La porción de esta semana es una de las más profundas en la Torá porque ilustra el significado de nuestra conexión con el Creador. En la porción de la semana pasada, salimos de la tierra para pelear nuestras guerras, y después de esas guerras venimos a la tierra: “Y acontecerá que cuando vengas (ki tavó) a la tierra que el Eterno tu Dios te da como herencia (…)” (Deuteronomio 26:1). Esta porción claramente enfatiza que la tierra es el lugar elegido para nuestra relación con Dios. En esta tierra, la conquistada Tierra Prometida, nuestra existencia, nuestra identidad como el Pueblo Elegido, es completamente realizada. En esta tierra celebramos la Unidad con nuestro Padre, y la razón de ella: “Entonces te regocijarás con toda la bondad que el Eterno tu Dios te ha dado a ti y a tu casa (…)” (26:5-9, 11) Todo esto ocurre cuando vivimos en la tierra que representa la vida libre de las tendencias negativas de la conciencia, libre de las ilusiones y fantasías del mundo material.
En este conocimiento ofrendamos los primeros frutos de la tierra a nuestro Creador, porque todo lo que somos y hacemos en Sus caminos y con Sus atributos reafirma Su voluntad y nuestra Unidad con Él. Este es el conocimiento de que Amor, como manifestación material del Amor de Dios, es Su propia causa y efecto, y no hay nada más. ¿Cuál es el propósito de ser y manifestar los caminos y atributos de Amor? Crear un lugar para que Dios viva con nosotros permanentemente, y eso lo hacemos cuidando unos de otros y siendo responsables unos con otros como la Unidad que somos en Su Amor: “(…) y darás al levita, al forastero, al huérfano y a la viuda, para que en tus ciudades coman hasta saciarse” (26:12)
Comprendemos este Mandamiento de dos maneras: En su sentido literal, compartiendo nuestra abundancia individual con los menos afortunados; y llenando otros aspectos de la conciencia que también son parte de nuestra vida, tales como el conocimiento permanente del Creador y nuestra conexión con Él (representados por el levita) y las debilidades que necesitamos fortalecer para hacer nuestras vidas más vibrantes y significativas en todos los sentidos (el forastero, el huérfano y la viuda). Tenemos que cumplir este Mandamiento simplemente porque se trata de Amor: “Este día el Eterno tu Dios te ordena cumplir estos estatutos y ordenanzas, y los observarás y cumplirás con todo tu corazón y con toda tu alma.” (26:16)
La porción continúa con (Moisés) nuestro mayor conocimiento del Creador, advirtiéndonos sobre las consecuencias de separarnos de Su Unidad como “maldiciones”, comenzando con la causante de todas ellas: la idolatría (27:15) la cual hemos definido como el apego a las fantasías e ilusiones de ego. Estas fantasías nos separan de los caminos y atributos de Amor, los cuales son los principios éticos que salvaguardan nuestro bienestar común y colectivo. Todas las maldiciones mencionadas son algunas de las maneras no apropiadas de relacionarnos con el prójimo (27:16-20, 22-26).
Los levitas también se refieren a bendiciones inherentes de Amor cuando elegimos sus modos y atributos (28:1-13); y otra vez nos advierten contra la idolatría: “Y no te desviarás a la derecha ni a la izquierda de las palabras que te ordeno este día, para que sigas otros dioses y los veneres” (28:14), simplemente porque no hay otros caminos verdaderos excepto los caminos de Amor, y necesitamos ser conscientes de esta Verdad. Eso es todo lo que tenemos que hacer: ser conscientes constantemente del Amor de Dios como nuestro Creador, nuestra Fuente, nuestra Esencia, y nuestra verdadera identidad.
Las maldiciones restantes, como dijimos antes, no están mencionadas como maldiciones en sí mismas sino como consecuencias directas de nuestra separación del Creador. Nuestros Sabios también las entienden no como maldiciones sino profecías que han estado cumpliéndose a través de más de dos mil años (28:15-69). Sin embargo, la parshá termina en un tono positivo: “Y observarás las palabras de este Pacto y las cumplirás, para que tengas éxito en todo lo que hagas” (29:8). Seamos conscientes de que el Pacto con el Creador es nuestro propio éxito, que también es el conocimiento de Sus caminos y atributos; y vivir en Su voluntad es la razón para que estemos en el mundo.
