La Conciencia Mesiánica es una aproximación integrante, unificante y armonizante de la existencia. Todo lo que somos y experimentamos en la vida, que hasta ahora hemos considerado separado, dividido, divergente, contrario u opuesto deja de ser percibido de esa manera en nuestra Redención Final. Hemos vivido en confusión y conflicto derivados de una concepción dualista del mundo material. Debemos comprender este predicamento prolongado y repetitivo como un proceso de aprendizaje necesario para que lleguemos a apreciar y valorar lo que realmente importa en nuestra existencia, tanto material como espiritual.
En el diseño perfecto de la Creación de Dios, Él quiere que conozcamos Sus caminos y atributos, ya que todo proviene de Él. Somos Sus criaturas y estamos destinados a conocer nuestro Creador. Él quiere que discernamos mediante las cualidades con las que nos hizo, y darnos cuenta de que todo se trata de causa y efecto.
En este sentido Él nos hace percibir una existencia fraccionada en la que debemos discernir y distinguir lo correcto y lo incorrecto, para que podamos tomar las decisiones apropiadas. De ahí que percibamos separación y diversidad como partes de una totalidad, y que nuestro propósito en la vida sea integrar y armonizar cada parte para un destino aún mayor. La capacidad de transformar una percepción dividida y conflictiva en un conocimiento funcional armonizado es lo que se llama la Conciencia Mesiánica.
En este sentido Él nos hace percibir una existencia fraccionada en la que debemos discernir y distinguir lo correcto y lo incorrecto, para que podamos tomar las decisiones apropiadas. De ahí que percibamos separación y diversidad como partes de una totalidad, y que nuestro propósito en la vida sea integrar y armonizar cada parte para un destino aún mayor. La capacidad de transformar una percepción dividida y conflictiva en un conocimiento funcional armonizado es lo que se llama la Conciencia Mesiánica.
Dijimos arriba que nuestra conciencia humana actual ha estado limitada para percibir de manera dividida, separada y opuesta, lo que implica un proceso doloroso de aprendizaje para apreciar lo que verdaderamente importa en nuestra existencia, y ello es Amor.
Nuestras decisiones negativas, resultado de decisiones improductivas y destructivas, tarde o temprano nos conducen a hacernos conscientes de que Amor es lo que integra, unifica, abarca y armoniza todo lo que existe. Esto también incluye todos los aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia. Así nos damos cuenta que Amor es la causa y el efecto que sustenta la vida. A través de Amor comenzamos a conocer el Amor de Dios como el origen de todo lo que existe.
Nuestras decisiones negativas, resultado de decisiones improductivas y destructivas, tarde o temprano nos conducen a hacernos conscientes de que Amor es lo que integra, unifica, abarca y armoniza todo lo que existe. Esto también incluye todos los aspectos, niveles y dimensiones de la conciencia. Así nos damos cuenta que Amor es la causa y el efecto que sustenta la vida. A través de Amor comenzamos a conocer el Amor de Dios como el origen de todo lo que existe.
Al hacernos plenamente conscientes de la dinámica de Amor como manifestación material del Amor de Dios, comenzamos individualmente y colectivamente a armonizar lo que percibimos como diferente, separado, diverso, y aparentemente opuesto entre sí. Así llegamos a comprender las imágenes descritas por el Profeta cuando evoca las cualidades de la Era Mesiánica.
"La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de teta se entretendrá sobre la cueva de la serpiente, y el recién destetado extenderá su mano sobre la madriguera del basilisco." (Isaías 11:7-8)
Nuestro pleno conocimiento individual y colectivo de Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad comienza a vivir la cooperación entre aquello que solía percibir como cualidades aparentemente opuestas. En términos prácticos, primero debemos probarnos a nosotros mismos que hemos aprendido a fondo de causa y efecto, correcto e incorrecto, bueno y malo, etc.
En este largamente esperado estado de conciencia comenzamos conocer la dinámica de los modos y atributos de Amor, y cómo implementarlos en nuestro intelecto, discernimiento, pensamientos, sentimientos, emociones, pasiones e instintos. Así nuestras cualidades compasivas y vivificantes (la vaca) abrazan nuestras reacciones celosas y agresivas (la osa) para convertirlas (alimentarlas juntas) en expresiones constructivas y positivas (sus crías conviviendo juntas).
En este largamente esperado estado de conciencia comenzamos conocer la dinámica de los modos y atributos de Amor, y cómo implementarlos en nuestro intelecto, discernimiento, pensamientos, sentimientos, emociones, pasiones e instintos. Así nuestras cualidades compasivas y vivificantes (la vaca) abrazan nuestras reacciones celosas y agresivas (la osa) para convertirlas (alimentarlas juntas) en expresiones constructivas y positivas (sus crías conviviendo juntas).
La violencia dejará de existir como causa y efecto en su interminable ciclo, porque la causa y el efecto serán de Amor. La misma motivación que nos conlleva a ser pacíficos y vivificantes (la paja) será el alimento de nuestra fuerza vital (el ego como buey) y también de nuestra motivación (el león) para ser y hacer el bien. Podemos ver la cooperación como el propósito común de dos de las principales cualidades de Israel.
El león como la Tribu de Judá y el buey como la Tribu de José, a la cual el profeta se referirá más adelante como Efraim. La inocencia volverá a definir la conciencia humana (los niños de teta y los destetados) para aproximarse sin temor a lo que en nuestra percepción actual vemos como dañino y destructivo (las serpientes y los basiliscos). Estas cualidades son la premisa y el preludio para entrar en el pleno conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador.
