domingo, 19 de enero de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XL) Isaías

“Porque tú has olvidado al Dios de tu redención, y no has tenido en cuenta a la Roca de tu fortaleza; porque fuiste sembrado como bulbos placenteros, pero cosechaste retoños ajenos.” (Isaías 17:10)

Hay mucho para reflexionar sobre nuestra separación de Dios. Hemos dicho muchas veces que el mensaje primordial de nuestros Profetas es hacernos conscientes de las consecuencias de vivir desconectados de nuestro Creador. Nuevamente somos convocados a una “revisión de la realidad” para hacer un inventario de lo que somos, creemos y procuramos en el mundo material. Mientras vivimos en las fantasías e ilusiones de ego ciertamente olvidamos, no sólo a nuestro Creador sino al hecho de que también es quien nos trae de vuelta a Él como nuestra Redención. No hemos puesto atención a nuestra Esencia y verdadera identidad como la fortaleza con la que afrontamos todas las facetas y dimensiones de la vida.

Nuestro origen es lo bueno y la amorosa bondad de Dios, de ahí que somos buenos y destinados a ser y hacer lo bueno como bulbos placenteros. Aunque tenemos libre albedrío para tomar decisiones -- preferiblemente positivas --, hacemos de nosotros retoños ajenos. Una y otra vez el Creador nos confronta para que seamos conscientes de lo que verdaderamente somos, nuestra conexión con Él, y el destino que Él quiere compartir con nosotros.

“El día que los plantares los harás crecer, y harás que tu simiente brote de mañana; mas la cosecha será arrebatada en el día del recoger, y del dolor desesperado. ¡Ay! tumulto de muchas naciones que harán ruido como estruendo de los mares, ¡y el ruido de las naciones que rugen como poderosas aguas!” (17:11-12)

Estamos destinados a florecer y fructificar por, en, con y para lo bueno de donde Dios nos creó para ser y trascender. Lo bueno de los modos y atributos de Amor como manifestación material del Amor de Dios. Entonces la extensión de nuestras decisiones negativas vuelve a nosotros como el curso natural de causa y efecto. Esta extensión es como la rama que debe ser cortada en la dolorosa transición de la oscuridad hacia la Luz. Nos hemos referido antes al dolor y aflicción que padecemos al deshacernos de adicciones, obsesiones, hábitos y tendencias que afectan y dañan lo bueno en lo que somos. Conocemos estos desesperados dolores como síntomas de abstinencia.

En este proceso doloroso de separación, nuestros apegos y adicciones se defienden y pelean. Estos son las naciones que invadieron y afligieron lo bueno de lo que vivimos. Naciones como enraizadas creencias, ideologías, pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos, abrazados por fantasías e ilusiones de ego derivadas de orgullo, avaricia, lujuria y codicia. Estas a su vez son instigadas por naciones aún más poderosas como la sociedad de consumo, las tendencias de modas, política correcta, cultura ligera, y vanidades que nos seducen y controlan todos los aspectos de la vida. ¡Son efectivamente como rugido de aguas estruendosas!

“Los pueblos harán estrépito como ruido de grandes aguas, pero el Eterno los reprenderá, y huirán lejos; serán ahuyentados como la paja de las montañas delante del viento, y como el polvo delante del torbellino. Al anochecer he aquí turbación; y antes de la mañana [el campamento asirio] ya no es. Esta es la parte de los que nos oprimen, y la porción de los que nos saquean.” (17:13-14)

El Profeta denuncia el daño y la destrucción (el estrépito de grandes aguas) que las naciones nos infligen, que la compasión del Creador removerá como paja ante el viento. Hemos indicado que las montañas y colinas también representan creencias sólidas (en este caso negativas) que en esta metáfora serán eliminadas de nuestra conciencia.

Nuestra aflicción ocurre en los más oscuros momentos, que son el anochecer y las noches cuando sentimos el dolor de nuestra separación de los modos y atributos de Amor, luego de abrazar las fantasías e ilusiones de ego. Esta aflicción es causada por una nación invasora (Asiria), representando una tendencia negativa particular en la conciencia que oprime y saquea lo bueno en nosotros.

