Moisés cumplió su misión trascendental como el celoso vigilante y guía que condujo a los hijos de Israel desde la esclavitud en Egipto hasta la libertad en la Tierra Prometida. El Amor de Dios escuchó al pueblo rogando por libertad, y también oyó a Su fiel servidor suplicándole entrar a la Tierra Prometida: "Te ruego Dios que esta vez (...)" (Deuteronomio 3:23) El apego de Moisés al Servicio Divino lo obligó a rogar por más, pero su misión ya había sido cumplida. 40 años en Egipto, 40 años en Madián y 40 años en el desierto, para un total de 120 años de aprendizaje y transformación que transcurrieron en una vida memorable y ejemplar. Moisés tuvo el privilegio de ver al Creador "cara a cara", y rendirse a Él completamente.
Su gran deseo de ver la Presencia Divina le fue concedido para mirarla en todo Su esplendor, y aprendió que esto es posible sólo cuando conquistamos las naciones de Canaán (las cualidades inferiores de la conciencia y sus aspectos negativos), y vivimos en la Tierra Prometida (la plenitud y abundancia de los caminos y atributos de Amor). Dios permitió que Moisés la contemplara desde la distancia. Nuestros Sabios dicen que "escuchar es entender, pero ver es saber". Entonces Moisés vio y Moisés supo, y ¿qué más necesitaría saber luego de haber visto todo? ¡Pues ser parte de ello! "Tú, Oh Eterno, apenas has comenzado a mostrar a Tu servidor Tu grandeza" (3:24), explicando que nuestra verdadera conexión con Él comienza en la vida práctica con nuestra misión de revelarlo a Él cuando y donde esté ocultado en el mundo. La Tierra Prometida también representa la realización en nuestra conciencia del Amor de Dios, por lo tanto es el punto de partida para vivirlo plenamente en el mundo material.
Esta realización tiene el poder de transformar tinieblas en Luz, revelando así Amor ocultado por las ilusiones de la conciencia apegada al materialismo. La grandeza de Amor es la revelación material del Amor de Dios en toda la Creación, y vivimos esa grandeza cuando todos los niveles de nuestra conciencia están llenos de Sus caminos y atributos, los cuales son Su Gloria. Esa es la verdadera vida: "Y vosotros que os apegásteis al Eterno vuestro Dios estáis vivos cada uno en este día" (4:4) Nuestro Sabios explican que "este día" se refiere al eterno presente que se sustenta continuamente del Amor de Dios. Considerando el hecho de que Su Amor está siempre con nosotros, que Él nos creó y nos sustenta, de nosotros depende estar conscientes de esta Verdad transcendental.
Aún si vivimos en las ilusiones del mundo material, siempre tenemos acceso a Él en nuestro estudio de la Torá: "Desde ahí buscarás al Eterno tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y tu alma" (4:29) Nunca olvidemos que Él es la única Verdad: "No hay nada además de Él" (4:35, 39; 5:22) En sus Leyes Fundamentales de la Torá (1:1), Maimónides reafirma esta Verdad indicando que "este el principio de todos los principios, y el pilar de toda sabiduría: saber que hay un Ser Primordial que trae a la existencia a todos los seres; que todas las existencias del Cielo y la Tierra, y lo que hay entre ellos, dependen solamente de la Verdad de Su Ser".
Moisés continúa reiterando el Pacto entre Dios y Su Pueblo, advirtiendo acerca de las consecuencias de seguir tras las fantasías e ilusiones de ego (idolatría), en vez de apegarse permanentemente al Creador; y le recuerda a Israel los Diez Mandamientos (5:6-17), seguir Sus caminos, y manifestar Sus atributos: "Caminaréis en todo camino que el Eterno vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien; y se prolonguen vuestros días en la Tierra que habréis de poseer" (5:29) Este contexto precede la más importante declaración del judaísmo, que define la Unidad de Dios en Su Creación a través de la conciencia de Su Pueblo, Israel. Es Israel quien que da completo sentido a esta declaración porque es Israel quien recibe el Mandamiento de ser consciente de ella: "Escucha [entiende] Israel: El Eterno es nuestro Dios, el Eterno es Uno [y Único]" (6:4)
Aunque esta declaración es hecha por Moisés nuestro maestro, realmente proviene del Amor de Dios, quien la proclama en primera persona plural. Esta es la culminación de la Unidad de Israel con el Creador, e Israel como el adjudicatario de este principio Divino. Este versículo es seguido de una clara explicación de este principio, pues contiene una dinámica que implica una conciencia activa. Esta explicación es la manera en que realizamos esa conciencia (6:5-25), y Amor es su fundamento esencial. Siempre y cuando estemos en, con, y para el Amor de Dios, seremos Uno con Él.
