domingo, 9 de marzo de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (XLVII) Isaías

Dios creó todo lo que existe e incluye aquello que no podemos percibir o asimilar con nuestra conciencia. A través de su narrativa la Torá revela asuntos que solamente conciernen al Creador, en particular en el libro del Génesis. Nuestros Sabios, incluyendo Maimónides, nos advierten acerca de tratar de entender misterios tales como la Creación, simplemente porque están más allá de nuestra comprensión. Esta advertencia cumple dos propósitos. Primero enseñarnos que Dios es indefinible al igual que la manera como Él dirige Su Creación. Segundo enseñarnos humildad porque debemos asimilar el hecho de que también estamos limitados por dimensiones que percibimos dentro de los marcos de tiempo y espacio en el mundo material.

La Torá nos habla de los misterios del Creador al igual que de Sus caminos y atributos con los que Él se relaciona con Su Creación. De ahí nos damos cuenta de la ética de lo bueno que Dios nos enseña, y que también quiere que hagamos prevalecer en todas las facetas y aspectos de la vida. Todo lo que Dios creó -- aquello que los agnósticos llaman ahora “diseño inteligente” -- funciona de acuerdo al principio ético que se deriva de causa y efecto. Como ya lo hemos señalado en comentarios anteriores, estamos instados a aprender de las consecuencias de nuestros actos. Es así como debemos entender cada pasaje de la Torá y los mensajes de nuestros Profetas, incluyendo los misteriosos como el caso del leviatán.

“En ese día el Eterno con Su espada, la afilada y la grande y la poderosa, destruirá al leviatán, una serpiente escurridiza. Y sobre el leviatán, una serpiente torcida; y Él ha matado al dragón que está en el mar.” (Isaías 27:1)

Ya sabemos que la “mano”, “espalda”, “dedo”, “aliento“ u “ojos” de Dios -- al igual que Su “espada” -- representan algunos de Sus modos y atributos. En este versículo el Profeta se refiere a “el día del Eterno” o a “el final de los tiempos” como al momento en que Él revela plenamente la Redención Final y la Era Mesiánica. Isaías menciona lo afilado, grande y poderoso, como cualidades que definen capacidad y poder (“grande y poderosa”), disposición y determinación (“afilada”). Necesitamos estos rasgos y cualidades para aplicarlos al corazón o la raíz de aquello que niega o rechaza nuestra plena libertad de las tendencias negativas en la conciencia. Aquello a lo que el Profeta se refiere como leviatán.

Es bastante evidente que necesitamos la ayuda de Dios para vencer las tendencias negativas en la conciencia. El hecho de que ha sido Él quien las ha creado y promete removerlas, no significa que nos vamos a quedar de brazos cruzados hasta que ello ocurra. Debemos iniciar este proceso estando dispuestos, decididos y con la determinación de abandonar las fantasías e ilusiones de ego, y abrazar los modos y atributos de Amor.

La maldad y la iniquidad tienen sus modos huidizos y torcidos como las serpientes. De ahí que nuestros Sabios místicos se refieran al ego como una serpiente o dragón. En este versículo en particular el Profeta revela que Dios va a reorientar el ego -- como la fuerza motriz vital en la conciencia humana -- totalmente hacia los modos y atributos de Amor. Dios destruye “el dragón que está en el mar”, y el mar representa la conciencia como el agua donde nuestros pensamientos, ideas, sentimientos, emociones, pasiones e instintos coexisten juntos. Cada uno en su propia dimensión.

“En ese día cantádle a ella: '¡Una viña de vino espumoso!'. Yo el Eterno la cuidaré, Yo la regaré cada momento; para que nadie la destruya, la protejo noche y día. No hay en Mí enojo. ¿Quién pondrá contra Mí en batalla, espinas y cardos? Yo los hollaré, los quemaré todos juntos.” (27:2-4)

Una vez son removidas las tendencias negativas, todos cantamos a nuestra conexión permanente con el Creador, llamándola una viña fructífera o vino espumoso. Finalmente cosecharemos los frutos de lo bueno en nuestra conciencia que aquí llamamos los modos y atributos de Amor. Nos haremos conscientes de Amor con su causa y efecto en todo lo que pensemos, sintamos, digamos o hagamos.

En nuestro nexo permanente consciente con Dios estaremos sustentados constantemente para ser y hacer Sus caminos y atributos, con el propósito de realizar nuestro destino final al entrar a esta nueva etapa llamada la Conciencia Mesiánica. Eliminaremos los espinos y cardos de las tendencias negativas con el fuego de Amor como nuestra expresión material del Amor de Dios. Este es nuestro destino como la viña de Dios. El Profeta lo ha dicho antes: “El viñedo del Eterno Todopoderoso es la nación de Israel, y el pueblo de Judá son las vides con las que Él se deleita.” (5:7).

“A no ser que él [Jacob/Israel] confíe en Mi protección, que haga la paz conmigo, que conmigo haga la paz. Días vendrán cuando Jacob echará raíces, florecerá y echará retoños Israel, y la faz del mundo se llenará de fruto.” (27:5-6)

Esta dulce Redención es dirigida al pueblo de Dios como invitación para que iniciemos el conocimiento permanente de nuestra conexión con Él. La fortaleza de nuestro Amor es el Amor de Dios. En este nexo nos damos cuenta que la paz es la culminación de nuestra conexión con Dios, como lo completo, entero, total.

Amor es nuestro nexo común con Dios, mediante el cual logramos nuestra Unidad con Él. En esta realización nos establecemos, florecemos y fructificamos. Así llenamos al mundo con lo bueno de los modos y atributos de Amor, haciéndolos la causa y efecto del Plan de Dios para Su Creación.

“¿Acaso Él lo ha herido como quienes lo hirieron? ¿o ha sido muerto como los matados por Él? Luchaste con él desterrándolo, expulsándolo. Con Su viento fuerte Él lo expulsó [al leviatán] en el día del viento del este.” (27:7-8)

Dios nos recuerda que Él nunca ha tratado a Israel como nos han tratado las naciones. Tampoco nos ha tratado como Él ha tratado a las naciones. Esto es para decirnos que Él destruye la serpiente para Israel con el fin de realizar nuestro destino de revelar la Presencia Divina en el mundo. Esta se revela a través de los modos y atributos de Amor como manifestación material del Amor de Dios.

“De esta manera pues será purgada la iniquidad de Jacob; y éste será todo el fruto, la remoción de su pecado, cuando tornare todas las piedras del altar como piedras de cal desmenuzadas, y no se levantarán más los altares y los ídolos.” (27:9)

Dios eliminará la causa de todas nuestras iniquidades. Al hacerlo, es Él quien expía por nuestras transgresiones. Así nos damos cuenta individualmente de la causa de nuestros pecados como ídolos creados a partir de las fantasías e ilusiones de ego. Estas son los altares e ídolos que no serán más. Así nos damos cuenta que Amor siempre prevalecerá.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.