lunes, 13 de marzo de 2017

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (XXX)

“¿Quién hace que Tú seas como un hermano para mí, que ha amamantado de los pechos de mi madre? Te encontraré a Ti afuera para besarte, y nadie me despreciará.” (Cantar de los Cantares 8:1)

La compenetración de los dos amores continúa, procurando sus delicias en cercanía mutua. Israel le pide otra vez al Creador que le recuerde los rasgos comunes que comparten, que los hacen como hermano y hermana de la misma madre. Esta es la dulce alegoría de un nexo común que al mismo tiempo es el origen común que comparten.

“Y te He desposado a Mí eternamente, y te He desposado a Mí en rectitud, y en justicia, y en amorosa bondad, y en compasión. Y te He desposado a Mí en fidelidad, y has conocido al Eterno.” (Oseas 2:19-20)

Israel simultáneamente habla a las naciones, diciéndoles que ella encuentra el amor de Dios sin aquellas ni su ayuda. Luego ella lo besa a Él delante de aquellas. Ahora que las naciones finalmente se hacen conscientes y aceptan la preeminencia de Israel en el mundo, debido a su íntima conexión con el Creador, aquellas no despreciarán, ni perjudicarán, ni odiarán a Israel al comenzar la era mesiánica, porque así Él lo ha dispuesto.

“Porque entonces Yo daré a las naciones una lengua pura para llamar todas en el nombre del Eterno, para servirlo a Él unidas con un solo fin.” (Sofonías 3:9)

“Todas las naciones que Tú has creado vendrán y te alabarán, oh Eterno, y ellas glorificarán Tu nombre.” (Salmos 86:9)

Todas las naciones de la tierra participarán en la redención final hebrea y el advenimiento de la era mesiánica, en la nueva conciencia cuyo pensamiento estará dirigido al propósito exclusivo de conocer al Creador, como un nuevo lenguaje que reflejará solamente el bien como manifestación espiritual y material del amor de Dios.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.