Los versículos destacan la importancia de estar constantemente conscientes de los caminos y atributos del Creador en virtualmente todo lo que hagamos día y noche. Este vínculo de Amor que ejemplifica unidad no permite ningún tipo de separación porque este Amor sólo cohabita con los caminos y atributos del Creador hacia nosotros, y con nada más. Como hemos mencionado en comentarios anteriores, cuando elegimos separarnos del Amor de Dios las consecuencias están simbólicamente ilustradas en la Biblia hebrea como "ira" y "venganza" derivadas de "celo".
Es precisamente este celo el que nos apega al Amor que nos mantiene unidos a Él: "porque un Dios celoso [exclusivo] es el Eterno tu Dios que está en medio de ti, para que la ira del Eterno tu Dios no se encienda contra ti y te destruya de la faz de la Tierra" (6:15) De hecho, estamos destruidos cuando elegimos vivir en ilusión y no en Su Verdad: "(…) para servir a otros dioses, entonces la ira del Eterno se encenderá contra ti, y Él te destruirá rápido" (7:4), "Porque tú eres un pueblo sagrado ante el Eterno tu Dios: el Eterno tu Dios te ha escogido como Su tesoro entre todos los pueblos que están en la faz de la Tierra" (7:6)
Ciertamente no todos somos tocados e inspirados por el Amor de Dios para ser y manifestar Sus caminos y atributos. Si nuestros ancestros y sus descendientes fueron escogidos, nosotros como un Israel unido y único debemos honrar este legado eligiendo Su Amor: "El Eterno no os ha amado o elegido por ser un pueblo más numeroso que los demás, sino porque fuisteis los menos numerosos entre los pueblos" (7:7) Honremos el legado de nuestros ancestros, honremos Amor por la gracia de Amor.
Su gran deseo de ver la Presencia Divina le fue concedido para mirarla en todo Su esplendor, y aprendió que esto es posible sólo cuando conquistamos las naciones de Canaán (las cualidades inferiores de la conciencia y sus aspectos negativos), y vivimos en la Tierra Prometida (la plenitud y abundancia de los caminos y atributos de Amor). Dios permitió que Moisés la contemplara desde la distancia. Nuestros Sabios dicen que "escuchar es entender, pero ver es saber". Entonces Moisés vio y Moisés supo, y ¿qué más necesitaría saber luego de haber visto todo? ¡Pues ser parte de ello! "Tú, Oh Eterno, apenas has comenzado a mostrar a Tu servidor Tu grandeza" (3:24), explicando que nuestra verdadera conexión con Él comienza en la vida práctica con nuestra misión de revelarlo a Él cuando y donde esté ocultado en el mundo. La Tierra Prometida también representa la realización en nuestra conciencia del Amor de Dios, por lo tanto es el punto de partida para vivirlo plenamente en el mundo material.
Esta realización tiene el poder de transformar tinieblas en Luz, revelando así Amor ocultado por las ilusiones de la conciencia apegada al materialismo. La grandeza de Amor es la revelación material del Amor de Dios en toda la Creación, y vivimos esa grandeza cuando todos los niveles de nuestra conciencia están llenos de Sus caminos y atributos, los cuales son Su Gloria. Esa es la verdadera vida: "Y vosotros que os apegásteis al Eterno vuestro Dios estáis vivos cada uno en este día" (4:4) Nuestro Sabios explican que "este día" se refiere al eterno presente que se sustenta continuamente del Amor de Dios. Considerando el hecho de que Su Amor está siempre con nosotros, que Él nos creó y nos sustenta, de nosotros depende estar conscientes de esta Verdad transcendental.
