Para asimilar plenamente la Conciencia Mesiánica como la premisa para la Redención Final, tenemos que entender principios fundamentales esenciales que nos enseña la Biblia hebrea. Dios nos creó a Su imagen y semejanza; nosotros y toda la Creación emanamos del Amor de Dios y somos sustentados por Él; nuestra Esencia y verdadera identidad provienen del Amor de Dios; estamos destinados a ser y manifestar Amor como la manifestación material del Amor de Dios; Él tiene un Plan para Su Creación como resultado de Su Amor por esta; en Su Amor, Dios agració a la humanidad con libre albedrío para que conozcamos nuestra Esencia e identidad con el fin de conocerlo a Él; Dios creo el mal para que podamos ejercer el libre albedrío, y hacernos conscientes de que el mal existe únicamente como referencia para elegir el bien.
Mientras reflexionamos sobre estos principios llegamos a la fácil conclusión de que todo lo que discernimos, pensamos, sentimos, decimos y hacemos, está basado en libre albedrío. De ahí que la Conciencia Mesiánica y la Redención Final dependan de las decisiones que tomemos. En este sentido tenemos que elegir para vivir por aquello que elegimos. La Torá nos dice que la Redención de Egipto fue el resultado de que los hijos de Israel hubiesen clamado a Dios. Ellos lo recordaron a Él, y respondió a su clamor. De esto Sabios jasídicos enseñan que la Redención de Egipto vino de arriba, y la Redención Final vendrá de abajo. Esto debemos comprenderlo como un proceso dinámico. Dios escucha si le hablamos, y también responde cuando clamamos a Él. Este clamor es el verdadero "grito primal". Gritamos clamando al Creador desde el momento en que respiramos por primera vez en el mundo material.
"Porque desde siempre he quebrado tu yunta, y roto tus ligaduras, y tú dijiste: 'Yo no transgrediré'; sobre cada montaña elevada y bajo cada árbol frondoso tú te acostaste, jugando a la ramera" (Jeremías 2:20) "Guarda tus piés de andar descalzos, y tu garganta de la sed; pero tú dijiste: 'No hay esperanza; no, porque a extraños he amado, y tras ellos he de ir'." (2:25)
Hablando de decisiones, el Profeta llama nuestra atención en torno al libre albedrío. Dios nos recuerda a través de aquel que Él nos da libre albedrío, porque este es la clave de nuestro nexo con Él. Entonces el "problema" es cómo manejamos el libre albedrío. Aquí es donde tenemos que reflexionar acerca de nuestra Esencia e identidad. La misma está destinada a gobernar y guiar nuestro juicio. Así finalmente nos damos cuenta de que nuestra libertad se fundamenta en Amor como manifestación material del Amor de Dios, de donde todo proviene. De esta manera asimilamos que Amor es su propia causa y efecto, el paradigma de nuestra existencia. Estamos aquí por Amor y para Amor. Libertad real es vivir en los modos y atributos de Amor. Por lo tanto ejercemos nuestro libre albedrío eligiendo Amor como motivación e intención para su efecto. Todos los Profetas hebreos nos hacen conscientes de las elecciones negativas que hacemos, al igual que su causa y efecto en nuestra conciencia.
"Si tú retornas, oh Israel, dijo el Eterno, retorna a Mí; y si tú alejas tus abominaciones fuera de Mi vista, y sin vacilar. Y jurarás, diciendo: 'Vive el Eterno en [la] verdad, en [la] justicia y en [la] rectitud', y bendecirse han en Él las naciones, y en Él se glorificarán. Porque así dijo el Eterno a los hombres de Judá y a Jerusalén: arad campo para vosotros, y no sembréis entre espinos" (4:1-3)
Como señalamos arriba, la dinámica de la conciencia humana se fundamenta en el libre albedrío. Esto significa que tenemos que elegir el camino hacia la Redención Final, asimilando la Conciencia Mesiánica en la que Amor guía y dirige todos los los aspectos, facetas y dimensiones de la vida. Damos nuestro último adiós al deseo egoísta de fantasías e ilusiones materialistas, y abrazamos la verdad, la justicia y la rectitud de los modos y atributos de Amor, las bendiciones del Amor de Dios, con los que lo glorificamos a Él. Estos son los campos donde aramos y sembramos, fértiles y sin espinos. No seremos redimidos por el Amor de Dios si no elegimos Amor al momento de decidir. Mientras sigamos viviendo con y en las tendencias negativas de la conciencia, la Redención sólo será un sueño fugaz.
"Oh Jerusalén, lava tu corazón de maldad, para que seas redimida. ¿Hasta cuándo albergarás pensamientos inicuos dentro de ti?" (4:14) "Porque Mi pueblo es necio, ellos no Me conocieron; son hijos ignorantes, y no tienen entendimiento; son sabios para hacer maldad, pero para hacer bien no tienen conocimiento" (4:22)
Las admoniciones y advertencias continúan en los mensajes del Profeta, como reiteración de lo que nos hace plenamente conscientes en torno a lo que elegimos con libre albedrío. Aquí nos damos cuenta que nuestras decisiones son directamente proporcionales a nuestro conocimiento del Creador. Entre menos lo conozcamos, menos estamos unidos a Él. Recordemos que el Creador nos conduce para que conozcamos nuestra Esencia e identidad, ya que lo que somos y tenemos provienen Él. Entre más lo conozcamos, más sabremos quiénes somos y para qué estamos aquí.
"Así dijo el Eterno: Que no se vanaglorie el sabio en su sabiduría, ni el poderoso glorificarse en su poder, ni el rico en sus riquezas. Sino que quien glorifica se glorifique en esto, que él Me entiende y Me conoce, que Yo soy el Eterno que realiza amorosa bondad, justicia, y rectitud en la tierra; porque en estas cosas Yo Me deleito, lo afirma el Eterno" (9:22-23)
El Amor de Dios es nuestra gloria y deleite. En Sus caminos y atributos nos glorificamos porque son nuestra libertad y plenitud. Estos versículos nos hacen comprender lo que nuestros Sabios implican al preguntar quién es rico. Aquí vemos que no se trata de sabiduría, poder ni posesiones, sino de nuestro conocimiento del Creador. En este conocimiento nos damos cuenta de que la verdadera riqueza es nuestra conexión con Él.
"Oh Eterno, corrígeme, pero en justicia; pero no en Tu furor, para que no me aniquiles. Derrama Tu enojo sobre las naciones que no te conocen, y sobre las familias que no llaman a Tu Nombre. Porque se comieron a Jacob, ellos lo devoraron y lo consumieron, y asolaron su morada" (10:24-25)
De ahí que en genuina humildad le pedimos a Él que nos guíe en el sendero que nos ha prometido. Aquí aprendemos que las naciones, como tendencias negativas de la conciencia, son la causa de nuestra separación del Creador, Sus caminos y atributos, que hacen sabio a nuestro libre albedrío para proteger nuestro nexo (la morada asolada) con Él. El Profeta emula las palabras del Rey David:
"Redímenos, oh Eterno nuestro Dios, y reúnenos de entre las naciones, para que podamos dar gracias a Tu sagrado Nombre y glorificarnos en Tu alabanza. Bendito es el Eterno, el Dios de Israel, por toda la eternidad y decid: 'Amen'. Alabad a Dios." (Salmos 106:47-48)