Como hemos dicho en este blog, la Luz está parcialmente revelada a nosotros en la Creación, y esta Luz es el Amor de Dios. Estamos en el mundo para revelar Amor donde y cuando esté ocultado, y al realizarlo sabremos que el Creador está presente en toda Su Creación: “(…) toda la Tierra está llena de Su Gloria” (Isaías 6:3), incluyendo cada nivel de nuestra conciencia individual, como lo confirma la haftará para esta semana: “y el Eterno será para ti una Luz eterna, y tu Dios será tu gloria” (60:19)
En este conocimiento ofrendamos los primeros frutos de la tierra a nuestro Creador, porque todo lo que somos y hacemos en Sus caminos y con Sus atributos reafirma Su voluntad y nuestra Unidad con Él. Este es el conocimiento de que Amor, como manifestación material del Amor de Dios, es Su propia causa y efecto, y no hay nada más. ¿Cuál es el propósito de ser y manifestar los caminos y atributos de Amor? Crear un lugar para que Dios viva con nosotros permanentemente, y eso lo hacemos cuidando unos de otros y siendo responsables unos con otros como la Unidad que somos en Su Amor: “(…) y darás al levita, al forastero, al huérfano y a la viuda, para que en tus ciudades coman hasta saciarse” (26:12)
Comprendemos este Mandamiento de dos maneras: En su sentido literal, compartiendo nuestra abundancia individual con los menos afortunados; y llenando otros aspectos de la conciencia que también son parte de nuestra vida, tales como el conocimiento permanente del Creador y nuestra conexión con Él (representados por el levita) y las debilidades que necesitamos fortalecer para hacer nuestras vidas más vibrantes y significativas en todos los sentidos (el forastero, el huérfano y la viuda). Tenemos que cumplir este Mandamiento simplemente porque se trata de Amor: “Este día el Eterno tu Dios te ordena cumplir estos estatutos y ordenanzas, y los observarás y cumplirás con todo tu corazón y con toda tu alma.” (26:16)
La porción continúa con (Moisés) nuestro mayor conocimiento del Creador, advirtiéndonos sobre las consecuencias de separarnos de Su Unidad como “maldiciones”, comenzando con la causante de todas ellas: la idolatría (27:15) la cual hemos definido como el apego a las fantasías e ilusiones de ego. Estas fantasías nos separan de los caminos y atributos de Amor, los cuales son los principios éticos que salvaguardan nuestro bienestar común y colectivo. Todas las maldiciones mencionadas son algunas de las maneras no apropiadas de relacionarnos con el prójimo (27:16-20, 22-26).
Los levitas también se refieren a bendiciones inherentes de Amor cuando elegimos sus modos y atributos (28:1-13); y otra vez nos advierten contra la idolatría: “Y no te desviarás a la derecha ni a la izquierda de las palabras que te ordeno este día, para que sigas otros dioses y los veneres” (28:14), simplemente porque no hay otros caminos verdaderos excepto los caminos de Amor, y necesitamos ser conscientes de esta Verdad. Eso es todo lo que tenemos que hacer: ser conscientes constantemente del Amor de Dios como nuestro Creador, nuestra Fuente, nuestra Esencia, y nuestra verdadera identidad.
Las maldiciones restantes, como dijimos antes, no están mencionadas como maldiciones en sí mismas sino como consecuencias directas de nuestra separación del Creador. Nuestros Sabios también las entienden no como maldiciones sino profecías que han estado cumpliéndose a través de más de dos mil años (28:15-69). Sin embargo, la parshá termina en un tono positivo: “Y observarás las palabras de este Pacto y las cumplirás, para que tengas éxito en todo lo que hagas” (29:8). Seamos conscientes de que el Pacto con el Creador es nuestro propio éxito, que también es el conocimiento de Sus caminos y atributos; y vivir en Su voluntad es la razón para que estemos en el mundo.
Como hemos dicho en este blog, la Luz está parcialmente revelada a nosotros en la Creación, y esta Luz es el Amor de Dios. Estamos en el mundo para revelar Amor donde y cuando esté ocultado, y al realizarlo sabremos que el Creador está presente en toda Su Creación: “(…) toda la Tierra está llena de Su Gloria” (Isaías 6:3), incluyendo cada nivel de nuestra conciencia individual, como lo confirma la haftará para esta semana: “y el Eterno será para ti una Luz eterna, y tu Dios será tu gloria” (60:19)