Aún si vivimos en las ilusiones del mundo material, siempre tenemos acceso a Él en nuestro estudio de la Torá: "Desde ahí buscarás al Eterno tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y tu alma" (4:29) Nunca olvidemos que Él es la única Verdad: "No hay nada además de Él" (4:35, 39; 5:22) En sus Leyes Fundamentales de la Torá (1:1), Maimónides reafirma esta Verdad indicando que "este el principio de todos los principios, y el pilar de toda sabiduría: saber que hay un Ser Primordial que trae a la existencia a todos los seres; que todas las existencias del Cielo y la Tierra, y lo que hay entre ellos, dependen solamente de la Verdad de Su Ser".
Moisés continúa reiterando el Pacto entre Dios y Su Pueblo, advirtiendo acerca de las consecuencias de seguir tras las fantasías e ilusiones de ego (idolatría), en vez de apegarse permanentemente al Creador; y le recuerda a Israel los Diez Mandamientos (5:6-17), seguir Sus caminos, y manifestar Sus atributos: "Caminaréis en todo camino que el Eterno vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien; y se prolonguen vuestros días en la Tierra que habréis de poseer" (5:29) Este contexto precede la más importante declaración del judaísmo, que define la Unidad de Dios en Su Creación a través de la conciencia de Su Pueblo, Israel. Es Israel quien que da completo sentido a esta declaración porque es Israel quien recibe el Mandamiento de ser consciente de ella: "Escucha [entiende] Israel: El Eterno es nuestro Dios, el Eterno es Uno [y Único]" (6:4)
Aunque esta declaración es hecha por Moisés nuestro maestro, realmente proviene del Amor de Dios, quien la proclama en primera persona plural. Esta es la culminación de la Unidad de Israel con el Creador, e Israel como el adjudicatario de este principio Divino. Este versículo es seguido de una clara explicación de este principio, pues contiene una dinámica que implica una conciencia activa. Esta explicación es la manera en que realizamos esa conciencia (6:5-25), y Amor es su fundamento esencial. Siempre y cuando estemos en, con, y para el Amor de Dios, seremos Uno con Él.
Los versículos destacan la importancia de estar constantemente conscientes de los caminos y atributos del Creador en virtualmente todo lo que hagamos día y noche. Este vínculo de Amor que ejemplifica unidad no permite ningún tipo de separación porque este Amor sólo cohabita con los caminos y atributos del Creador hacia nosotros, y con nada más. Como hemos mencionado en comentarios anteriores, cuando elegimos separarnos del Amor de Dios las consecuencias están simbólicamente ilustradas en la Biblia hebrea como "ira" y "venganza" derivadas de "celo".
Es precisamente este celo el que nos apega al Amor que nos mantiene unidos a Él: "porque un Dios celoso [exclusivo] es el Eterno tu Dios que está en medio de ti, para que la ira del Eterno tu Dios no se encienda contra ti y te destruya de la faz de la Tierra" (6:15) De hecho, estamos destruidos cuando elegimos vivir en ilusión y no en Su Verdad: "(…) para servir a otros dioses, entonces la ira del Eterno se encenderá contra ti, y Él te destruirá rápido" (7:4), "Porque tú eres un pueblo sagrado ante el Eterno tu Dios: el Eterno tu Dios te ha escogido como Su tesoro entre todos los pueblos que están en la faz de la Tierra" (7:6)
Ciertamente no todos somos tocados e inspirados por el Amor de Dios para ser y manifestar Sus caminos y atributos. Si nuestros ancestros y sus descendientes fueron escogidos, nosotros como un Israel unido y único debemos honrar este legado eligiendo Su Amor: "El Eterno no os ha amado o elegido por ser un pueblo más numeroso que los demás, sino porque fuisteis los menos numerosos entre los pueblos" (7:7) Honremos el legado de nuestros ancestros, honremos Amor por la gracia de Amor.