domingo, 27 de julio de 2014

La Conciencia Mesiánica en la Profecía Judía (LXVII) Isaías

“Y ahora, así dice el Eterno tu Creador, oh Jacob; y El que te formó, oh Israel: 'No temas, porque Yo te He redimido, te He llamado por tu nombre. Tú eres Mío.” (Isaías 43:1)

Este es uno de los mensajes trascendentales de la Biblia hebrea porque define y destaca la identidad judía. Todo está contenido en esta declaración. Decimos todo porque se trata de la existencia de Israel y el nexo con el Creador.

Llamar por su nombre a Jacob como Israel es la manera de identificar lo que significa el pueblo elegido de Dios para Él. También con esto nos damos cuenta de los significados de la creación y formación de Israel por parte de Dios, las cuales tienen un propósito en Su plan para el mundo. En esta realización no hay razón para temer. Dios está con nosotros porque le pertenecemos a Él, y en el conocimiento de esta conexión de hecho somos redimidos.

“Cuando pases por las aguas, Yo estoy contigo. Y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará.” (43:2)

Aún en las vicisitudes y peligros que enfrentamos para descubrir, aprender, vivir y manifestar nuestra identidad judía, Dios está con nosotros. En este proceso encontramos las seducciones de las fantasías e ilusiones de ego, las cuales conducen a tendencias y rasgos negativos en las conciencia, que a su vez nos desvían de lo bueno en los modos y atributos de Amor como manifestación material del Amor de Dios.

“Porque yo soy el Eterno tu Dios, el Sagrado de Israel, guardador tuyo. A Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.” (43:3)

Esta es otra declaración fundamental que proclama la Redención Final y la Conciencia Mesiánica. Nuestra Redención proviene exclusivamente de nuestro Creador y de nadie más, lo cual elimina intermediarios. También señala la directa profecía de que la Era Mesiánica se manifiesta a través del Sagrado de Israel, ya que el pueblo judío es el destinado mensajero de la Redención Final del Creador. Egipto, Etiopía y Seba son mencionadas como naciones con diferentes propósitos en el plan de Dios, con las cuales Israel se ha relacionado con experiencias tanto negativas como positivas.

“Ya que eres precioso a Mis ojos, has sido digno de honor, y Yo te he amado. Entregaré a otros hombres en lugar tuyo, y a otros pueblos por tu vida.” (43:4)

Dios reafirma Su Pacto con Israel como heredero de la Torá y el legado de esta para el mundo. En este contexto somos preciosos para Él, y por ello recibimos honores. El Amor de Dios es nuestra Esencia, verdadera identidad y nexo común con Él. De ahí que Dios asigne deberes diferentes para las naciones, con el fin de preservar la misión de Israel en el mundo.

“No temas, porque Yo estoy contigo. Del oriente traeré tu simiente [descendientes], y del occidente te recogeré. Digo al norte: 'Entrégalos', y al sur: 'No los retengas'. Trae a Mis hijos desde lejos, y a Mis hijas desde los confines de la tierra. A cada uno que es llamado por Mi Nombre, y a quien He creado [Jacob] para Mi gloria, a quien He formado [Israel] y a quien He hecho.” (43:5-7)

Dios nos dice que la misión de Israel no es fácil. De ahí el temor a que las naciones rechacen y se opongan a Su voluntad, persiguiendo y tratando de destruir al pueblo judío a través de la historia. A pesar de nuestro conocimiento de la Presencia de Dios en nuestras vidas mediante los modos y atributos de Amor, seguimos temiendo a las tendencias negativas en la conciencia.

Dios también conoce nuestras debilidades, y promete redimirnos al revitalizar nuestra Esencia e identidad como la simiente que Él nutre para recogernos en cosecha abundante. Él nos toma desde los confines de la tierra, y nos redime de la opresión y retención bajo la maldad y lo negativo. Él nos recogerá y reunirá a todos, porque somos Sus hijos e hijas que ha creado para Su voluntad.

“El ha sacado al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos.” (43:8)

Dios promete transformar nuestra conciencia eliminando la persistencia de nuestras adicciones, apegos, obsesiones y terquedades, para traernos a la libertad total de vivir en los modos y atributos de Amor, contrarios a las tendencias y rasgos negativos de las ilusiones y fantasías de ego.

“Todas las naciones a una se han reunido, y se han congregado los pueblos. ¿Quién de ellos declarará esto y nos proclamará las cosas anteriores? Que presenten sus testigos y que se justifiquen, que oigan y digan: 'Es verdad'.” (43:9)

El Creador desafía a los deseos materialistas de ego y sus tendencias negativas como las naciones que alegan ser mejores que los modos y atributos de Amor, representados por la Esencia e identidad de Israel. La verdad de aquellas no tiene fundamento, ya que no hay nada recto ni positivo en su predicamento.

“Vosotros sois mis testigos, afirma el Eterno. Y Mi siervo a quien He escogido, para que Me conozcáis y creáis en Mí, y entendáis que Yo soy. Antes de Mí no fue formado otro dios, ni después de Mí lo habrá.” (43:10)

Dios trae a Israel, Su elegido servidor, como el mensajero del mayor bienestar que Él quiere hacer prevalecer en la conciencia humana. A través de Israel reconocemos la voluntad de Dios como la verdad que todos estamos destinados a creer y sostener. La verdad que proclama la Unicidad de Dios como el único Creador y Amo de todo. Una vez más Él nos advierte sobre la idolatría de las fantasías e ilusiones de ego, en vez del servicio a Sus caminos y atributos como nuestra verdadera identidad y propósito en la vida. Otra vez nos recuerda que Él como nuestro Creador es también nuestro único y exclusivo Dios y Redentor.

“Yo, Yo soy el Eterno, y fuera de Mí no hay redentor.” (43:11)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.