domingo, 16 de febrero de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XLIV) Isaías

“Porque en este monte reposará la mano del Eterno, y Moab será trillado debajo de él como es trillada la paja en el muladar.” (25:10)

Hemos indicado que Jerusalén representa el conocimiento de Dios en nuestra conciencia. Su monte sagrado -- Sión -- y el Templo de Jerusalén ambos representan nuestra conexión permanente con el Creador, y las naciones vecinas como rasgos y tendencias negativas. El último versículo (Isaías 25:9) citado en nuestro comentario previo a este se refiere al regocijo en nuestra Redención Final, luego de la total eliminación de la maldad de la faz de la tierra. El versículo siguiente mencionado arriba se refiere a la Redención Final también como la conexión permanente con Dios, como el monte donde reposará Su mano. Este, a diferencia de las elevadas montañas de la vecina Moab que será derribada.

Como lo reitera el Profeta, Moab representa soberbia y arrogancia. Estos rasgos negativos son los falsos sentimientos de poder y fortaleza derivados de los deseos de ego para controlar y dominar todos los aspectos de la vida. Estos, al igual que los demás rasgos negativos, son de hecho las fortalezas y murallas elevadas en nuestra conciencia que podemos derribar solamente mediante la compasión y amorosa bondad del Creador.

“Y extenderá [Moab] su mano por en medio de él, como la extiende el nadador para nadar, y [el Eterno] abatirá su soberbia con los miembros de sus manos. Y allanará [el Eterno] la fortaleza de tus altos muros, la derribará y echará a tierra hasta el polvo.” (25:11-12)

Los Profetas hebreos se refieren a la típica terquedad de la soberbia como corona de nuestra auto-proclamación como dioses en las fantasías y deseos desbordados de las ilusiones de ego. Al abrazar la decretada Redención de Dios mediante la regencia de los modos y atributos de Amor en todos los niveles de conciencia, Él nos hace humildes derribando nuestra soberbia.

La humildad es la vasija en la que Dios derrama la libertad total que Él quiere que vivamos sin las cargas ni cadenas de rasgos y tendencias negativas que inflan los delirios de grandeza de ego. Hay una cualidad de astucia en nuestra soberbia que nos seduce para pensar, expresar y actuar con manipulación. El orgullo y la arrogancia como las formas y modos que nos convierten en fanáticos del control.

“En ese día cantarán esta canción en tierra de Judá: 'Fortalecida ciudad tenemos, muros y bastiones Él ha puesto para redención'. Abrid las puertas y entrará la gente justa, guardadora de verdades.” (26:1-2)

Los caminos y atributos del Creador son las ciudades fortalecidas, muros y bastiones que Él nos da para redimirnos de los ídolos que hemos creado. El Profeta llama a las naciones para reorientar su predicamento hacia los modos y atributos de Amor como heraldos de nuestra Redención. Israel es la Nación justa como portadora de lo bueno que Dios quiere hacer prevalecer en el mundo material. Al mismo tiempo es un llamado a nuestro libre albedrío para conducirnos mediante los modos y atributos de Amor hacia Jerusalén como la ciudad donde el Creador mora permanentemente en nosotros.

“Al de firme propósito Tu guardarás en perfecta paz, porque en Ti confía.” (26:3)

Este versículo nos recuerda que la opción es nuestra. Siempre y cuando mantengamos nuestro propósito firme y constante de la voluntad del Creador para nosotros, Él nos da Su Pacto de Paz. Esta constancia es el resultado de nuestra confianza en Su compasión y amorosa bondad como los pilares de nuestra Redención.

“Confiad en el Eterno constantemente porque en Dios el Eterno está la fortaleza de los siglos. Porque Él derribó los que moraban en lugar elevado, humilló la ciudad ensalzada, la humilló hasta la tierra, la derribó hasta el polvo.” (26:4-5)

Hemos mencionado muchas veces que estamos indefensos ante nuestras propias adicciones y apegos. Confiar en Dios significa seguir Sus caminos y atributos, y hacerlos guía y dirección hacia lo bueno en la vida. La salida de nuestro exilio y cautiverio en las fantasías e ilusiones de ego es cambiar los modos paralizantes, destructivos y negativos en los que nuestra conciencia está atrapada.

Confiar en Dios es confiar en lo bueno que Él quiere para nosotros, la fortaleza en la que nos mantenemos firmes hacia el destino que Él nos ha dado como Su pueblo. Lo bueno de los modos y atributos de Amor derriban aquello que niega nuestra Esencia y verdadera identidad. Así la humildad y la generosidad son la tierra y el polvo donde sólo existe lo bueno.

“Y la pisotearán los pies, los pies de los afligidos, las pisadas de los desvalidos. La senda del justo es rectitud. Tú [Eterno] que eres recto allana el sendero del justo.” (26:6-7)

Los pies nos llevan a nuestro destino. Aún aquellos que no son ricos en modos y atributos de Amor pueden hacerse conscientes de estos como nuestra senda de retorno al Amor de Dios. Esta también es el sendero del justo, derecho y directo hacia nuestro Creador de donde proviene todo lo que existe. El Amor de Dios allana nuestro regreso a Él cuando decidimos discernir, pensar, expresar y hacer lo que es correcto y justo.

“También en el camino de tus juicios, oh Eterno, te hemos esperado; Tu Nombre y Tu memoria son el deseo de nuestra alma.” (26:8)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.