El león como la Tribu de Judá y el buey como la Tribu de José, a la cual el profeta se referirá más adelante como Efraim. La inocencia volverá a definir la conciencia humana (los niños de teta y los destetados) para aproximarse sin temor a lo que en nuestra percepción actual vemos como dañino y destructivo (las serpientes y los basiliscos). Estas cualidades son la premisa y el preludio para entrar en el pleno conocimiento de nuestra conexión permanente con el Creador.
"No harán mal ni dañarán en toda Mi montaña sagrada, porque la tierra estará llena del conocimiento del Eterno como las aguas llenan el mar." (11:9)
No habrá nada negativo ni destructivo que dañe nuestra conexión con Dios -- lo que Él llama Su montaña sagrada --, el Templo de Jerusalén. Este nexo permanente es el conocimiento del Creador, el cual llenará todos los aspectos y dimensiones de la vida tal como las aguas llenan los océanos. En este sentido la tierra es la vida misma. Maimónides, el Rambam, lo dijo en sus propias palabras:
“En esa era no habrá hambruna ni guerra, ni envidia o conflicto, porque la bondad emanará en abundancia y todas las delicias serán accesibles como el polvo. La única preocupación del mundo entero será solamente conocer a Dios. Por lo tanto los israelitas serán grandes sabios y conocedores de los asuntos ocultos, y ellos adquirirán conocimiento de su Creador al máximo de la capacidad humana, tal como ha sido dicho: 'La tierra estará llena del conocimiento del Eterno como las aguas llenan el mar'.” (Leyes de los Reyes 12:5)
“En esa era no habrá hambruna ni guerra, ni envidia o conflicto, porque la bondad emanará en abundancia y todas las delicias serán accesibles como el polvo. La única preocupación del mundo entero será solamente conocer a Dios. Por lo tanto los israelitas serán grandes sabios y conocedores de los asuntos ocultos, y ellos adquirirán conocimiento de su Creador al máximo de la capacidad humana, tal como ha sido dicho: 'La tierra estará llena del conocimiento del Eterno como las aguas llenan el mar'.” (Leyes de los Reyes 12:5)
"Y acontecerá en ese día que la raíz de Isaí será un estandarte para los pueblos, y a él las naciones buscarán, y su trono será glorioso." (Isaías 11:10)
Acabamos de decir que nuestro conocimiento de Amor conduciendo todos los aspectos y dimensiones de la conciencia es la premisa y preludio de nuestra conexión permanente con Dios. Este conocimiento también es el preámbulo para convocar las tendencias negativas en la conciencia (las naciones) para ser transformadas en lo bueno que son los modos y atributos de Amor. Estos son la simiente y la cepa de la Conciencia Mesiánica, la raíz de Isaí y del rey David, cuyo trono y regencia serán eternos.
"Y acontecerá en ese día que el Eterno volverá a extender Su mano por segunda vez para recuperar el remanente de Su pueblo, que quedarán de Asiria, y de Egipto, y de Parthia, y de Etiopía, y de Persia, y de Caldea, y de Hamat, y de las islas del mar." (11:11)
Hemos dicho frecuentemente que Amor es el nexo común con nuestro Creador, y que a través de nuestro Amor llegamos al Amor de Dios. En este sentido Amor es el puente y enlace con el que llamamos al Creador. El Amor de Dios oye nuestro Amor cuando llamamos a Su Nombre. Él nos dice en la Torá que nos reunirá de nuevo desde nuestra dispersión y exilio entre las naciones:
"Entonces el Eterno tu Dios retornará tu cautiverio, y tendrá compasión de ti; y te recogerá de todos los pueblos adonde el Eterno te ha dispersado. Si alguno de ti que estén dispersados aunque sea en los confines del cielo, desde allá el Eterno tu Dios te recogerá, y desde allá Él te tomará." (Deuteronomio 30:3-4).
"Entonces el Eterno tu Dios retornará tu cautiverio, y tendrá compasión de ti; y te recogerá de todos los pueblos adonde el Eterno te ha dispersado. Si alguno de ti que estén dispersados aunque sea en los confines del cielo, desde allá el Eterno tu Dios te recogerá, y desde allá Él te tomará." (Deuteronomio 30:3-4).
"Y Él elevará un estandarte para las naciones, y reunirá a los dispersos de Israel, y recogerá juntos a los dispersos de Judá desde todos los cuatro rincones de la tierra. También se alejará la envidia de Efraim, serán cortados los que acosen a Judá; Efraim no envidiará a Judá, y Judá no afligirá a Efraim." (11:12-13)
Dios reitera Sus palabras mediante el Profeta. Otra vez reafirma Su promesa de eliminar las tendencias negativas de la conciencia que crean separación, división y conflicto. Estos son los obstáculos que impiden nuestro destino individual y colectivo, de unir y revelar la gloria de Dios en toda Su Creación. Judá como la regencia y Efraim como la primogenitura compartirán su propósito común de proclamar y manifestar la voluntad del Creador para la Era Mesiánica.
Los versículos restantes de este capítulo se refieren otra vez a la reunión de los exiliados como el preludio final para entrar en un nuevo plano de conciencia humana en el mundo material. Entonces cielo y tierra compartirán el destino común de conocer al Creador, como las aguas llenan el mar.
"Y habrá un camino para el remanente de Su pueblo, los que quedaron de Asiria, como lo fue para Israel en el día que subió de la tierra de Egipto." (11:16)