Estas son las siete "naciones" y cómo conquistarlas:
Ira: calma, felicidad, paz, placidez, concordia
Codicia: generosidad, amorosa bondad, benevolencia
Envidia: humildad, contento consigo mismo, auto-confianza
Impaciencia: auto-control, facilidad, entereza, tolerancia, aceptación
Imprudencia: sensatez, cuidado, precaución, previsión, reflexión
Indolencia: diligencia, dedicación, laboriosidad
Lujuria: modestia, templanza, austeridad, moderación, frugalidad
Lujuria y codicia tienen objetivos similares que eventualmente llegan a ser satisfechos, aunque temporalmente. Envidia, al igual que lujuria y codicia son causadas por sentimientos de carencia, ya sea real o imaginaria, pero la envidia nunca llega a ser satisfecha. Envidiar y codiciar tienen raíces comunes. Sabios sostienen que la ilusoria creencia de Eva de que el Paraíso carecía de algo la llevó a comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal. Ira e impaciencia son causadas o motivadas por la creencia o sentimiento de no estar satisfecho con lo que se es o lo que se tiene. Por lo tanto no hay aceptación, tranquilidad, felicidad o paz con lo que se es ni con lo que se tiene. Imprudencia e indolencia tienen como raíz común la negligencia. Si uno es indiferente tampoco le concierne nada ni nadie.
Estas emociones negativas usualmente son percibidas como cualidades malignas, pero de hecho son emociones y no cualidades. Las emociones negativas no son doblegadas por emociones positivas sino por cualidades positivas, porque las emociones en sí mismas son neutrales. Esto quiere decir que las emociones en su estado natural deben ser dirigidas por cualidades positivas. En general, el egocentrismo es el motivador de todas las emociones y rasgos negativos. En el libro "Dios como Amor" dijimos que las emociones son neutrales por naturaleza, y las describimos como "vasijas vacías" en espera de ser llenadas y guiadas por los niveles superiores de la conciencia. Entonces, o las llenamos y conducimos con nuestra conciencia de Amor Divino, o por las fantasías y deseos de ego. Si uno codicia, empeña su confianza y su autoestima en la envidia, la avaricia y la lujuria; y si no consigue aquello que envidia o codicia con lujuria caerá en la impaciencia y la ira, que lo hacen imprudente y finalmente indolente. Es en este contexto que entendemos el dicho de que "el pecado es el castigo mismo".
También mencionamos en el libro que, además de las emociones, los restantes aspectos o niveles de la conciencia también son vasijas vacías que incluyen intelecto, mente, sentimientos, pasiones, los cinco sentidos, e instintos. Nuestro intelecto debe llenar (instruir) la mente con sentido común, ideas prácticas y principios inspirados en los caminos y atributos de Amor. Nuestra mente llena (dirige) las emociones con pensamientos positivos, y estas a su vez llenan nuestros sentidos invitándolos a abrazar la pasión y excitación que colmen cada rincón del cuerpo, haciendo del habla y la acción manifestaciones tangibles de Amor.
Nuestros Sabios enseñan que las cualidades positivas que redimen a las emociones negativas son la amorosa bondad, reverencia, compasión, confianza, honestidad, lealtad y humildad. Otros Sabios consideran que esas cualidades son en realidad el estado natural de las emociones, y que terminan mal dirigidas por las fantasías e ilusiones de ego. Esto significa que aman ideas, personas o situaciones equivocadas; que reverencian y respetan personas prejuiciadas o fanáticas; que son compasivos ante los malvados y la conducta criminal; que confían en falsas creencias y dedican su lealtad a personas negativas; y que son humildes y sumisos ante situaciones que exigen valentía y determinación.
Mucha gente cree que esas cualidades tienen una naturaleza dual, y que son dirigidas hacia lo positivo o lo negativo dependiendo del carácter de la persona. Entonces, en vez de amar lo bueno y las acciones constructivas, ama los malos hábitos y las adicciones destructivas; en vez de ser humilde prefiere la arrogancia; en vez de confiar en la solidez de sus principios decide creer en estilos de vida glamorosos o superficiales; y miente para hacer creer a otros las fantasías de su ego.
Todos sabemos que hay ciertos factores que determinan las creencias y comportamiento de la gente, los cuales son principalmente patrones culturales, ideologías, nivel económico y social, educación, y valores inculcados en la familia. En el judaísmo todos ellos están sujetos a principios éticos, lo que implica que nuestra línea de pensamiento, reacciones emocionales, pasiones e instintos, están sometidos a esos principios éticos. Y ellos están basados en el Amor de Dios por toda Su Creación, y en Sus Mandamientos para que seamos y manifestemos Sus caminos y atributos. En "Dios como Amor" mencionamos que las emociones son el eje que mantiene el equilibrio de todos los niveles de nuestra conciencia. Mientras las mantengamos llenas de la Verdad, estaremos bien con nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno; y esa Verdad es Amor. Sin ninguna otra consideración, debemos llenar nuestras emociones y todos los niveles de la conciencia con Amor para serlo y manifestarlo, ya que esa es la misión que Él nos ha ordenado.
