domingo, 17 de noviembre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXXI) Isaías

En sus tres capítulos siguientes (7-10) el Profeta se refiere a la situación de Israel en su tiempo, dividido en dos reinos enfrentados en guerra. La idolatría conlleva a la hostilidad y la confrontación con sus devastadores efectos. Los reyes de Judá en el sur, y los reyes de Israel en el norte encontraron su destrucción, caída y cautiverio. Vemos los nefastos resultados de las fantasías e ilusiones de ego. Estas como los ídolos que separan, dividen, corrompen y subyugan todos los aspectos y dimensiones de la vida.

Aún en ese predicamento, nuestro Creador procura la paz y la hermandad para todo Israel, estar unido por y en aras de la Torá como el medio integrador y armonizador para cumplir la voluntad de Dios. A través del Profeta, el Creador habla a los reyes corruptos para hacer prevalecer la rectitud y la justicia como las directrices, y también estas como nuestro nexo común con Él.

"Y el Eterno habló otra vez a [el rey] Ajaz, diciendo: 'Pide tú mismo una señal del Eterno tu Dios: pídela en lo profundo, o arriba en las alturas'. Pero Ajaz dijo: 'No [la] pediré, ni trataré al Eterno'. Y él [Isaías] dijo: 'Oye tú ahora, oh casa de David: ¿Acaso no es suficiente que desprecies a otros [los Profetas], y que también desprecies a mi Dios'?" (Isaías 7:10-13)

Dios da Su mensaje para Ajaz a través del Profeta, a quien el rey contesta con desdén. Isaías responde a su insolencia. Aunque estos versículos se refieren a una situación específica en torno a un malvado monarca judío, podemos entenderlos en el contexto de la Conciencia Mesiánica. El Mesías judío desciende del linaje del rey David, por lo tanto todas las referencias a este linaje están relacionadas con los tiempos mesiánicos. Dios quiere que Israel, como la conciencia integradora que proclama la Redención Final, esté en permanentemente conexión con Él. Aún en el caso de Ajaz, un rey idólatra de Judá, Dios quiere corregir esta conexión con el aspecto regente de Israel.

Dios conoce toda Su Creación. Nos dio libre albedrío, y sabe de lo que somos capaces. Nos deja experimentar las decisiones que tomamos y sus consecuencias. Nos dio discernimiento para aprender de las experiencias. En circunstancias negativas espera que aprendamos, salgamos de estas y regresemos a lo que es bueno. Dios también espera lo mismo de Ajaz, quien se niega retornar a Él.

El Profeta en este caso representa la voz de la Redención, la cual llama a nuestro discernimiento y sentido común. En algún momento en nuestras vidas escuchamos su voz, y nosotros elegimos ignorarla o rechazarla. El mismo desdén expresamos a nuestro Creador. En Su infinita compasión Él nos recuerda los rasgos y cualidades de la conexión que tiene con nosotros, y espera de nosotros.

"Por lo tanto el Eterno mismo te dará una señal: he aquí, la joven mujer concebirá, y tendrá un hijo, y lo llamará Immanuel." (7:14)

Nuestros Sabios se refieren a esta mujer en particular, la joven mujer, como la madre del futuro rey Jezequías, hijo honorable de Ajaz. La señal incluye el nombre como la identidad de un rey judío que está con Dios (Immanuel). Israel y su rey son distinguidos por su nexo con Dios, de ahí que el nombre de cada judío es Immanuel, que significa Dios está conmigo. Israel está destinado por la Torá a ser una Nación justa con un rey justo. Isaías más adelante se referirá a Israel y a su rey como una sola entidad, que el Profeta llama "el cordero".

