domingo, 23 de febrero de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XLV) Isaías

“Con mi alma te he deseado en la noche, y con mi espíritu dentro de mí madrugaré a buscarte; porque luego que hay juicios Tuyos en la tierra, los moradores del mundo aprenden a ser justos.” (26:9)

Este versículo es una declaración de Amor y al mismo tiempo una plegaria a Dios, de la añoranza de aquellos que lo buscan como la Fuente de nuestra existencia. Son el preludio de nuestra Redención Final, y el principio de la Conciencia Mesiánica. Reconocemos a Dios como la Luz para todo lo que existe, y el propósito para todo lo que hay. De ahí que lo busquemos en la oscuridad cuando Su Presencia está ocultada. Dios está ocultado donde y cuando no dejamos que Él se revele a nosotros. Nos ocultamos de Él y el resultado es que Él se oculta de nosotros. Nos separamos de Él y nuestra separación es la noche desde la cual añoramos regresar a Él.

Nuestros Sabios dicen que el alma que Dios exhala en nuestros cuerpos añora volver a Él desde el momento en que entra al mundo material. Podemos entender el alma de dos maneras. Como nuestra Esencia y verdadera identidad, o como una entidad separada que nos mantiene vivos mientras estemos en nuestros cuerpos. De hecho el alma es ambas cosas. Nuestra Esencia e identidad es lo que nos mantiene vivos ya sea dentro de un cuerpo físico o no.

Somos almas judías en todas partes y donde estemos o vayamos. Por lo tanto estamos unidos al Creador permanentemente, aún cuando elegimos vivir en la oscuridad de las fantasías e ilusiones de ego como la larga noche desde donde añoramos estar con Él. Esa es la razón por la que sin nuestra alma -- como el espíritu de Dios dentro de nosotros -- no lo podríamos a llamar a Él.

En las tinieblas nos damos cuenta que Dios es de donde provenimos y hacia donde vamos. Así vivir en la noche de la oscuridad es un proceso de aprendizaje para hacernos conscientes de lo bueno que hay en nosotros, y lo bueno que estamos destinados a ser y hacer. Lo bueno es el propósito de Sus juicios, por lo tanto clamamos por Sus caminos y atributos como nuestra Redención de la vanidad en los juicios de ego. Estos impulsan las tendencias negativas en la conciencia, derivadas de nuestras propias fantasías e ilusiones materialistas. Al abrir los ojos y ver la Creación de Dios podemos ver Sus juicios en la tierra como los modos con los que Él se relaciona con Sus obras: “Los cielos proclaman Su rectitud, y todos los pueblos ven Su gloria.” (Salmos 97:6).

Todos Sus juicios son justos, todos ellos son buenos: “Los preceptos del Eterno son justos, alegran el corazón. Los Mandamientos del Eterno son radiantes, iluminan los ojos. El temor [reverencia] del Eterno es puro, perdura para siempre. Los decretos del Eterno son firmes, y todos ellos juntos son justos.” (19:8-9). De ahí que aprendamos rectitud de Él como la salida de las tinieblas.

“Alcanzará piedad el malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad, y no mirará la majestad del Eterno. Eterno, bien que se levante Tu mano, no ven. Verán al final, y se avergonzarán los que envidian a Tu pueblo; y a Tus enemigos fuego los consumirá.” (Isaías 26:10-11)

Hemos dicho que Dios proclamó Su Redención mucho antes de darnos cuenta de esta. Ha estado ahí para nosotros y depende de nosotros. El Profeta nos recuerda otra vez que los malvados también pueden redimirse si lo deciden. El bien es una decisión que siempre ha estado disponible incondicionalmente para nosotros, siempre. Entendamos la incondicionalidad de lo bueno como algo que no coexiste con nada diferente a sus modos y atributos. Lo bueno nos habla así: “Estoy disponible para ti incondicionalmente mientras seas lo bueno y hagas lo bueno, y todo lo que es parte de mis modos y atributos. Nada diferente a ellos”. Entonces es nuestra decisión.

Así mismo asimilamos que la mano de Dios siempre ha estado levantada, como Su Amor que es eterno. Sólo tenemos que darnos cuenta de ello y verlo. Quienes no quieren ver representan no solamente los adversarios de aquellos que buscamos el bien que es la mano de Dios y Su Amor, sino también las tendencias negativas en la conciencia que nos mantienen en las tinieblas. Esos adversarios son los enemigos de Israel como lo bueno que el celo de Dios desea para el mundo material.

Cada vez que caemos en el predicamento de envidia, codicia, lujuria, soberbia, indiferencia, indolencia y crueldad, sentimos vergüenza ante el celo de Dios por el bien como lo opuesto a esos rasgos negativos. Así entendemos que el fuego que devora lo contrario a lo bueno es lo bueno mismo. El fuego que devora los adversarios de Dios [todo aquello que se opone a Sus caminos y atributos] es Su bondad que está destinada a prevalecer en toda Su Creación.

“Eterno, Tú estableces paz para nosotros; porque también has hecho en nosotros todas nuestras obras. Oh Eterno nuestro Dios, otros dioses fuera de Ti han dominado sobre nosotros, pero sólo a Tu Nombre damos gloria.” (26:12-13)

Una vez comenzamos a reconocer nuestra Esencia y verdadera identidad como el nexo común con nuestro Creador, nos hacemos conscientes de la paz como el Pacto eterno con Él. Todo lo que somos y hacemos es posible a través de Él, porque somos una emanación de Su Amor. Así nos damos cuenta que, aún si elegimos las fantasías e ilusiones de ego, reconocemos que el Creador es Dios. Damos gloria a Su Nombre como lo bueno de donde provenimos, y lo bueno que estamos destinados a ser y manifestar.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.