Ira: calma, felicidad, paz, placidez, concordia
Codicia: generosidad, amorosa bondad, benevolencia
Envidia: humildad, contento consigo mismo, auto-confianza
Impaciencia: auto-control, facilidad, entereza, tolerancia, aceptación
Imprudencia: sensatez, cuidado, precaución, previsión, reflexión
Indolencia: diligencia, dedicación, laboriosidad
Lujuria: modestia, templanza, austeridad, moderación, frugalidad
Lujuria y codicia tienen objetivos similares que eventualmente llegan a ser satisfechos, aunque temporalmente. Envidia, al igual que lujuria y codicia son causadas por sentimientos de carencia, ya sea real o imaginaria, pero la envidia nunca llega a ser satisfecha. Envidiar y codiciar tienen raíces comunes. Sabios sostienen que la ilusoria creencia de Eva de que el Paraíso carecía de algo la llevó a comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y el mal. Ira e impaciencia son causadas o motivadas por la creencia o sentimiento de no estar satisfecho con lo que se es o lo que se tiene. Por lo tanto no hay aceptación, tranquilidad, felicidad o paz con lo que se es ni con lo que se tiene. Imprudencia e indolencia tienen como raíz común la negligencia. Si uno es indiferente tampoco le concierne nada ni nadie.
Estas emociones negativas usualmente son percibidas como cualidades malignas, pero de hecho son emociones y no cualidades. Las emociones negativas no son doblegadas por emociones positivas sino por cualidades positivas, porque las emociones en sí mismas son neutrales. Esto quiere decir que las emociones en su estado natural deben ser dirigidas por cualidades positivas. En general, el egocentrismo es el motivador de todas las emociones y rasgos negativos. En el libro "Dios como Amor" dijimos que las emociones son neutrales por naturaleza, y las describimos como "vasijas vacías" en espera de ser llenadas y guiadas por los niveles superiores de la conciencia. Entonces, o las llenamos y conducimos con nuestra conciencia de Amor Divino, o por las fantasías y deseos de ego. Si uno codicia, empeña su confianza y su autoestima en la envidia, la avaricia y la lujuria; y si no consigue aquello que envidia o codicia con lujuria caerá en la impaciencia y la ira, que lo hacen imprudente y finalmente indolente. Es en este contexto que entendemos el dicho de que "el pecado es el castigo mismo".
También mencionamos en el libro que, además de las emociones, los restantes aspectos o niveles de la conciencia también son vasijas vacías que incluyen intelecto, mente, sentimientos, pasiones, los cinco sentidos, e instintos. Nuestro intelecto debe llenar (instruir) la mente con sentido común, ideas prácticas y principios inspirados en los caminos y atributos de Amor. Nuestra mente llena (dirige) las emociones con pensamientos positivos, y estas a su vez llenan nuestros sentidos invitándolos a abrazar la pasión y excitación que colmen cada rincón del cuerpo, haciendo del habla y la acción manifestaciones tangibles de Amor.
Nuestros Sabios enseñan que las cualidades positivas que redimen a las emociones negativas son la amorosa bondad, reverencia, compasión, confianza, honestidad, lealtad y humildad. Otros Sabios consideran que esas cualidades son en realidad el estado natural de las emociones, y que terminan mal dirigidas por las fantasías e ilusiones de ego. Esto significa que aman ideas, personas o situaciones equivocadas; que reverencian y respetan personas prejuiciadas o fanáticas; que son compasivos ante los malvados y la conducta criminal; que confían en falsas creencias y dedican su lealtad a personas negativas; y que son humildes y sumisos ante situaciones que exigen valentía y determinación.
Mucha gente cree que esas cualidades tienen una naturaleza dual, y que son dirigidas hacia lo positivo o lo negativo dependiendo del carácter de la persona. Entonces, en vez de amar lo bueno y las acciones constructivas, ama los malos hábitos y las adicciones destructivas; en vez de ser humilde prefiere la arrogancia; en vez de confiar en la solidez de sus principios decide creer en estilos de vida glamorosos o superficiales; y miente para hacer creer a otros las fantasías de su ego.
Todos sabemos que hay ciertos factores que determinan las creencias y comportamiento de la gente, los cuales son principalmente patrones culturales, ideologías, nivel económico y social, educación, y valores inculcados en la familia. En el judaísmo todos ellos están sujetos a principios éticos, lo que implica que nuestra línea de pensamiento, reacciones emocionales, pasiones e instintos, están sometidos a esos principios éticos. Y ellos están basados en el Amor de Dios por toda Su Creación, y en Sus Mandamientos para que seamos y manifestemos Sus caminos y atributos. En "Dios como Amor" mencionamos que las emociones son el eje que mantiene el equilibrio de todos los niveles de nuestra conciencia. Mientras las mantengamos llenas de la Verdad, estaremos bien con nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno; y esa Verdad es Amor. Sin ninguna otra consideración, debemos llenar nuestras emociones y todos los niveles de la conciencia con Amor para serlo y manifestarlo, ya que esa es la misión que Él nos ha ordenado.