

Y será que en ese día, dice el Eterno, que tú me llamarás Esposo, y nunca más Baalí [mi ídolo]. Porque Yo quitaré los nombres de los Baalim [ídolos] de tu boca, y estos nunca más serán mencionados por su nombre” (2:18-19)

En nuestro conocimiento del Amor de Dios en todas las dimensiones de la conciencia, Él las libera de las tinieblas de las fantasías e ilusiones de ego. Nuestra conciencia es liberada de tendencias y rasgos negativos, simbolizados por las bestias salvajes como pasiones y deseos de los sentidos; pensamientos y sentimientos destructivos ilustrados como aves de rapiña; y los bajos instintos descritos como reptiles.

Y en ese día Yo haré un pacto para ellos con las bestias del campo, y con las aves del cielo, y con lo que repta sobre la tierra; y Yo romperé el arco y la espada y la batalla en la tierra, y Yo los haré habitar seguros” (2:20)

Nuestras creencias, ideas y pensamientos potencialmente violentos que generan conflicto, rebelión, confrontación y antagonismo son los arcos y espadas que convierten la vida en un campo de batalla. Al permitir que los modos, medios, arbitrios, atributos y fines de Amor guíen y dirijan todos los niveles de la conciencia, comenzamos a entrar en nuestra Redención individual y colectiva. Empezamos a vivir nuestra Redención cuando casamos nuestra conciencia con Amor, como la manifestación material del Amor de Dios.

Y Yo te desposaré para Mí por siempre; sí, Yo te desposaré para Mí en rectitud, y en justicia, y en amorosa bondad, y en compasión. Y Yo te desposaré para Mí en fidelidad, y conocerás al Eterno” (2:21-22)

En el conocimiento del Creador redimimos nuestra existencia en la libertad de los modos y atributos de Su Amor, que son los heraldos de la Conciencia Mesiánica. Al reconocer y abrazar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad, y lo vivimos como lo que somos, tenemos y hacemos, comenzaremos a vivir el Cielo en la Tierra.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.