domingo, 13 de junio de 2010

Parshat Jukat: Fe en el Amor de Dios

El Creador habla a Moisés y Aarón diciendo: "este es el decreto de la Torá como lo ordena el Eterno (…)" (Números 19:1) La oración enfatiza la autoridad Divina con las palabras "decreto" (jukat) y "ordena", lo cual según Rashi significa que nadie tiene el derecho de cuestionar tal decreto. Tenemos que añadir que esto también se aplica a todos los Mandamientos de Dios en la Torá. ¿Cómo podemos cuestionar la voluntad de nuestro Creador? ¿Cómo podemos atrevernos a cuestionar el aire que nos mantiene vivos? Aún así, parece que nuestro libre albedrío (también dado a nosotros por el Amor de Dios) puede elegir desafiar al Creador de todo. ¿O más bien se trata de una elección de nuestro ego?

Este decreto en particular se refiere al sacrificio de una vaca roja, cuyas cenizas reciben poder Divino en "una ofrenda de fuego purificadora" (19:17) para limpiar a aquellos que estuvieron en contacto con un cadáver. Esto lo entendemos como estar en contacto con la muerte que separa de la verdadera vida. ¿Por qué una vaca roja y no uno de los otros animales mencionados como posibles ofrendas de sacrificio en el Tabernáculo o Templo? Este es uno de los misterios Divinos que ninguno de nuestros exégetas ha podido descifrar, incluyendo al hombre más sabio que jamás ha existido, el rey Salomón. En un sentido literal entendemos que se trata de un animal especial, "una vaca roja perfecta y sin tacha sobre la cual no ha sido puesta una yunta" (17:2) Al igual que los demás animales ritualmente aptos, puede representar una cualidad humana que al ser transformada con fuego (Amor Divino) tiene el poder de redimirnos de la muerte. En este contexto, esa cualidad humana transformada tiene tal poder. Sabios místicos relacionan las cenizas de la vaca roja con la Redención Final cuando la muerte será erradicada del mundo. El punto aquí no es determinar esa cualidad humana particular que tenemos que dirigir hacia nuestra Redención final. El punto es que debemos dirigir todas nuestras cualidades, todos los aspectos de la conciencia al Servicio Divino, el cual es ser y manifestar los caminos y atributos de Dios. Esto es lo que verdaderamente nos redime de las tinieblas de las ilusiones materialistas.

La preeminencia de Amor como principio Divino es reafirmada otra vez en el episodio
cuando Moisés duda del poder transformador y redentor de nuestro Creador: "Toma la vara y reúne a la congregación, tú y tu hermano Aarón, y habla a la roca en presencia de ellos y la roca dará su agua. Y les sacarás agua de la roca para ellos y darás de beber a la congregación y a sus bestias" (20:8) En este versículo aprendemos que la vara representa la dirección que nuestra conciencia superior (Moisés y Aarón) imparte a todos los aspectos y dimensiones de la conciencia material (la roca que representa a los hijos de Israel). El Amor de Dios quiere que le hablemos a la roca para que dé su agua, la que nos mantiene vivos en el desierto donde estamos libres de las ilusiones del mundo. Esta agua es Amor ocultado en la oscuridad del mundo, las tinieblas en las dimensiones de nuestra conciencia, también simbolizada por la roca. Cuando Amor habla la Luz ocultada es revelada, y nuestra conciencia es capaz de realizar nuestra Unidad con Dios. Todo lo que tenemos que hacer es ser Amor, manifestar Amor y hablar Amor, el fuego Divino que transforma los aspectos negativos de la conciencia en expresiones de Amor. 


Hemos dicho que sólo Amor tiene el poder de revelar Amor ocultado en las dimensiones oscuras de la Creación. Y esta agua, este Amor revelado, nutre no solamente nuestra conciencia espiritual sino también los aspectos materiales de nuestra vida ("a la congregación y sus bestias").

Nuestra conciencia superior (Moisés y Aarón) no está libre de cometer errores. Nuestro sentido de rectitud puede volvernos duros y severos al disciplinar nuestra mente, pensamientos, emociones, pasiones e instintos. Parece que tenemos dificultad en armonizar todos los aspectos de la conciencia en nuestras batallas para derrotar las fantasías e ilusiones de ego. Sin embargo sabemos que el Amor de Dios es lo que nos libera de los dominios de ego, del cautiverio en Egipto. Por lo tanto saber esta Verdad implica confiar en ella. La transgresión de Moisés al golpear en vez de hablar a la roca, tal como se lo ordenó el Creador, fue cuestionar Su poder transformador
y redentor aún en las dimensiones más densas y oscuras de nuestra conciencia.

Moisés, nuestro Maestro y el más grande de todos los profetas judíos, cuestionó el Amor de Dios al poner en duda la capacidad de su pueblo de abrazar Su Amor como su único Redentor. Moisés tenía muchas razones para dudar del compromiso de su pueblo como el elegido para crear un lugar en el mundo donde el Creador more en nosotros. Un compromiso para cumplir la misión de revelar Amor como Luz de las tinieblas del materialismo. Esta duda estaba basada en las muchas veces q
ue los hijos de Israel, a pesar de maravillosos milagros, cuestionaron la conducción de Su Redentor. La lección aquí para Moisés y Aarón como símbolos de nuestra conocimiento de conexión con Dios, para Israel y para el resto del mundo, es que el poder del Amor de Dios es ilimitado, eterno y lo abarca todo.

Amor como la manifestación material del Amor de Dios está en todas partes, tanto revelado como ocultado, y nuestra misión en este mundo es revelarlo donde y cuando esté ocultado. Sólo aquellos que estemos permanentemente conscientes de Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad podremos permitir que sea el Amor de Dios el que libre nuestras batallas para conquistar las naciones (los aspectos negativos de la conciencia) y morar para siempre en la Tierra Prometida.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.