“¡Ay de la tierra que hace sombra con las alas, que está tras los ríos de Etiopía; que envía mensajeros por la mar, y en [rápidos] navíos de junco sobre las aguas! Andad, ligeros mensajeros al pueblo arrastrado y oprimido, al pueblo asombroso desde su principio y después; ¡una nación detestada y pisoteada, cuya tierra destruyen sus [reyes invasores] ríos!” (18:1-2)

Vemos que otras naciones se unen en la cruzada invasora contra nosotros como el pueblo arrastrado, oprimido, detestado y pisoteado, saqueado y desolado por gobernantes de países inclusive lejanos. Tengamos presente que nuestra nación representa lo bueno en la vida, al igual que rasgos y tendencias positivas en la conciencia humana. Estos precisamente son nuestra Esencia y verdadera identidad.

“Vosotros, todos los moradores del mundo y habitantes de la tierra, cuando un estandarte se levante sobre las montañas, lo veréis; y oiréis el sonido de la trompeta [shofar]. Porque el Eterno me dijo así: 'Estaré quieto, y miraré desde Mi morada, como sol claro después de la lluvia, como niebla de rocío en el calor de la cosecha.” (18:3-4)

Dios promete mediante el Profeta que Él nos redimirá de las tendencias negativas en la conciencia. Lo hace cuando comenzamos a elegir lo bueno como denominador común de Sus caminos y atributos. Estos son el estandarte izado sobre las montañas que vemos, y del sonido del shofar que oímos. Hay una montaña especial que representa nuestra conexión con Dios, la cual espera por nosotros, y que además es el lugar de Su morada. Sus palabras mediante el Profeta son cálidas alegorías llenas de Su Amor, y lo bueno que recogemos de la cosecha de este. De ahí que sea nuestra labor reconstruir el lugar de Su morada entre (en) nosotros como nuestro nexo eterno con Él.

“Porque antes de cosecha, cuando el fruto aparezca, y pasada la flor fueren madurando los frutos, entonces Él podará con podaderas los ramitos, y cortará y quitará las ramas. Y [estos] serán dejados todos a las aves rapaces de las montañas, y a las bestias de la tierra; sobre ellos tendrán el verano las aves rapaces, e invernarán sobre ellos todas las bestias de la tierra.” (18:5-6)

En esta cosecha el Amor de Dios removerá lo que ya no necesitamos. Todo de lo que hayamos aprendido suficiente para finalmente elegir los modos y atributos de Amor, en vez de las fantasías e ilusiones de ego en medio de las tendencias negativas en la conciencia. Ya habremos aprendido que el malvado muerte por su maldad, porque la maldad pertenece a la maldad: “(...) que el malvado muere en su maldad (...)” Ezequiel 33:8, Salmos 34:22).

Aves rapaces y bestias también pertenecen a su propia especie, y devoran lo muerto porque muerte es su alimento. Dios redimirá lo bueno que somos, como también está escrito: “y el polvo regresa al suelo de donde vino, y el espíritu regresa al Eterno que lo dio.” (Eclesiastés 12:7). Como acabamos de mencionar, aprendemos de nuestros momentos oscuros como se nos es recordado: “Por lo tanto me desprecio a mí mismo y me arrepiento [y regreso] en polvo y cenizas.” (Job 42:6).

“En aquel tiempo será traída ofrenda al Eterno de las multitudes, el pueblo arrastrado y pisoteado, el pueblo asombroso desde su principio y después; la nación oprimida y saqueada, cuya tierra destruyen sus [reyes invasores] ríos, al lugar del Nombre del Eterno de las multitudes, al monte Sión.” (Isaías 18:7)

En nuestra Redención del Amor de Dios es reivindicado lo bueno en nosotros, y plena libre de tendencias y rasgos negativos comienza a realizar su destino: “Porque él ha puesto su amor en Mí, Yo lo redimiré; Yo lo elevaré en lo alto, porque conoce Mi Nombre. Él Me llamará y Yo le responderé. Yo estaré con él en [su] aflicción, Yo lo rescataré, y Yo lo honoraré. De larga vida lo colmaré, y haré que él posea Mi redención.” (Salmos 91:14-16).

Nuestra Esencia y verdadera identidad retorna al Creador para compenetrarnos eternamente con Él. En el lugar de Su Nombre, en Sión como Templo de Jerusalén. Este es el tiempo y espacio eternos adonde estamos destinados a estar con nuestro Creador.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.