domingo, 19 de marzo de 2017

El Cantar de los Cantares: La Historia de Amor entre Dios e Israel (XXXI)

“Te guío, te traigo a Ti a la casa de mi madre para enseñarme. Yo te daré vino fragante para beber, [también] del jugo de mi granada.” (Cantar de los Cantares 8:2)

Israel cuenta a Dios que al regresar a Sus caminos y atributos, ella lo trae a su nexo eterno en la casa de su madre (el Templo de Jerusalén). Ahí el Creador enseña a Israel Su plan para la era mesiánica, y ella lo traerá a Él hacia el bien de las expresiones (jugo de granada) de la futura nueva conciencia que es como un delicioso vino fragante. En la tradición hebrea las semillas de granada también representan los mandamientos de la Torá.

“Su mano izquierda está bajo mi cabeza, y Su diestra me abraza.” (8:3)

El amor de Israel con orgullo y alegría reafirma su invariable compenetración con el amor de Dios, tal como fue declarado en el comienzo de este poema. Esta vez con un giro especial, ya que es el nexo con cualidad eterna plenamente manifiesta con la redención final de Israel y el advenimiento de la era mesiánica.

“Os ordeno, oh hijas de Jerusalén, ¿Cómo agitáis y cómo motiváis el amor hasta que ella lo desee?” (8:4)

En esta nueva realidad redentora, el Creador encomienda a las características y rasgos del más elevado nivel de conciencia (las hijas de Jerusalén) para que busquen las maneras de despertar y agitar la esencia e identidad de Israel con el fin de que expresen las nuevas cualidades del bien inherente a su amor, tanto como a ella le plazca.

Al cumplirse Su redención final, Dios hará vibrar el bien inherente a nosotros para traer nuestro amor a Su amor.

“¿Quién es ella descendiendo del desierto, apegada a su Amado? Bajo el manzano te desperté. Ahí tu madre te daba a luz, te parió, te hizo nacer.” (8:5)

El Creador responde regresando también a ella, tal como está escrito por los profetas, “Regresa a Mí, y Yo regresaré a ti”. Él pregunta retóricamente quién es la que regresa del desierto (las dificultades y devastación del sufrimiento en su largo exilio entre las naciones), apegándose a Él en su retorno a Él.

Este regreso es motivado, adquirido y logrado con éxito teniendo y manifestando un amor extremadamente intenso por el Creador, porque no hay otra manera de volver a Él.


“Y si de allí buscas al Eterno tu Dios, tú lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma. (…) Entonces el Eterno tu Dios te traerá de tu cautiverio, y tendrá compasión de ti; y te traerá y recogerá de entre todos los pueblos adonde el Eterno tu Dios te ha dispersado.” (Deuteronomio 4:29, 30:33)

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.