domingo, 17 de diciembre de 2017

Eclesiastés: La ilusión de la vanidad y la realidad del amor (XXIX)

“Disfruta con la mujer que has amado todos los días de la vida de tu vanidad, que Él te ha dado bajo el sol todos los días de tu vanidad; porque esa es la porción en tu vida y en tu trabajo donde has laborado bajo el sol. (Eclesiastés 9:9)

Esta es una declaración profunda que nos hace conscientes de la unidad complementaria del hombre y la mujer, aun en medio de las vanidades y futilidad de la vida humana. Hay un gozo implícito en este conocimiento, basado en el hecho de que ambos géneros se pertenecen el uno al otro como partes separadas que están destinadas a vivir unidas en las labores que exige la vida en el mundo material bajo el sol.

“Quien haya encontrado una esposa ha encontrado bien, y trae el favor del Eterno.
(Proverbios 18:22)

El versículo está escrito más como un mandamiento que como un consejo del rey Salomón. Esto nos hace reflexionar en torno al bien que disfrutamos en la totalidad que encontramos en la unión de ambos géneros, porque el bien es la culminación de esa totalidad que el Creador quiere para nosotros.

“Lo que logre hacer tu mano por tu fuerza, hazlo; porque no hay trabajo, o consejo, o conocimiento, o sabiduría en la tumba hacia la que vas. (Eclesiastés 9:10)

Kohelet nos recuerda que realizar y lograr, como resultado del conocimiento y el entendimiento, pertenecen al mundo material porque en las dimensiones espirituales todo ya es conocido, entendido, realizado y logrado.

“¿Qué provecho hay en mi muerte (lit. sangre), si desciendo la tumba? ¿Acaso Te puede alabar el polvo? ¿Puede proclamar Tu verdad? (Salmos 30:9)

“Porque la tumba no puede dar gracias a Ti, la muerte no puede alabarte. Aquellos que descienden a la tumba no pueden esperar Tu fidelidad. (Isaías 38:18)

En este contexto entendemos que vivimos en este mundo debido al bien y en aras del bien, por el cual alabamos al Creador, ya que el bien es Su verdad. Así también sabemos que el bien es Su fidelidad que sostiene Su creación.

“Yo regresé, y vi bajo el sol que la carrera no es para el ágil, ni la batalla para el fuerte, ni aun el pan para el sabio, ni las riquezas para aquellos con entendimiento, ni aun la ventaja del diestro; porque el tiempo y el azar se ciñe sobre todos ellos. Porque el hombre tampoco sabe su tiempo, como [ocurre con] los peces cogidos en una red maligna, y como los pájaros cogidos en una trampa; también así son los hijos de los hombres en un tiempo de desgracia, cuando cae repentinamente sobre ellos. (Eclesiastés 9:11-12)

Estos versículos nos hacen reflexionar acerca de la combinación de circunstancias que rodea a la vida bajo el sol, llamada aquí “el tiempo y el azar”. Esta reflexión viene a considerar que la vanidad y futilidad de las fantasías e ilusiones de ego viven en un campo lleno de redes, trampas y ardides de su predicamento destructivo donde todo está sujeto al azar.


Así concluimos que vivir en la verdad del bien es nuestra libertad para elegir los senderos positivos y las buenas obras que nos llevan con certeza hacia sus frutos y beneficios, no sujetos a nada diferente de sus modos y atributos. En el bien no hay azar, accidentes, trampas, ardides ni prisiones.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.