El Profeta prosigue describiendo las cualidades del rey judío, tal como se lo encomienda Dios. Como hemos señalado en comentarios anteriores, estas cualidades también son inherentes a cada judío debido al Pacto con el Creador. La Torá encomienda a cada judío estar unido a Dios mediante el estudio de la Torá y el cumplimiento de Sus Mandamientos. Este es el Pacto que aceptamos incondicionalmente cuando Dios dio la Torá al pueblo hebreo. Seamos conscientes siempre de que este Pacto es eterno. Nuestros ancestros querían tener un rey como las demás naciones, y Dios en la Torá dio Mandamientos específicos para el rey de Israel. Estos incluyen ser un guardián del Pacto, y tanto aprender como enseñar la Torá, entre otros deberes y restricciones.
Los reyes de Israel son también herederos de estos Mandamientos, y son puntos focales de los compromisos de Israel con el Creador. De ahí que todos compartamos las cualidades, deberes y obligaciones inherentes a nuestra conexión permanente con Dios. Debemos entender la Era Mesiánica como un conocimiento judío del Plan de Dios para la Redención Final.
Este conocimiento no pertenece a una sola persona sino a todo Israel. Dependemos exclusivamente de la voluntad del Creador, y no de un individuo. La Torá y las Escrituras Hebreas repiten una y otra vez que Dios es nuestro Único Redentor, por lo cual debemos entender el rey judío mesías como el punto focal de nuestra Redención Final colectiva. Este rey es el paradigma y referencia de lo que es y será la Conciencia Mesiánica y para todos eternamente.
Este conocimiento no pertenece a una sola persona sino a todo Israel. Dependemos exclusivamente de la voluntad del Creador, y no de un individuo. La Torá y las Escrituras Hebreas repiten una y otra vez que Dios es nuestro Único Redentor, por lo cual debemos entender el rey judío mesías como el punto focal de nuestra Redención Final colectiva. Este rey es el paradigma y referencia de lo que es y será la Conciencia Mesiánica y para todos eternamente.
"Y saldrá una rama del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el espíritu del Eterno; espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y reverencia del Eterno." (11:1-2)
El Profeta nos recuerda que el rey David es la principal referencia del rey judío mesías, como extensión del salmista, hijo del recto Isaí. Rectitud es linaje, el rasgo y la cualidad de donde todos somos redimidos. De ahí que los cimientos de la Conciencia Mesiánica son el poder de voluntad y determinación de siempre elgir la bondad en vez de la maldad. Esto es lo que hacen las personas rectas todo el tiempo. Esta es la premisa de nuestra conexión con Dios para ser la vasija de Su espíritu en nosotros. Al elegir lo bueno en todo momento, el espíritu del Creador está con nosotros. Así las cualidades de lo bueno están con nosotros como sabiduría, entendimiento, dirección y fortaleza, conocimiento y reverencia de la voluntad de Dios.
"Y su deleite estará en la reverencia del Eterno, y él no juzgará tras lo que ven sus ojos, ni decidirá tras lo que oigan sus oídos." (11:3)
La reverencia del Creador -- a lo que nuestros Sabios se refieren como el "temor" de Dios -- es lo que experimentamos en nuestro Amor a Dios, como asombroso e impresionante ante nuestra incapacidad de concebirlo a Él. Entre más sabemos de Sus caminos y atributos, más lo amamos y reverenciamos como nuestro más sublime deleite. En este conocimiento de reverenciarlo podemos sólo discernir a través de Su Torá. Nuestra voluntad se convierte en la vasija y la carroza de Su voluntad. En esta conexión permanente con el Creador no hay espacio para agendas personales ni fantasías e ilusiones de ego. Estas son lo que vemos con nuestros ojos y Io que oímos con nuestros oídos.
"Sino que con rectitud él juzgará el pobre, y decidirá con equidad para el dócil de la tierra; y él herirá la tierra con la vara de su boca, y con el aliento de sus labios él matará al malvado." (11:4)
Otra vez Dios nos recuerda mediante el Profeta que elegir y procurar lo bueno es el fundamento de Su Torá y de Su voluntad. Esta es la rectitud que debemos plantar en la tierra que es nuestra vida, como individuos y como la Nación que Dios nos encomienda tener y ser. En términos prácticos, tenemos que cuidar unos de otros como el principal propósito de lo que es bueno, haciendo lo que es correcto. Tenemos que integrar a todo Israel como una Nación unida, juntando al pobre y al rico, al dócil y al rebelde, al apasionado y al pasivo, aguateros y guerreros, sabios e ignorantes, y a todos los diversos y multifacéticos judíos.
La voz de rectitud, la vara que sale de nuestras bocas -- como resultado de lo bueno y de las expresiones de los modos y atributos de Amor -- es la guía y dirección de todos los aspectos de la vida, y prevalecerá sobre las tendencias negativas en la conciencia humana. Esta voz es el lenguage y expresión de lo bueno, como la Luz que convierte las tinieblas en Luz.
"Y será la rectitud cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura." 11:5)
Esta voz es la expresión de lo que es bueno como guía y dirección de cada aspecto de la vida. Esta voz proviene de la rectitud -- esta como expresión de la bondad de los modos y atributos de Amor -- que abarca e integra todos los niveles y dimensiones de la conciencia.
"Y el lobo morará con el cordero, y el tigre se recostará con el cabrito; y el becerro con el cachorro de león y el animal doméstico juntos; y un niño los conducirá." (11:6)
Al integrar y unir todos los aspectos y niveles de la conciencia, la armonía prevalece en todas las facetas de la vida. El Profeta hace reflejar la Conciencia Mesiánica en el mundo material también como el lugar donde animales dóciles y salvajes coexisten en armonía. Podemos asimilar este estado de conciencia como la rectitud guiando y conduciendo nuestro discernimiento, pensamiento, sentimientos, emociones, pasiones e instintos a través de los modos y atributos de Amor.
La Conciencia Mesiánica es la fase en la que las tendencias negativas se convierten en expresiones positivas. De ahí que la maldad en todas sus manifestaciones sea removida de lo que somos, tenemos y hacemos. La envidia se convierte en cooperación, la ira en alegría, la codicia en generosidad, la indiferencia en compasión, la indolencia en solidaridad, la crueldad en ayuda.
La conducción de los modos y atributos de Amor regirá cada vida en este mundo, como la premisa para entrar en la Era Mesiánica. Esta es la fase final en la que el único interés será conocer a nuestro Creador.
La conducción de los modos y atributos de Amor regirá cada vida en este mundo, como la premisa para entrar en la Era Mesiánica. Esta es la fase final en la que el único interés será conocer a nuestro Creador.