"Crema y miel él comerá, cuando sepa rechazar el mal y elegir el bien. Así es, antes de que el niño sepa desechar el mal y elegir el bien, abandonada será la tierra que está atormentada a causa de sus dos reyes." (7:15-16)

Otra vez, como dijimos antes, estos versículos se refieren no solamente a los rasgos positivos del futuro rey Jezequías sino también al linaje del rey David. Crema y miel son las cualidades de la tierra de Israel, que es la Tierra Prometida que emana leche y miel. Estas son alegorías de la bondad nutritiva de la vida junto a la felicidad y dicha de esta. Las buenas cualidades de la tierra como la vida buena son parte del pueblo de Israel, y destacadas por su rey.

Al hacernos conscientes de que lo bueno de los modos y atributos de Amor es nuestra Esencia y verdadera identidad, rechazamos y negamos la maldad en todas sus formas. Refiriéndose a la dividida tierra de Israel en aquellos tiempos, la misma sería abandonada al caer bajo sus enemigos vecinos.

"Porque un niño nace para nosotros, un hijo es dado a nosotros; y el gobierno estará sobre su hombro. El Maravilloso Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, ha llamado [a Jezequías] Príncipe de Paz. Sobre aquel con la grandeza en dominio y la paz sin límites que prevalecerán en el trono de David, y en su reino, para establecerlo y sostenerlo con justicia y rectitud, desde ahora hasta la eternidad. El celo del Eterno logra esto." (9:5-6)

Dos capítulos más tarde el Profeta continúa describiendo las cualidades del linaje de David en sus tiempos, y también en los tiempos mesiánicos. Durante la mayor parte del reinado de Jezequías, la abundancia y la prosperidad retornaron a su tierra como señal de que del mismo modo ocurrirá en la Redención Final. La principal cualidad de la Conciencia Mesiánica es la paz, como causa y como efecto. Del mismo modo como concebimos Amor, concebimos paz como algo destinado a prevalecer. Somos pacíficos con el fin de hacer que la paz reine.

El Creador en Su Torá encomienda a Israel ser un pueblo pacífico: "y tú, tú serás para Mí un reino de sacerdotes y una Nación sagrada." (Éxodo 19:6). Israel es el príncipe de paz, e igualmente sus reyes son príncipes de paz como resultado de la justicia y la rectitud. Sin estas no hay paz, y Dios quiere que las amemos y las procuremos, tal como Él lo hace: "Él ama la rectitud y la justicia, la Tierra está llena de la amorosa bondad del Eterno." (Salmos 33:5)

Debemos asimilar esto en la conciencia. Nuestra paz depende de cuán justos y correctos somos, de acuerdo a lo que nos exige nuestra identidad judía tanto en lo individual como en lo colectivo. Estas dos cualidades son las maneras como implementamos los modos y atributos de Amor. No es suficiente proclamar Amor como la manifestación tangible del Amor de Dios. Lo realizamos siendo y haciendo lo justo y lo correcto como expresiones éticas y morales de los modos y atributos de Amor.

La Redención Final y la Era Mesiánica comienzan con esto, y permanecerán de aquí hasta la eternidad al establecer y sostener la paz a través de justicia y rectitud. Como dice el Profeta, el celo de Dios -- el cual es Su Amor -- logra esto mientras abracemos ese celo como nuestro.

"Y acontecerá en ese día, que el remanente de Israel y los sobrevivientes de la casa de Jacob, no dependerán de él [su opresor] que los afligió; sino que dependerán del Eterno, el Sagrado de Israel, en verdad." (10:20)

Podemos identificar a nuestro opresor como el aspecto negativo del ego. De ahí provienen todos nuestros ídolos. En nuestra conciencia estos son las fantasías e ilusiones de ego. Una vez sobrevivamos aquello que oprime lo bueno que somos como la casa de Jacob, nos reconoceremos como el remanente de Israel que abraza la verdad del Amor de Dios en lo que verdaderamente somos, y estamos destinados a hacer en la Era Mesiánica.

Esta es el tiempo y espacio eternos en nuestra conciencia y en la vida, cuando dependemos únicamente de los caminos y atributos de Dios, que son la verdad. Así vivimos en Su verdad y nos hacemos conscientes de que Dios es el Sagrado de Israel.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.