"Dichos" y "cosas" comparten la misma palabra en hebreo, pero en el último libro de la Torá significa cosas, Devarim, que es también el nombre de su primera porción: "Estas son las cosas que Moisés habló a todo Israel" (Deuteronomio 1:1) Aunque es considerado una repetición de las enseñanzas y sucesos mencionados en los cuatro libros anteriores, Devarim enfatiza en cómo concebimos al Creador y cómo Israel debe relacionarse con Él. Es por ello que comienza con Moisés reprochando a todo Israel, porque el Pueblo Elegido no solamente cuestiona el Amor de Dios sino que también se rebela contra Él.
Dijimos en comentarios anteriores que Moisés y Aarón representan respectivamente nuestra más alta conciencia del Creador, y nuestra conexión permanente con Él. Moisés es el conductor que nos guía (a Israel) hacia los caminos y atributos de Dios, y nos enseña a serlos y manifestarlos. Aarón nos hace conscientes de nuestra Unidad con el Creador. Moisés se comunica con nuestro intelecto, razonamiento y entendimiento para hacernos conocer Sus caminos y atributos. Aarón nos hace vivir ese conocimiento: "Sed de los discípulos de Aarón, amantes de la paz y procuradores de la paz, amantes de las criaturas a las que atraen a la Torá" (Pirké Avot 1:12)
Moisés es quien nos conduce al conocimiento de la Verdad, porque es el maestro primordial que habla "boca a boca" con nuestro Creador. Continuamente destacamos que el Amor de Dios es la Esencia que sustenta toda Su Creación, porque esta emana de Él y está unida a Él. Desconocer esta Verdad o rechazarla no solamente es vivir engañados sino vivir en las tinieblas de las ilusiones materialistas.
Moisés reprocha a todos los aspectos de nuestra conciencia y sus expresiones, con el propósito de hacerlos conscientes de su misión en este mundo. Esta radica en reconocer la preeminencia de Amor en nuestras vidas como causa, medio y finalidad para relacionarnos unos con otros y con toda la Creación. Este reproche no es una reprimenda sino una invitación a reflexionar sobre las ilusiones de ego que impiden nuestro propósito de lograr una conexión permanente con el Creador. El conocimiento conductor hacia los modos y atributos de Amor -- como manifestación material del Amor de Dios -- necesita cada aspecto de nuestra conciencia para lograr ese propósito: "(…) diciendo: 'No puedo cargaros yo solo por mí mismo" (1:9, 12) Es entonces que el conductor asigna a las mejores cualidades y rasgos para dirigir, "juzgar" los aspectos inferiores de la conciencia, "porque el juicio es del Eterno" (1:17)
La próxima reflexión tiene que ver con dudar del Amor de Dios para conquistar las bajas pasiones y las emociones negativas, a pesar de Sus incontables pruebas y milagros: "Aunque en esta cosa no creísteis en el Eterno vuestro Dios" (1:32), "Porque el Eterno vuestro Dios os ha bendecido en toda la labor de vuestras manos; Él os conoció caminando este gran desierto, estos cuarenta años el Eterno vuestro Dios ha estado con vosotros; a vosotros no os ha faltado nada" (2:7)
La porción concluye reiterando lo que Moisés nuestro maestro tiene muy claro: "No les temeréis porque el Eterno vuestro Dios, es Él quien libra vuestras batallas" (3:22) Cuando dudamos de Amor y creemos en las ilusiones del mundo material, estas toman control de nuestra conciencia. Tal como lo hemos repetido muchas veces, con nuestras decisiones elegimos ya sea separarnos o conectarnos con los modos y atributos del Creador, ya que Su Amor nunca se separa de nosotros. Es Amor el que batalla contra las tinieblas de la agenda de ego, y es Amor el que siempre prevalece.
Devarim es Moisés repitiendo una y otra vez la invitación para ser completamente conscientes de que el Amor de Dios nos creó, es nuestra vida, nuestro origen, y nuestro sustento. Nuestro destino es vivir plenamente Amor en lo que somos y lo que hacemos.
Dijimos en comentarios anteriores que Moisés y Aarón representan respectivamente nuestra más alta conciencia del Creador, y nuestra conexión permanente con Él. Moisés es el conductor que nos guía (a Israel) hacia los caminos y atributos de Dios, y nos enseña a serlos y manifestarlos. Aarón nos hace conscientes de nuestra Unidad con el Creador. Moisés se comunica con nuestro intelecto, razonamiento y entendimiento para hacernos conocer Sus caminos y atributos. Aarón nos hace vivir ese conocimiento: "Sed de los discípulos de Aarón, amantes de la paz y procuradores de la paz, amantes de las criaturas a las que atraen a la Torá" (Pirké Avot 1:12)
Moisés es quien nos conduce al conocimiento de la Verdad, porque es el maestro primordial que habla "boca a boca" con nuestro Creador. Continuamente destacamos que el Amor de Dios es la Esencia que sustenta toda Su Creación, porque esta emana de Él y está unida a Él. Desconocer esta Verdad o rechazarla no solamente es vivir engañados sino vivir en las tinieblas de las ilusiones materialistas.
Moisés reprocha a todos los aspectos de nuestra conciencia y sus expresiones, con el propósito de hacerlos conscientes de su misión en este mundo. Esta radica en reconocer la preeminencia de Amor en nuestras vidas como causa, medio y finalidad para relacionarnos unos con otros y con toda la Creación. Este reproche no es una reprimenda sino una invitación a reflexionar sobre las ilusiones de ego que impiden nuestro propósito de lograr una conexión permanente con el Creador. El conocimiento conductor hacia los modos y atributos de Amor -- como manifestación material del Amor de Dios -- necesita cada aspecto de nuestra conciencia para lograr ese propósito: "(…) diciendo: 'No puedo cargaros yo solo por mí mismo" (1:9, 12) Es entonces que el conductor asigna a las mejores cualidades y rasgos para dirigir, "juzgar" los aspectos inferiores de la conciencia, "porque el juicio es del Eterno" (1:17)
La próxima reflexión tiene que ver con dudar del Amor de Dios para conquistar las bajas pasiones y las emociones negativas, a pesar de Sus incontables pruebas y milagros: "Aunque en esta cosa no creísteis en el Eterno vuestro Dios" (1:32), "Porque el Eterno vuestro Dios os ha bendecido en toda la labor de vuestras manos; Él os conoció caminando este gran desierto, estos cuarenta años el Eterno vuestro Dios ha estado con vosotros; a vosotros no os ha faltado nada" (2:7)
La porción concluye reiterando lo que Moisés nuestro maestro tiene muy claro: "No les temeréis porque el Eterno vuestro Dios, es Él quien libra vuestras batallas" (3:22) Cuando dudamos de Amor y creemos en las ilusiones del mundo material, estas toman control de nuestra conciencia. Tal como lo hemos repetido muchas veces, con nuestras decisiones elegimos ya sea separarnos o conectarnos con los modos y atributos del Creador, ya que Su Amor nunca se separa de nosotros. Es Amor el que batalla contra las tinieblas de la agenda de ego, y es Amor el que siempre prevalece.
Devarim es Moisés repitiendo una y otra vez la invitación para ser completamente conscientes de que el Amor de Dios nos creó, es nuestra vida, nuestro origen, y nuestro sustento. Nuestro destino es vivir plenamente Amor en lo que somos y lo que hacemos.