domingo, 8 de diciembre de 2013

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XXXIV) Isaías

Cuando comenzamos a asimilar los caminos y atributos de Dios en todos los niveles y dimensiones de la conciencia, como nuestra conexión con Él, también comenzamos a vivir Su Redención para nosotros. La Conciencia Mesiánica es el conocimiento de que sólo rasgos y cualidades positivas inspiran y dirigen lo que discernimos, pensamos, sentimos, decimos y hacemos. Estos son nuestro nexo común con el Creador. Las cualidades y rasgos opuestos aseguran nuestra separación de Él, eso que entendemos como Su "ira", "celos" y "enojo".

Debemos asimilar plenamente el principio fundamental de que nuestro Creador es indefinible. Nuestros Sabios enseñan que Él se comunica con nosotros a través de nuestro lenguaje y entendimiento humanos, lo cual no implica que Él sea uno de nosotros. De ahí que entendamos Su Torá mediante el discernimiento de lo que nos quiere decir con Sus caminos y atributos. Estos son los medios que Dios utiliza para comunicarse y relacionarse con nosotros.

Así comprendemos que Su "espalda" es lo que vemos que ha creado para que lo conozcamos, apreciemos y agradezcamos. Sus "manos" y "rostro" son Sus caminos y medios con los que sustenta y satisface las necesidades de todo lo viviente. Lo opuesto a Sus caminos y atributos, aquello que experimentamos como consecuencias de nuestras actitudes, tendencias y decisiones negativas, son la "ira" y el "enojo" de Dios.

Dios creó Luz y oscuridad, negativo y positivo, destructivo y constructivo, etc., para que ejerzamos el libre albedrío que nos dio. Nos instruye y encomienda en la Torá que elijamos lo bueno, y nos deja claro que la maldad, la iniquidad y lo negativo son sólo referencias para que tomemos decisiones positivas. La Torá también nos hace conscientes de que las decisiones equivocadas implican un proceso de aprendizaje. Aprendemos de nuestros errores. Así entendemos que Dios "nos aflige" con nuestras decisiones negativas. Esto no quiere decir que Él nos aflija, ya que nuestra aflicción es el resultado de las opciones equivocadas que tomamos.

Podemos verlo como dos campos delante de nosotros. El de la derecha está cubierto por prados, árboles frutales y la fragancia de flores multicolores. El de la izquierda está lleno de espinos, animales salvajes y el hedor de aguas podridas. El guardián de ambos campos nos instruye acerca de estos, y de los resultados de vivir en cada uno. Al campo de la derecha lo llama "mi placidez y mi deleite", y al de la izquierda lo llama "mis celos y mi ira". Entonces hacemos nuestra elección.

Aquellos que eligieron estar en el izquierdo, en algún momento se quejan de las condiciones del campo y expresan su frustración y sufrimiento por la elección que hicieron. De ahí deciden culpar al guardián de los campos, diciendo "los celos y la ira" de él han caído sobre nosotros. El guardián replica diciéndoles que de hecho "mis celos y mi ira" can caído sobre vosotros, no debido a mí sino debido a vosotros. Fue vuestra elección, no la mía.

Tenemos que dejar de culpar a Dios por las decisiones que tomamos. Al comenzar a elegir lo bueno de los modos y atributos de Amor, en vez de las consecuencias negativas de las fantasías e ilusiones de ego, comenzamos a retornar a lo bueno que Dios quiere para nosotros.

"Y en ese día dirás: 'Yo daré gracias a Ti, oh Eterno; porque, aunque Tú te enojaste conmigo, Tu ira se alejó, y Tú me has confortado." (Isaías 12:1)

Este es el comienzo de nuestro arrepentimiento como retorno a los caminos y atributos del Creador, que son todos buenos. Al regresar a Él nos damos cuenta que Su "ira" no existe, porque Sus caminos son nuestra placidez y deleite, nuestra Redención.

"He aquí que el Eterno es mi redención; yo confiaré y no temeré, porque Dios el Eterno es mi fortaleza y canto; y Él ha sido mi redención'." (12:2)

Tenemos que comprender nuestra Redención individual y colectiva también como el retorno a nuestra Esencia y verdadera identidad. Debemos asimilar que fuimos creados por Dios a través de Su Amor. Somos una emanación y extensión de Su Amor. De ahí que debamos ser conscientes de quienes verdaderamente somos y tenemos en este mundo material que Dios nos dio.

"Por lo tanto con júbilo sacaréis agua de los pozos de la redención." (12:3)

Nuestros Sabios comparan la Torá con el agua, porque no podemos vivir sin las palabras de Dios, de donde provenimos. El júbilo que viviremos es el conocimiento de que Su Amor es nuestra Redención. Amor como la manifestación material del Amor de Dios es nuestro mayor júbilo, realización, deleite y plenitud. Entramos en la Era Mesiánica y la Redención Final bebiendo de los pozos de la bondad de los modos y atributos de Amor como nuestro nexo común con el Amor de Dios.

"Y en ese día vosotros diréis: 'Dad las gracias al Eterno, proclamad Su Nombre, haced saber Sus acciones entre los pueblos, decid que Su Nombre es exaltado. Candad al Eterno, porque Él ha hecho con gloria; esto es hecho saber en toda la tierra." (12:4-5)

En este conocimiento expresamos nuestra gratitud por la realización de quienes somos verdaderamente. Finalmente sabemos y vivimos lo que hizo Dios cuando nos creó. Su Nombre -- entendido como Sus caminos y atributos descritos en la Torá -- es exaltado, como lo exaltamos cuando miramos la inmensidad de lo que Él ha creado. Su gloria será revelada en todo lo que existe.

El Profeta nos dice que nosotros como Israel somos los que retornamos a Él como Su pueblo. Dios nos recoge desde todos los rincones del mundo para traernos a nuestra tierra, a Sión, para regocijarnos en nuestro retorno a Él. Dios lo hace para nosotros. Grande es nuestra alegría porque Dios es nuestro Único Sagrado entre nosotros. Amén.

"Grita y di en voz alta, tú habitante de Sión, porque grande es el Único Sagrado de Israel en medio de ti'." (12:6)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.