domingo, 9 de septiembre de 2018

JERUSALEM EN EL LIBRO DE SALMOS (XXX)


“Recuerda, oh Eterno, contra los hijos de Edom el día de Jerusalén; que dicen, ‘Arrásala, arrásala, desde sus cimientos’.” (Salmos 137:7)

El salmista conoce muy bien los enemigos de Jerusalén, hijos de las naciones paganas descendientes de Esaú/Edom. Representan los más bajos pensamientos, emociones, sentimientos, pasiones e instintos, que hacen del bien su presa para satisfacer insaciables fantasías e ilusiones materialistas.

Luchan para imponer el reinado de la maldad y la destrucción de la dignidad humana, haciendo que el bien esté sometido al mal. Aquí el “día de Jerusalén” se refiere a la redención final del pueblo judío y el día del comienzo de la era mesiánica.

“Me inclino hacia Tu sacralidad [Templo], y doy gracias a Tu Nombre, por Tu amorosa bondad y por Tu verdad. Porque Tú has engrandecido Tu promesa por encima de todo Tu Nombre. En el día en que he llamado, Tú me has respondido. Tú me has animado en mi alma con fortaleza.” (138:2-3)

La prometida redención final del Creador para hacer que el bien reine y prevalezca en el mundo material, es evocada de nuevo hasta el extremo que el salmista la llama más grande que Su Nombre.

Esta es una alegoría de la grandeza del bien proveniente de Dios, que será totalmente revelado en la era mesiánica; y será aún mayor que la que hemos conocido hasta ahora, la cual es Su Nombre.

Él oye la plegaria de David y le responde, con la certeza que lo anima a vivir con el alma fortalecida para la era mesiánica, cuando veremos la magnificencia de un bien que está más allá de nuestra actual comprensión. Al ser el pueblo judío heredero de esa promesa divina, el salmista exalta esta sublime realidad.

“Dichoso el pueblo cuyo destino es éste, dichoso el pueblo cuyo Dios es el Eterno.” (144:15)

Así se resume el origen, esencia, propósito y destino de Israel, con las palabras exactas y su significado exacto. En este conocimiento, solamente tenemos palabras de agradecimiento y alabanza, también pronunciados en el siguiente versículo.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.