domingo, 23 de marzo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XLIX) Isaías

“¡Ay de la corona de soberbia de los ebrios de Efraín, y de la flor caduca de su gloriosa hermosura, que está sobre la cabeza del valle engordado de los aturdidos por el vino!” (Isaías 28:1)

El Profeta denuncia una y otra vez las fantasías e ilusiones de ego como las causas de nuestra separación de los caminos y atributos de Dios. Se refirió anteriormente a Efraín como nuestra rebeldía y terquedad judías por lo vano e inútil que nos rebaja hacia adicciones, obsesiones, apegos y actitudes negativas. Una vez más nos trae a metáforas de ebrios, flores marchitas y gordura como exceso en lo que deseamos y perseguimos en fantasías e ilusiones materiales, a partir de nuestra soberbia. A pesar de ello, Dios reafirma Su promesa de eliminarlas a todas.

“He aquí que el Eterno tiene un fuerte y poderoso como turbión de granizo y como tempestad destructora; como tormenta de recias aguas que inundan, que con fuerza caen a la tierra.” (28:2)

Dios es nuestro Creador y conoce nuestras fuerzas y debilidades en el momento de tomar las decisiones correctas. Nos da libre albedrío y también nos hace conscientes de las consecuencias de nuestras opciones, ya sean positivas o negativas. De ahí que Él espere que aprendamos de muestras decisiones y sus resultados. Sin embargo este proceso de aprendizaje no es eterno ni interminable, porque tiene un propósito para nosotros como parte del Plan de Dios para Su Creación.

La Torá y los Profetas judíos anuncian un propósito positivo para una finalidad positiva en la humanidad, a pesar del predicamento de las tendencias negativas en la conciencia. Esto bueno en aras de lo bueno prevalecerá, y el Creador lo deja claro mediante nuestros Profetas. Isaías presenta alegorías relacionadas con poderosas aguas limpiadoras para remover de nuestra conciencia todo lo que se opone a los modos y atributos de Amor, porque estos son las únicas referencias para la Redención Final y la Era Mesiánica.

“Con los pies será hollada la corona de soberbia de los borrachos de Efraín. Y la flor marchita de su gloriosa hermosura, que está sobre la cabeza del valle engordado, será como el primer higo maduro antes del verano; el cual alguno ve, y tan pronto está en su mano se lo traga.” (28:3-4)

Hemos mencionado en comentarios anteriores sobre este tema, que el “final de los tiempos” y “el día del Eterno” se relacionan con el final de nuestra actual conciencia dualista -- oscilando entre positivo y negativo --, y el comienzo de una conciencia unificada y armonizada mediante la cual nuestro único interés será el conocimiento del Creador. Estas poderosas aguas arrasadoras son los modos y atributos de Dios plenamente revelados, que Él quiere que manifestemos en cada nivel y dimensión de la vida. Nuestras fantasías e ilusiones materiales desaparecerán tan pronto como una fruta madura cuando le ha llegado el momento de caer del árbol.

“En ese día el Eterno de las multitudes será por corona de gloria y diadema de hermosura para el remanente de Su pueblo.” (28:5)

Cuando el Creador revele Su Presencia en nosotros, será el momento trascendental en que seremos totalmente conscientes de nuestra Esencia e identidad judía. Encontraremos la indescriptible belleza de la conexión permanente con nuestro Creador, y nuestro destino como Su pueblo. En los versículos siguientes (28:6-14) el Profeta continúa recordándonos los efectos de nuestra separación de Sus caminos y atributos. Dios en Su Amor eterno anuncia la Redeción Final, a pesar de nuestro matrimonio con tendencias negativas y las fantasías e ilusiones de ego. Este es nuestro pacto con la muerte como el lugar donde la verdad no existe.

“Porque habéis dicho: 'Hemos hecho un pacto con la muerte, e hicimos un acuerdo con la tumba; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, pues hemos hecho de la mentira nuestro refugio, y en la falsedad nos hemos escondido'.” (28:15)

Dios expone las iniquidades y la destrucción que infligimos en nuestra propia conciencia, derivadas de las mentiras con las que vivimos y conducimos nuestras creencias, pensamientos, sentimientos, emociones, pasiones e instintos. Al vivir por y para las mentiras y la falsedad, hacemos de ellas nuestras únicas referencias y propósito. Las convertimos en adicciones, apegos, hábitos y obsesiones. Se vuelven las casas donde habitamos y nos escondemos de la verdad trascendente de los modos y atributos de Amor, en los que encontramos nuestra verdadera libertad y Redención.

“Pondré la justicia como medida y la rectitud como nivel. Entonces el granizo barrerá el refugio de la mentira y las aguas cubrirán el escondite. Será terminado vuestro pacto con la muerte, vuestro convenio con la tumba no quedará en pie. Cuando pasare el turbión del azote seréis de él pisoteados.” (25:17-18)

La justicia y la rectitud de Dios son los fundamentos éticos de Su Amor por toda Su Creación. Estas componen la verdad que Él quiere que prevalezca en el mundo, eliminando las mentiras de las tendencias negativas en la conciencia. Vivir en la verdad de todo lo que es bueno es la anulación automática de nuestro matrimonio con la futilidad de las fantasías e ilusiones de ego.

Lo bueno proviene de Dios: “Dad gracias al Eterno porque Él es bueno, Su amorosa bondad perdura para siempre.” (Salmos 118:1), de ahí que Su benevolencia y amorosa bondad sean Sus directrices. Estas son la expresión de Su sabiduría, de las que fuimos hechos y estamos destinados a ser, tener y manifestar.

“También esto procede del Eterno de las multitudes, que ha hecho maravilloso Su consejo y grande Su sabiduría.” (Isaías 25:29)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.