De todos los profetas hebreos el más perseguido, humillado y oprimido fue Jeremías. No sólo porque era el mensajero de la palabra de Dios para Israel y las naciones sino porque decía la verdad. Lo irónico de esto es que ser portavoz de Dios y decir la verdad es lo mismo. Sabemos que Él nos revela atributos que manifiestan Amor por Su Creación: "Y el Eterno pasó ante él [Moisés], y proclamó: 'El Eterno, el Eterno, Dios compasivo y graciable, lento para ira, y de abundante amorosa bondad y verdad" (Éxodo 34:6). De ahí que nuestros Sabios enseñen que estos atributos corresponden a algunos de los Nombres de Dios, y Verdad es uno de ellos.
No es fácil vivir con la verdad, lo cual significa vivir por ella y para ella. Esta es la preciosa herencia de nuestra identidad judía que la Torá nos ha legado. Hemos dicho que ser imagen y semejanza de nuestro Creador quiere decir ser y manifestar Sus caminos y atributos. Somos compasivos porque Él es compasivo, amables y amorosos porque Él es abundante en amorosa bondad, graciables porque Él es graciable. Vivimos en la verdad porque Él es la única Verdad.
Estas son algunas de las razones de que Israel haya sido el más perseguido de todos los pueblos de la tierra. Vivimos por y para la Verdad que es la voluntad de Dios para el mundo material y aún más. La vida de Jeremías nos recuerda quiénes somos, por lo que vivimos y por lo que morimos. La definición integradora de esto es lo bueno que el Creador quiere que vivamos, disfrutemos y celebremos todo el tiempo. ¿Qué y quiénes son los enemigos de este propósito, simple pero integrador? ¿Quién procura subyugar y destruir lo bueno? ¿Quién podría vivir sin lo bueno como expresión de los modos y atributos de Amor, como la manifestación material del Amor de Dios? ¿Qué puede estar en contra de nuestra Esencia y verdadera identidad, con su libertad, expansión, totalidad, abundancia y plenitud como regalos del Amor de Dios? Las respuestas a estas preguntas son las tendencias negativas de la conciencia humana, que llamamos aquí fantasías e ilusiones de ego. Estas son los ídolos y enemigos de la Verdad que somos y que estamos destinados a vivir y manifestar.
"Antes de formarte en el vientre Yo te conocí, y antes de salir del vientre Yo te santifiqué; Yo te he nombrado profeta sobre las naciones." (Jeremías 1:5)
En este sentido Jeremías representa Israel. Como herederos de la Torá somos los portadores de la palabra de Dios y Su voluntad para el mundo material. Así entendemos que cuando el Creador habla a Jeremías, Él habla a Israel.
"Entonces el Eterno me dijo: 'Del norte irrumpirá la maldad sobre todos los habitantes de la tierra. Porque, he aquí que Yo llamaré a todas las familias de los reinos del norte, dijo. Y ellos vendrán, y cada uno establecerá su trono en la entrada de las puertas de Jerusalén, y contra todas las murallas alrededor, y contra todas las ciudades de Judá." (1:14-15)
En nuestro último comentario sobre las profecías de Ezequiel (el 11 de agosto de 2013 en este blog) dijimos que los puntos cardinales representan rasgos de nuestra conciencia, y el norte simboliza tendencias negativas y destructivas, de ahí que "el enemigo viene del norte". Estas son las cualidades negativas de las fantasías e ilusiones de ego, al igual que las bajas pasiones e instintos. Estas son las mayores amenazas contra lo bueno de los modos y atributos de Amor que rigen en el nivel más elevado de la conciencia, representado por Jerusalén. Sabios jasídicos se refieren a las "puertas" de Jerusalén como los orificios que tenemos en la parte superior del cuerpo, la cabeza.
Señalan además las amenazas como seducciones negativas que percibimos con nuestros ojos abiertos, oídos, nariz y boca. De ahí que debamos protegernos de lo que vemos, oímos, olemos y saboreamos. Esto significa que tenemos que alejarnos de los deseos materialistas de ego que ciertamente experimentamos a través de los sentidos, los cuales provienen de la siniestra (el brazo izquierdo), el norte.
Señalan además las amenazas como seducciones negativas que percibimos con nuestros ojos abiertos, oídos, nariz y boca. De ahí que debamos protegernos de lo que vemos, oímos, olemos y saboreamos. Esto significa que tenemos que alejarnos de los deseos materialistas de ego que ciertamente experimentamos a través de los sentidos, los cuales provienen de la siniestra (el brazo izquierdo), el norte.
"Así dijo el Eterno: ¿qué injusticia han encontrado tus padres en Mí, que se han ido lejos de Mí, y andado tras cosas de vanidad, y convertidos en vanos?" (2:5) "¿Ha cambiado una nación sus dioses, que no son dioses? Pero Mi pueblo ha cambiado su gloria por aquello que no es beneficioso." (2:11) "Porque Mi pueblo ha cometido dos males: ellos Me han abandonado, la fuente de aguas vivas, y cavado cisternas, cisternas rotas que no contienen agua." (2:13)
Las advertencias y admoniciones contra la idolatría son mensajes fundamentales de la Torá y los Profetas hebreos, para que reflexionemos sobre las fantasías e ilusiones de ego como ídolos que esclavizan nuestro libre albedrío. Perdemos la libertad al apegarnos, obsesionarnos y hacernos adictos a ellas. Estas son las vanidades que nos hacen vanos, los dioses que no son dioses, por los que cambiamos los modos y atributos de Amor como las fuentes de lo bueno, de lo que nos beneficiamos. Estas son las aguas vivas que emanan del Amor de Dios. Las cambiamos por fantasías materialistas, las cisternas rotas que no tienen agua.
"Tus propias iniquidades te corregirán, y tus deslices te reprobarán: por lo tanto sabe y ve que es algo inicuo y amargo, que tú hayas abandonado al Eterno tu Dios, sin Mi reverencia en ti, dijo Dios el Eterno de multitudes." (2:19)
Vivir en las fantasías e ilusiones de ego tarde o temprano nos hace conscientes de su verdadera naturaleza. Esto se convierte en un proceso de aprendizaje mediante el cual terminamos forzados a perseguir lo bueno, a partir del dolor y el sufrimiento como resultado de tales fantasías e ilusiones. Lo negativo se convierte en el acusador y el castigo que nos empuja de vuelta a lo bueno que cambiamos por lo vano. Este versículo abarca lo que hemos reiterado una y otra vez. Dios no castiga nuestras transgresiones, nosotros somos castigados por las consecuencias de nuestra separación de Él.
¿Qué podría ser peor y más amargo que vivir lejos de la Verdad y la Amorosa Bondad del Creador, de las que proviene todo lo que existe? En este sentido la amargura de la maldad y la iniquidad es el exilio que padecemos lejos de la Tierra Prometida de los modos y atributos de Amor, que es también nuestra Redención.
¿Qué podría ser peor y más amargo que vivir lejos de la Verdad y la Amorosa Bondad del Creador, de las que proviene todo lo que existe? En este sentido la amargura de la maldad y la iniquidad es el exilio que padecemos lejos de la Tierra Prometida de los modos y atributos de Amor, que es también nuestra Redención.
Hemos indicado que el único propósito del mal y todas sus formas y expresiones es ser una referencia -- y no una opción -- para que elijamos lo bueno. Lo bueno es de donde venimos y lo que estamos destinados a manifestar en todas sus formas y expresiones, como modos y atributos de Amor. La Conciencia Mesiánica es lo que nos trae de vuelta a la Esencia de lo que somos, el Amor de Dios.