domingo, 5 de mayo de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (III) Joel y Oseas

Hemos dicho que los mensajes de los Profetas hebreos tienen tres niveles para discernir. En Joel, el primer nivel relacionado con nuestra separación del Creador es duro con sus palabras. Esta dureza de hecho es la que experimentamos mientras vivimos sin estar compenetrados con Dios. Sin embargo Él no olvida Su Pacto con Israel.

Y sabréis que Yo estoy en medio de Israel, y que Yo soy el Eterno vuestro Dios, y que no hay nada más; y Mi pueblo nunca más será avergonzado” (Joel 2:27)

También hemos dicho que nuestra Redención Final se revela cuando tomamos la decisión de retornar a Sus caminos y Mandamientos, realizando bondad y los modos y atributos de Amor como la manifestación material del Amod de Amor. Al permitir que Amor conduzca todos los aspectos y facetas de la vida, el Amor de Dios es revelado a nosotros completamente.

Y acontecerá después que Yo derramaré Mi Espíritu sobre toda carne; y tus hijos y tus hijas profetizarán, tus ancianos tendrán sueños, tus jóvenes tendrán visiones. Y también sobre los sirvientes y sobre las sirvientas en esos días Yo derramaré Mi Espíritu.” (3:1-2)

Entonces no habrá fantasías ni ilusiones que empañen nuestro discernimiento, pensamientos, creencias, ideas, emociones, sentimientos, pasiones e instintos. Todos estos pertenecen a la carne, a la conciencia material que Dios implantó en nosotros. El Espíritu de Dios, que proviene de Su Amor, los llenará a todos. Todo lo que somos, tenemos y hacemos, simbolizado en nuestros hijos e hijas, finalmente servirá el propósito de nuestra verdadera Esencia e identidad.

Profecía es lo que nos hace ver con claridad. Lo que hemos aprendido (nuestros ancianos) a lo largo de la vida y de nuestra historia tendrá múltiples dimensiones que nunca antes imaginamos. Nuevos pensamientos y nuevas expresiones (nuestros jóvenes) verán y afrontarán la vida con visión diferente. Todos nuestros talentos, destrezas, rasgos y cualidades (nuestros sirvientes y sirvientas) estarán llenos de los modos, medios y propósitos del Creador.

Para poder entrar en la dimensión del Espíritu de Dios tenemos que abandonar nuestros modos anacrónicos, inútiles y negativos. Estos son las amantes, esposas y maridos a los que hemos estado apegados por demasiado tiempo, y que nos han mantenido alejados de lo que realmente somos. El Amor de Dios nos habla cada momento para hacernos conscientes de nuestra verdadera Esencia e identidad. Dios constantemente nos recuerda quién es Él para nosotros. Él es nuestro Creador cuyo Amor forma y sustenta todo. A través de la profecía de Oseas, Dios amorosamente nos pide retornar a Él.

Apelad con vuestra madre, porque ella no es Mi esposa ni Yo soy su marido; y que ella separe su prostitución de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos” (Oseas 2:4)

Nuestra madre es nuestra conciencia, y en particular el aspecto de esta que sabe pertenecemos a nuestro Creador. En este contexto el conocimiento de nuestra conexión con Dios está representado por Jerusalén. Aquí el Profeta alegóricamente la llama nuestra madre. Mientras estemos “casados” y “prostituidos” con los aspectos inferiores de la conciencia y las fantasías e ilusiones materialistas de ego, sabemos que la bondad de los modos y atributos de Amor están lejos de nosotros.

Hemos indicado frecuentemente en nuestros comentarios es este blog que, de la misma manera que Dios no cohabita con nada diferente de Sus modos y atributos que Él nos muestra en este mundo, lo mismo pasa con los modos y atributos de Amor. Esto quiere decir que Él, ni está casado con nuestra conciencia prostituida, ni esta con Él. En Su amorosa bondad y compasión, Dios nunca olvida ni anula Su Pacto con nosotros. Retornamos al Creador cuando le permitimos limpiar nuestra conciencia de lo que no necesitamos.

A menos que Yo la desnude, y la ponga como en el día cuando ella nació, y la haga como como un desierto, y la ponga como tierra seca, y la mate de sed” (2:5)

Damos los primeros pasos en nuestro retorno a Dios cuando removemos los modos negativos y las fantasías de ego como vestiduras que nos mantienen apegados, adictos y cautivos a lo que niega nuestra verdadera libertad, que es con Dios. Una vez vaciemos todo lo que niega los modos de Amor, tendremos sed de los modos del Creador como nuestro verdadero hogar.

Y Yo no tendré compasión de sus hijos, porque son hijos de prostitución. Porque su madre se prostituyó, aquella que los concibió sin pudor; porque ella dijo: 'Yo iré tras mis amantes, que me dieron mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida'.” (2:6-7)

Si no añoramos estar en nuestra verdadera casa ni damos los pasos hacia nuestro retorno, seguimos en el reino de las fantasías e ilusiones de ego. Estas son los hijos de los aspectos negativos de la conciencia, el resultado de cohabitar con lo contrario a los modos y atributos de Amor. Vivimos en las ilusiones de ego creyendo que sustentan y nutren nuestra vida. Es exactamente lo contrario. Las alimentamos con la energía que proviene de nuestra verdadera Esencia e identidad, el alma que el Creador nos dio para vivir. Desperdiciamos nuestro Amor y bondad para sostener las fantasías e ilusiones de ego.

Y ella correrá hacia sus amantes, pero no los alcanzará, y los buscará pero nos los encontrará; entonces ella dirá: 'Iré y regresaré a mi primer esposo, porque entonces era mejor que ahora'.” (2:9)

El reconocimiento de que el Amor de Dios es nuestra verdadera Esencia e identidad tiene el poder de urgir a nuestra conciencia regresar a Él.

Porque ella no sabía que era Yo quien le daba su grano, y su vino, y el aceite, y multipliqué para ella plata y oro, que ellos [los hijos de Israel] usaron para Baal” (2:10)

Tengamos presente que las Tribus de Israel son cualidades y rasgos diversos, impresos en la conciencia de cada judío. La Torá, que define nuestra identidad hebrea, nos enseña que todas las Tribus deben estar unidas para servir a Dios según sus capacidades y potenciales individuales.

Hacemos honor a nuestra identidad sirviendo de acuerdo a los caminos del Creador, y no según las fantasías e ilusiones de ego. Estas son los ídolos, los Baal y Baalim, en los que desperdiciamos nuestra vitalidad (grano, trigo), bienestar y felicidad (vino, mosto), nuestro intelecto y conocimiento (aceite), y lo bueno de la vida representados por la plata y el oro.

Y Yo visitaré en ella los días de los Baalim [ídolos], a los que ella se ofreció, y se adornó con sus aretes y joyas; y fue tras sus amantes y se olvidó de Mí, dice el Eterno. Por ello he aquí que Yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a ella con ternura” (2:15-16)

Al dejar atrás todas nuestras fantasías, ilusiones y deseos materiales, y abrazamos los modos y atributos de Amor, el Amor de Dios nos hablará al corazón con ternura. Cuando nuestro Amor abrace al Amor de Dios, Él llenará todos los aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia con Su Redención. La Conciencia Mesiánica se manifiesta en nosotros a partir de esto.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.